Theo Epstein quiere que todo el mundo recuerde a esta generación de los Cachorros

14 de marzo de 2018
Carlos Osorio/AP

Cuando Theo Epstein empezó a trabajar con los Padres, se encontró sentado en un escritorio entre Eddie Epstein y Kevin Towers.
Eddie Epstein -sin relación familiar con Theo- fue uno de los primeros sabermétricos en trabajar en un equipo de béisbol. Quizás fue el primero, dependiendo de cómo definamos el término sabermétrico. Construyó su visión del juego alrededor del análisis estadístico, y estaba frustrado porque, como dice él mismo en el libro "Moneyball" de Michael Lewis, "Había una abundancia de nuevo conocimiento y estaba siendo ignorado con facilidad".
Towers era un cazatalentos de béisbol hasta los huesos. Le encantaba hablar sobre el juego con cualquiera. Era de esas personas que sentía los ritmos del béisbol, amaba sus tradiciones y seguía lo que le decía su instinto. Era, desde arriba hasta abajo, de la vieja escuela.
Y Theo Epstein descubrió rápidamente que se sentía cómodo en ambos mundos.
Eso es lo que más me gusta de Theo: Es invulnerable a que le pongan etiquetas, imposible de encasillar en descripción alguna. Durante años, la gente lo ha visto como un gerente general "Moneyball", el ejemplo de esta nueva era. Quizás en parte es porque estudió en la universidad de Yale y tiene un título de abogado, en parte porque lo contrataron para ser gerente general de los Medias Rojas a los 29 años, o en parte porque en realidad sí acepta la parte analítica del juego. Todas esas cosas son verdad.
Pero quien se enfoque sólo en eso no podrá captar nunca quién es en realidad Theo Epstein.
Por ejemplo, probablemente no saben que los Cachorros son, de cierta manera, un homenaje a los Dodgers de Brooklyn de finales de los 40 y principios de los 50, el equipo que amaba su madre.
Cuando Ilene Epstein, la madre de Theo, estaba creciendo en Brooklyn, se sabía los nombres de cada uno de los jugadores de aquellos Dodgers. Bueno, claro que se los sabía. Todo el mundo en Brooklyn se los sabía. Aquellos Dodgers de Jackie Robinson fueron uno de los equipos más queridos en la historia del béisbol, un conjunto celebrado y recordado eternamente con el pasar de los años.
"Siempre la escuchaba hablar de los Dodgers de Brooklyn", dijo Epstein. "Sabes, Campy (Roy Campanella) detrás del plato y (Gil) Hodges en primera, Jackie Robinson en segunda, Pee Wee Reese en el short, Duke Snider en el jardín central y, quién es que estaba en el derecho… exacto, Carl Furillo. Mi mamá siempre recordaba los nombres porque estuvieron juntos muchísimo tiempo".
Entonces sonríe.
"Eso es lo que hemos querido hacer en Chicago", dijo Epstein.
Este año, como los últimos tres, los Cachorros de Chicago serán fundamentalmente el mismo equipo que fueron el año pasado. Y el año anterior. E incluso el año antes del año anterior. jugará en tercera, en el campo corto, el puertorriqueño Javier Báez en segunda y en primera.
El venezolano estará detrás del plato, en el jardín izquierdo, en el derecho y Albert Almora Jr. en el centro por segunda temporada consecutiva. Todos ellos tienen 28 años o menos. Epstein quiere que éste sea el equipo de los Cachorros durante las próximas tres o cuatro o cinco temporadas, por siempre si fuese posible.
"Creo que tenemos la oportunidad de hacer lo que ellos hicieron en Brooklyn, que es algo muy raro", dijo Eptstein. "Esta es una época de jugadores que van de un lado a otro, pero podemos extender esto posiblemente por siete años. Me encanta tener la posibilidad de permitir que nuestros fanáticos conozcan a nuestros jugadores por un período largo de tiempo. A los aficionados siempre quieren a los peloteros, pero se enamoran de ellos cuando tienen la oportunidad de ver sus altos y sus bajos, de seguir el arco de sus carreras y también el arco del equipo".
