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David Ortiz se ha encendido en la segunda mitad del 2015

MIAMI -- Al terminar la primera mitad de la temporada, el bateador designado de los Medias Rojas, David Ortiz, llevaba slugging de .435 con promedio de .231 y 15 jonrones en 80 encuentros. Sin embargo, desde la pausa del Juego de Estrellas, la ofensiva del dominicano ha regresado por todo lo alto.

Ortiz ha sacudido ocho jonrones con slugging de .663 desde el Clásico de Media Temporada.

"Impresionante. Puedes ver el poder y cuánto del plato puede cubrir", señaló el dirigente de los Patirrojos, John Farrell. "Está viendo bien la bola. Obviamente los lanzadores están teniendo bastante cuidado con él, y cuando ve un lanzamiento al que le puede dar, no falla. Fue evidente al caer en la cuenta con dos strikes contra Blaine Hardy (el sábado). Vio una recta en el medio del plato y no falló. Está pasando por un buen momento y está bastante enfocado".

Desde el 2002, Ortiz se ha volado la cerca al menos 20 veces cada temporada. Y está a 11 cuadrangulares del número 500 de su carrera, algo que apenas 25 jugadores han alcanzado en la historia de Grandes Ligas. Sólo dos jugadores activos han superado dicho número - el quisqueyano de los Angelinos, Albert Pujols (en el 15to lugar con 550) y Alex Rodríguez de los Yankees (en el cuarto lugar con 678 en su carrera) -- y el otro más cerca de la hazaña es el inicialista venezolano de los Tigres, Miguel Cabrera, quien está a 95 jonrones de la cifra.

Pero ésos no son los números en los que se enfoca Ortiz. Durante su primer turno al bate en el segundo encuentro de la serie en Detroit, su opción para el 2016 fue ejercida, lo que asegura que el toletero permanecerá con los Medias Rojas si pasa el examen físico al final de la campaña. A sus 39 años de edad, Ortiz piensa que es su responsabilidad ganarse todo lo que recibe. Entre más edad, más difícil se hace jugar y los entrenamientos toman un poco más de esfuerzo. Lo que le importa a Ortiz es poder ser una pieza valiosa para el equipo, dentro y fuera del terreno.

"Honestamente, trato de no pensar en eso", declaró Ortiz. "Cuando bateo, solamente trato de dar un buen swing. No trato de darle a cada lanzamiento que veo. Pienso que cuando tratamos de hacer eso, las cosas empeoran. Solamente sigo mi plan y le doy un buen swing a la pelota. De ahí debes ver qué sucede".

El fin de semana pasado, Ortiz tuvo un buen plan contra el pitcheo de los Felinos: Esperar rectas por el medio del plato. Y cuando vio su lanzamiento, no falló. Pero incluso con su capacidad, el Comerica Park puede ser un estadio difícil, especialmente en el jardín central, donde las bolas pierden su vuelo. Ortiz estuvo cerca de conectar un jonrón en el segundo episodio del segundo partido de dicha serie. Fue un batazo tan largo que el guardabosque se quedó viendo la trayectoria anticipando que volara la barda. En vez de eso, resultó ser un doble.

"Fue increíble. Le di bastante duro a esa bola. Me dolió el pecho después de eso", bromeó Ortiz. "Al menos no salí con las manos vacías. A veces mando la bola 420 pies y termina siendo out".

Después, Ortiz sacudió un vuelacercas contra el quisqueyano Alfredo Simón, pero fue en la séptima entrada en la que Detroit cometió un error. Con una ventaja de una carrera, el relevista de los Tigres, Blaine Hardy, tenía a Ortiz en una cuenta de 1-2 después de una curva de 77 millas por hora. Ortiz ya había visto dos rectas cortadas, y estaba esperando una curva, un error del pitcher. Hardy tenía una ventaja sobre Ortiz, especialmente por su lanzamiento rompiente. Uno que Ortiz pensaba que Hardy iba a lanzar de manera consecutiva.

"Me confundió un poco ese lanzamiento", indicó Ortiz. "Fue una curva bastante buena".

Pero Hardy no tiró una curva, sino una recta por el medio del plato. Ortiz conectó un sencillo de dos vueltas, poniendo arriba a los Medias Rojas. En una batalla de bullpens entre Detroit y Boston, los Felinos salieron airosos al final. Pero esta última gran noche de Ortiz con el bate fue el punto más brillante de un espectáculo que ha dado el dominicano desde que comenzó la segunda mitad de campaña. Una que se ha ganado con cada turno.