Willians Astudillo decidido a llevar su éxito en LVBP a los Mellizos en el 2019

10 de enero de 2019

volvió a aparecer esta semana en los medios de comunicación que habitualmente dan cobertura a las Grandes Ligas, aunque el invierno boreal arrecia y faltan semanas para siquiera comenzar los Entrenamientos de Primavera.
 
El popular utility de los Mellizos de Minnesota, que se ganó el favor del público y la prensa en las Ciudades Gemelas durante el tiempo que pasó en las Mayores, en 2018, protagonizó una de las más memorables celebraciones que se recuerden de un jonrón, incluso cuando se trata del beisbol del Caribe, donde las pasiones se desbordan y los jugadores a menudo hacen gestos que normalmente no realizan en la MLB.
 
Ante un pitcheo de , ex relevista de los Ángeles de Los Ángeles y otras divisas, quedó arrodillado en el home por el esfuerzo de un swing hecho de abajo hacia arriba y con todas sus fuerzas. Y en vez de pararse, para empezar a trotar alrededor de las bases, se quedó allí, apoyando los brazos sobre el bate, del mismo modo en que alguien se apoya en el alféizar de una ventana para observar el paisaje, antes de emprender una eufórica carrera por las almohadillas en medio de la algarabía del público.

En Venezuela, el país natal de Astudillo y Guerra, el beisbol invernal entró en la recta final. Los Caribes de Anzoátegui, el club del toletero derecho, derrotaron con ese jonrón a los Navegantes del Magallanes la noche del martes, en el quinto encuentro del playoff que ambos conjuntos disputan. Jugando delante de su público, en el estadio Chico Carrasquel, el pintoresco slugger completó una faena que le llevó a aparecer en incontables sitios informativos, desde ESPN.com hasta MLB.com. 
 
Pero este receptor devenido infielder y patrullero es mucho más que un pelotero excéntrico, con el cuerpo de un ciudadano cualquiera y la habilidad para jugar béisbol. Luego de batear para .355/.371/.516 en 97 apariciones en el plato en su debut en la Gran Carpa y terminar como el catcher titular en el Target Field, se alista para su segundo viaje a las Grandes Ligas con una cosecha que es récord en su tierra.
 
"Cada día aprendes más, tratas de ser mejor, y aquí he implementado muchas cosas", expresa Astudillo. "Estoy jugando fuerte. Y gracias a Dios, se me han dado los resultados".
 
Esos resultados se miden en estadísticas que le tienen como uno de los tres candidatos más mencionados para el premio al Jugador Más Valioso de la LVBP, el circuito local, junto a su compatriota y ligamayorista y el antiguo astro .

Astudillo ligó para .328/.375/.504, con 10 jonrones y 46 impulsadas en 61 compromisos. Más notable, se ponchó apenas cuatro veces en 261 apariciones, una marca en la liga venezolana que quebró la impuesta en la pasada zafra por el propio nativo de Barcelona, cuando también vio pasar el tercer strike en cuatro oportunidades, pero en 223 viajes al plato.
Sus números reflejan el trabajo que vino a hacer en Puerto La Cruz, la sede de sus Caribes, asegura.
 
"He tratado de ser más paciente en el home", relata. "La estadía en las Grandes Ligas me ayudó bastante a estar más concentrado en la zona. Estoy tratando de mejorar eso, de agarrar más bases por bolas, y me ha resultado. Así que seguiré haciéndolo".
 
Un scout rival destaca el hecho de que Astudillo, una máquina de hacer swing y chocar la pelota sin pausa, haya incrementado su tasa de boletos y sus extrabases, especialmente los cuadrangulares, a pesar de no haber reducido su asombrosa habilidad para evitar los ponchetes.
 
Es un caso único. Contando todos los niveles en los que ha jugado, desde las Ligas Menores hasta los Mellizos, ha agotado 3,238 turnos y todavía no recibe un centenar de chocolates. De hecho, ha sido fusilado en 99 ocasiones, menos de 10 por cada año que tiene jugando profesionalmente. ¿Cómo es eso posible?


 
"No lo puedo responder", afirma. "Siempre salgo a batallar contra cada pitcher, con todo el respeto del mundo por ellos. Trato de dar lo mejor de mí, como ellos tratan de hacerlo también y buscan poncharme. No lo puedo responder".
 
Fuentes en la oficina de Anzoátegui aseveran que sus capacidades son herencia de su padre Wuillians, un infielder que en un tiempo quiso brillar con el mismo uniforme y que se destacó en el campo amateur. Aunque el hijo no está tan seguro de que sea únicamente un asunto genético.
 
"Somos peloteros distintos", explica. "Me han dicho que en sus tiempos él era tremendo shortstop y tremendo bate, y yo en mis comienzos era shortstop. Pero ahora juego en tercera, en primera, en el outfield, soy catcher. Dicen que somos los mismos, que siempre hemos sido agresivos; debe ser por eso".
 
Esa versatilidad defensiva también es rara. Los Mellizos la aprovecharon sin pudor, usándole desde agosto como receptor, camarero, antesalista, jardinero central y jardinero izquierdo.
 
No le cuesta elegir el rol más complicado para él: "Lanzar", ríe. "Eso se me hizo difícil. ¡Y en las Mayores! Nunca pensé que lo iba a hacer".

 
Permitió cinco carreras en el único inning que completó. Pero los gemelos no lo quieren para subir al montículo, sino para aprovechar su potencial ofensivo.
 
Hay buenos motivos para esperar muchos hits de su parte. Astudillo ha oído que sus cuatro ponches en 261 apariciones le permitieron imponer otro récord en su país. Pero no es un tema en el que se explaye.
 
"No estoy pendiente de eso", subraya. "Simplemente, trato de ayudar al equipo. Así hago todos los años, salgo a batallar y a dar lo mejor".
 
Tampoco puede explicar qué pasó la noche de diciembre en la que Rick Teasley, un veterano salido de un circuito independiente, la Liga del Atlántico, se convirtió en el primer serpentinero en casi una década que fusila a Astudillo dos veces en un mismo duelo.
 
"Me quito la gorra ante él", reconoce, tras una pequeña carcajada. "No puedo decir nada. Normalmente le bateo mejor a los zurdos. Pero son cosas que pasan".
 
Le pasan incluso a Astudillo, el ponche más difícil del beisbol profesional actual.