Epstein cree que mantener a los jugadores juntos también les da la oportunidad de entenderse mejor, y eso ayuda a crear un ambiente ganador. El año pasado, los Cachorros tuvieron problemas casi todo el tiempo. Estaba claro que la resaca tras ganar la Serie Mundial duró más de lo que se esperaba. Y eso que los Cachorros esperaban que fuese una resaca fuerte. Hace un año, Epstein habló con seguridad de lo bien preparado que estaba el equipo para lidiar con las consecuencias de haber ganado finalmente.
"Pienso que hicimos un buen trabajo preparándonos", dijo Epstein. "Y fallamos completamente. La naturaleza humana está invicta".
Epstein expresó que particularmente al principio de la temporada, veía cómo a los jugadores les costaba motivarse para un juego. Aquí estaban, pocos meses después de haber ganado uno de los mejores juegos en la historia de la Serie Mundial, de vivir desfiles, apariciones en televisión, fama, fortuna, y de repente tenían que encontrar cómo motivarse para jugar una serie de fin de semana en Pittsburgh.
"Era ridículo", dijo Esptein. "Las primeras dos semanas de la temporada teníamos a muchachos preguntando abiertamente, '¿Cómo me voy a levantar para este juego?' Es un partido de Grandes Ligas, sí, pero es martes por la noche contra no sé quién y habrá 15,000 personas en el estadio. Después de todo lo que tuvieron que pasar, era duro".
Aquel mal les duró meses. Los Cachorros tenían dos juegos por debajo de .500 cuando llegó la pausa del Juego de Estrellas. Claro que no eran el primer equipo que no jugaba bien después de ganar la Serie Mundial. Los Reales del 2016, los Gigantes del 2015, los Medias Rojas del 2014, los Gigantes del 2013, ninguno de ellos ni siquiera llegó a la postemporada el año después de llevarse la Serie Mundial.
Pero fue entonces que la idea de Epstein de mantener al equipo junto dio sus frutos. Tras el bochorno del Juego de Estrellas, al que asistió un solo jugador de los Cachorros (Wade Davis, quien ni siquiera estuvo en el equipo de la Serie Mundial), se reagruparon. Nunca llegaron a encontrar el ritmo del 2016, pero alcanzar la postemporada y llegaron hasta la Serie de Campeonato de la Liga Nacional. Epstein está seguro de que parte de eso tuvo que ver con los peloteros empujándose y animándose entre ellos.
"Yo creo que se dieron cuenta, todos juntos, de que no estaban jugando con la intensidad adecuada, que ésos no eran ellos", dijo Epstein. "Se preguntaron, '¿Esto es realmente lo que queremos ser?' Esa fue la parte gratificante de la temporada pasada. Hubiese sido muy fácil para ellos dejarse llevar. 'Bueno, no es nuestro año, los hacemos el que viene'. Pero no lo hicieron".
Hace algunos años, después de que escribí "The Machine", el libro sobre la Gran Maquinaria Roja de los Rojos en 1975, me paró un policía en la frontera entre Ohio e Indiana porque iba a exceso de velocidad. El oficial se me acercó y me pidió la licencia y el registro del carro, y vio que tenía varias copias del libro en asiento del copiloto.
"¿Qué es eso?", me preguntó. Le dije, y no había pasado un segundo cuando empezó a decir: Rose, Concepción, Morgan, Pérez, Foster, Gerónimo, Griffey, Bench". Esos eran los fabulosos ocho jugadores de posición de aquellos Rojos. Y entonces me dejó ir.
"Si yo les puedo dar a los fanáticos de los Cachorros ese tipo de recuerdos, que dentro de 25 o 50 años recuerden los nombres de cada pelotero", dijo Epstein, "pues eso sería algo bien especial".