Los Astros le brindaron algo más que un campeonato a la ciudad de Houston

2 de enero de 2018

Los Astros de Houston consiguieron algo fantástico en el 2017. Algo tan mágico, tan emocionante, algo que tocó de cerca a tanta gente y que pareció unir a un área entera de casi siete millones de personas de una manera que no sucede muchas veces, y que posiblemente no vuelva a suceder. 
En los días que siguieron al triunfo de los Astros en el Juego 7 de la Serie Mundial, casi todos dentro de la organización -cada jugador, coach, directivo y ciertamente el manager A.J. Hinch- seguía tratando de comprender la magnitud de lo que habían logrado.
Cuando pasan 55 años para conseguir un campeonato, cuando los fanáticos del equipo han pasado sus vidas viendo celebrar a otros equipos y a otras ciudades, es normal que la fiesta dure un buen rato.
Varias semanas después de la Serie Mundial, los fanáticos empezaron a hacer filas en las afueras de una tienda de artículos deportivos de Houston a la media noche para poder conseguir un autógrafo del venezolano José Altuve la mañana siguiente. Algunos lloraron cuando se le acercaron al Jugador Más Valioso de la Liga Americana. Otros simplemente querían darle las gracias y contarle cómo crecieron yendo al estadio con sus padres y cuánto significa este equipo para ellos.
Una imagen impactante fue la de una familia celebrando en frente de la televisión en una casa que había quedado destruida por el huracán Harvey algunas semanas atrás. Debido a escenas como ésa, los Astros sabían que probablemente nada de lo que hagan en el resto sus carreras, sin importar cuántos campeonatos más ganen, se acercará a éste en términos del impacto causado en la región.
Como dijo Hinch, "Siempre solemos pedirle a una ciudad que apoye a un equipo. Pero también está bien pedirle a un equipo que apoye a una ciudad".
Y ésa fue la historia de estos Astros, campeones de la Serie Mundial 2017. Esta es una historia de béisbol, pero también la de una ciudad y sus masivos y verdaderos problemas. En un momento en la que la cuarta ciudad más grande de los Estados Unidos estaba de rodilla debido a una tormenta que la sumergió en el agua, los Astros hicieron algo importante.
Por un par de horas cada día, les regalaron a los habitantes de Houston la oportunidad de enfocarse en algo distinto. Los Astros se remangaron las camisas e hicieron cosas básicas como entregar comidas, rescatar mascotas y limpiar casas. Pero en medio de la temporada de béisbol, no era mucho más lo que podían hacer.
Y ellos entendían que su accionar en el terreno no iba a secar las calles ni reconstruir casas. Cuando visitaron el Centro de Convenciones George R. Brown, que llegó a albergar a 7,000 damnificados en algún momento, los Astros se vieron cara a cara con el dolor y el sufrimiento.
Al preguntársele cómo iba a ser posible que sus pupilos se olvidasen de lo que habían visto para salir a jugar pelota, Hinch expresó lo siguiente: "Yo no quiero que olviden nada. Quiero que entiendan lo que está pasando aquí y cómo ha sido impactada la gente".
Al mismo tiempo, un drama distinto se estaba formando en el aspecto netamente beisbolístico. Con su equipo en medio de una racha de 17 derrotas en 27 juegos, el gerente general Jeff Luhnow estaba trabajando a todo tren para lograr el cambio que probablemente haya sellado el título.
Aunque los Astros no estaban en riesgo de perder la División Oeste de la Liga Americana, no parecían un equipo capaz de ganar un título.
Eso cambió radicalmente minutos antes de la medianoche del 31 de agosto, cuando accedió a ser enviado a Houston justo antes del límite para que un jugador sea elegible para jugar en la postemporada con su nuevo equipo.
En ese momento, todo dio un giro. Con el equipo ya en Houston después de jugar unos días en St. Petersburg, los Mets accedieron a posponer el juego del viernes y jugar una doble cartelera el sábado en Minute Maid Park, donde la emoción era palpable, especialmente cuando Verlander apareció en el dugout y empezó a saludar a sus nuevos compañeros.
El campocorto puertorriqueño y el derecho regresaron por esos días de la lista de lesionados y a partir de ahí, encabezados por un Verlander que ganó sus cinco aperturas permitiendo más de una carrera en un solo juego, los Astros ganaron 22 de 30 para terminar con foja de 101-61.
Cuando estaban detrás de los Yankees tres juegos a dos en la Serie de Campeonato de la Liga Americana, regresaron al Minute Maid Park y con siete innings en blanco de Verlander obligaron el Juego 7, que también ganaron, esta vez 4-0 detrás de una blanqueada combinada de Charlie Morton y Lance McCullers Jr.
Finalmente, los Astros tenían un campeonato a la vista. Ganaron un loco Juego 2 -la primera victoria de Serie Mundial en su historia- y otro encuentro de locura en el Juego 5. Y con Hinch haciendo maniobras con su cuerpo de pitcheo y Springer bateando .379, ganaron el Juego 7 por 5-1.
"Es increíble, algo indescriptible", dijo Springer, el JMV de la Serie Mundial. "Para nuestro equipo, nuestra organización, nuestra ciudad, éste es un gran día".
Este campeonato fue el sueño cumplido del plan puesto en marcha cuando Jim Crane, un empresario de Houston, compró el equipo en el 2011. Desde el principio tuvo una visión clara.
Crane dijo que iba a contratar a un gerente general con un buen historial en el campo de desarrollo de jugadores y que le iba a dar a esa persona el tiempo y los recursos para reconstruir la franquicia. 
Hasta ese momento, ningún dueño había hablado tan claro públicamente para decir que habría años duros, pero que si los fanáticos eran pacientes, iban a ser recompensados.
Por eso contrató a Luhnow desde los Cardenales para que fuese su gerente general. Los Astros perdieron 107 juegos en el 2012 y 111 en el 2013. Dos años después estaban celebrando su primer pase a la postemporada en una década.
El éxito del 2015 quizás vino más rápido de lo que cualquier persona pudo haber imaginado. Pero en el 2017 los Astros no eran una sorpresa para nadie.
Dicho eso, igual fue algo mágico, no sólo la victoria, sino ganar bajo esas circunstancias, con una ciudad que estaba lidiando con tanto y una organización manejando todo de maravilla.
"A medida que uno va creciendo como grupo y cree en las mismas cosas, y además recibe todo este apoyo, es impresionante lo que puede hacer", dijo Hinch. 
Efectivamente.