Por fin, el esperado regreso de Pujols a San Luis

21 de junio de 2019

Este fin semana, el dominicano Albert Pujols regresa a San Luis como miembro de los Angelinos por primera vez desde que él y los Cardenales ganaron la Serie Mundial del 2011. Es imposible dejar de notar que el momento será a la vez extraño y perfecto.

Cuando Pujols se marchó, había cierto rencor de ambos lados. Pujols sintió que los Cardenales lo irrespetaron al ofrecerle un contrato más corto pero de más valor por año. Los Cardenales y sus seguidores sintieron que Pujols, por más dinero, los abandonó después de 11 años en los que le habían ofrecido un amor reverencial.

Contrario a la opinión popular, los Cardenales sí querían a Pujols de regreso, desesperadamente. La herida que dejó su partida, incluso a pesar de que San Luis acababa de ganar la Serie Mundial, era profunda. Pujols era El Hombre, The Man, el nuevo Stan Musial. Se suponía que iba a jugar por siempre con los Cardenales, como Musial. ¿Y estaba dejando todo eso por dinero? ¿Para irse a los Angelinos?

Todo ese ambiente habría convertido un regreso inmediato al Busch Stadium en un episodio desagradable, así como el que le tocó vivir a Bryce Harper en Washington esta temporada. Todo era demasiado reciente como para que los seguidores de los Cardenales le ofrecieran a Pujols su agradecimiento por aquellas 11 fantásticas temporadas. Habría habido abucheos, sin dudas. Pujols necesitaba asentarse en Anaheim, y más importante aun, los fanáticos de San Luis necesitaban algo de distancia y perspectiva. Pujols se merecía un baño de afecto. Pero nadie en San Luis estaba listo para dárselo en el 2012.

Y ahora, por cosas del calendario, siete años y medio después, es que regresa Albert al estadio que fue su casa. El tiempo y la distancia, para ambos lados, han servido para aclarar las cosas.

Los Cardenales no sólo le dijeron adiós a Pujols después de la temporada 2011. También se despidieron de Tony LaRussa, el inmortal manager que había estado a cargo del club durante 16 temporadas, incluyendo todas las de Pujols. Eso puso a los Cardenales de lleno en una nueva era, con un nuevo piloto en Mike Matheny, una directiva más apoyada en los datos y métricas modernas y una nueva mentalidad de no centrarse en una superestrella. Por un tiempo, las cosas funcionaron de maravilla. Fueron cuatro veces a la postemporada en los cuatro años siguientes tras la partida de Pujols, y en el 2013 llegaron hasta la Serie Mundial. Pero en años recientes el éxito no ha sido tan consistente. Matheny fue despedido el año pasado, y la fanaticada está tan frustrada con el equipo como no lo estaba desde mediados de los 90. Si no llegan a los playoffs este año, será la cadena más larga para San Luis sin ver octubre desde 1988-1995.

Los Angelinos, por su parte, pensaron que estaban consiguiendo a un salvador en Pujols, y con razón. Pujols fue quinto en la votación del JMV en el 2011 y venía de ganar su segundo anillo de campeón en una Serie Mundial en la que pegó tres jonrones en el Juego 3. Esencialmente fue Ted Williams por más de una década, y aunque había bajado un poco su nivel en el 2011, ya era una pieza fija para el Salón de la Fama. Los Angelinos le prometieron convertirlo en el centro de todo lo que iban a hacer durante los próximos 10 años. Y entonces… apareció Mike Trout. La temporada de novato de Trout fue la primera de Pujols en Anaheim. Era tan obvio que Trout era mejor que cualquier otro pelotero que era imposible dejar de pensar en Pujols como un costoso error cuando se comparaba a los dos. Pujols fue un buen jugador en sus primeros años en Anaheim—con todo y las lesiones--pero el equipo ha ido una sola vez a la postemporada desde que llegó. Y fue barrido en esa ocasión.

Las lesiones y la edad han menguado a Pujols significativamente. (Su WAR de por vida, de hecho, ha bajado desde que dejó San Luis). Ha tenido un pequeño repunte este año – su OPS+ está sobre 100, el promedio de la liga, por primera vez desde el 2011—pero no hay dudas de que el contrato se ha convertido en uno malo en los últimos años. Y todavía le quedan dos años más después de éste.

No es como si los fanáticos de los Angelinos no quieran saber de Pujols, ni nada por el estilo. Sigue siendo muy querido por sus compañeros, y no hay dudas de que se le aprecia por los logros de su carrera y su trato con los seguidores del club. Pero también les gustaría ganar un juego de playoff. Pujols ganó 40 de ellos con los Cardenales. Ha ganado cero con los Angelinos. Se le reconoce cada vez que alcanza un nuevo hito. ¿Pero se le trata con reverencia? No. A Trout se le trata con reverencia. A Pujols se le aprecia con cierto recelo.

En San Luis, a Pujols se le reverenciaba. Hace falta eso para inspirar el dolor que quedó tras su partida.

Este fin semana, Pujols regresa al lugar en el que se le quiso como no se le ha querido nunca en otra parte. Jamás lo querrán así. Y con ese amor, y los siete años y medio que han pasado, vendrá el reconocimiento de ambas partes de que a ninguno le fue tan bien como cuando estuvieron juntos. Los Cardenales ganaron dos Series Mundiales con Pujols, y ninguna desde que se fue. Sí, se han beneficiado de no tener que pagarle todo ese dinero en sus años de declive, pero no han vuelto a coronarse. Y les tomó ocho años encontrar a Paul Goldschmidt, por quien quizás terminarán pagando por sus peores años. Si hubiesen firmado a Pujols por los ocho años que querían darle, habría sido una decepción las últimas dos temporadas, pero lo habría sido jugando para esos fanáticos que lo adoraban y lo consideraban una leyenda. Y no es que San Luis tuviera gran cosa jugando en primera todos estos años.

Y quién sabe cómo ese fuego competitivo de Pujols habría ayudado a algunas versiones de los Cardenales que parecían carecer de ese extra para luchar. En un sentido económico y analítico, viendo las cosas en blanco y negro, a los Pájaros Rojos probablemente les fue mejor no teniendo que pagarle US$30 millones al año a Pujols por las últimas ocho temporadas. Pero insistimos: Han ganado una sola Serie Mundial sin él en los últimos 52 años, la de 1982.

Pero nadie pudo haber sabido eso en el 2012. Era demasiado pronto. Ahora lo sabemos. Cuando Pujols regrese al Busch Stadium la noche del viernes, será recibido con videos en la pantalla gigante y ovaciones de pie. Quizás mande una bola volando por el cielo de San Luis hasta las gradas, como tantas veces hizo vistiendo el uniforme de los Cardenales. Nunca sabremos cómo habrían salido las cosas. Pero han pasado suficientes años como para que todo el mundo se levante de su silla y simplemente recuerde los buenos tiempos, esos buenos tiempos que ahora lucen tan lejanos.

Albert Pujols ha estado lejos lo suficiente como para que los fanáticos de los Cardenales lo aprecien por lo que les dio y olviden lo que no les dio. Y Pujols ha visto suficiente fuera de San Luis como para apreciar lo que tuvo allí. El Hombre tiene 39 años y no le quedan muchos grandes momentos en su carrera. Qué suerte tenemos que finalmente ahora protagonizará éste.