A fin de cuentas, lo hecho por Edgar Martínez fue difícil de ignorar entre los votantes para el Salón

23 de enero de 2019

SEATTLE - La paciencia volvió a recompensar a Edgar Martínez, esta vez con una placa en Cooperstown.
Le tomó 10 largos años de espera, una década de especulaciones, pero uno de los más grandes bateadores designados que ha dado el béisbol de Grandes Ligas va en camino al Salón de la Fama.
El boricua Martínez, quien pasó cada uno de sus 18 años de carrera en las Mayores con los Marineros de Seattle, recibió la llamada el martes, cuando su teléfono timbró mientras esperaba en un hotel de Nueva York donde estará pasando la semana producto de unas vacaciones junto a su familia.

Al otro lado del teléfono estaba Jack O'Connell, el secretario-tesorero de la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica (BBWAA, por sus siglas en inglés), quien le notificó a Martínez que había sido nombrado en el 85.4% de las boletas y por ende elegido al llamado Templo de los Inmortales.
Para el ex toletero de 56 años de edad--quien ya cuenta con una calle y un restaurante con su nombre en Seattle, además de su retirada camiseta número 11 colgando en la fachada del jardín central del recién renombrado T-Mobile Park--la noticia del martes coronó una carrera dentro de la cual se dieron las únicas cuatro participaciones de los Marineros en la postemporada.
Martínez no suele exhibir sus emociones. Se trata de un jugador que tuvo que esperar hasta los 24 años de edad para debutar en la Gran Carpa, no fue titular hasta los 27 y luego procedió a forjar una fama como uno de los bateadores derechos más respetados de su generación.

Mientras que sus ex compañeros Ken Griffey Jr., Randy Johnson y Alex Rodríguez atraían la mayor parte de la atención durante sus primeros años en Seattle, Martínez comenzó a hacerse un nombre sin hacer mucho ruido, acumulando siete convocatorias al Juego de Estrellas, dos títulos de bateo de la Liga Americana y cinco Bates de Plata.
A laa vez que otros acaparaban los reflectores, Martínez recibía bases por bolas. Cuando no estaba conectando poderosos batazos en línea, estaba trabajando los conteos y volviendo locos a los lanzadores de la oposición. La línea de bateo de Martínez en su carrera de .312/.418/.515 incluye el cuarto mejor porcentaje de embasarse en la historia de Grandes Ligas por parte de un bateador derecho.
Solamente cinco jugadores con más de 6,000 visitas al plato de por vida - los miembros del Salón de la Fama Lou Gehrig, Jimmie Foxx, Rogers Hornsby, Babe Ruth y Ted Williams - han igualado cada estadística de esa tirilla ofensiva. Su OPS+ de 147 está empatado en la 42da posición de todos los tiempos con Jim Thome, Mike Schmidt, Willie Stargell y Willie McCovey, todos ellos con una placa en Cooperstown.
La impecable paciencia de Martínez volvió a pagar dividendos en su espera por el Salón, mientras trabajaba con cuenta llena una vez más - teniendo que esperar hasta el décimo y último año de elegibilidad para recibir el tan esperado llamado.

Martínez será exaltado el 21 de julio durante una ceremonia en Cooperstown, Nueva York, junto al panameño y ex cerrador de los Yankees Mariano Rivera, el ex lanzador de los Orioles y Yankees Mike Mussina y representantes del ex pitcher derecho Roy Halladay, quien falleció en un accidente aéreo en el Golfo de México hace más de un año.
Rivera fue elegido de manera unánime al Salón, rompiendo así el récord de 99.32% impuesto por Griffey hace tres años. Mussina recibió el 76.7% de los votos, y Halladay el 85.4%. Rivera y Halladay aparecieron en la boleta por primera vez este año.
Martínez se unirá a Griffey como los únicos jugadores exaltados en Cooperstown vistiendo la gorra de los Marineros en su placa, pero su camino fue mucho más largo. El mayor obstáculo entre los votantes siempre fue su condición de bateador designado, el rol más frecuente de Martínez desde mediados de la década de los 90 hasta su retiro tras la campaña del 2004. Martínez obtuvo el 36.2, 32.9, 36.5, 35.9, 25.2 y 27.0% de los votos en sus primeros seis años en la boleta.
Pero mientras la camada de votantes se fue haciendo más joven y le puso mayor énfasis a la importancia de estadísticas como el OPS+ y la naturaleza única de la combinación de poder y porcentaje de embasarse de Martínez, sus posibilidades comenzaron a incrementarse. Pasó a obtener el 43.4% de los votos en el 2016, luego el 58.6 y 70.4% en los dos años siguientes.
Ahora, el nacido en Nueva York y criado en Dorado, Puerto Rico ha superado el último obstáculo. Sólo toca esperar el mes de julio para ver su placa instalada por siempre en Cooperstown.