Scherzer en mejoría continua como lanzador, lección aprendida de Miguel

26 de julio de 2017

WASHINGTON -- No hay un bateador del que Max Scherzer hable con más admiración que . Scherzer vio a Cabrera, quizás el toletero más grande de su generación, en la cúspide de su carrera mientras los dos jugaban con los Tigres de Detroit entre el 2010 y el 2014. Y algo que Scherzer todavía recuerda fue ver a Cabrera en el 2013, un año después del venezolano haber ganado el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana y de haberse convertido en el primer ganador de la Triple Corona de bateo en las Grandes Ligas en 45 años.
Cabrera estuvo aún mejor en el 2013 que en el 2012. Tuvo un mejor promedio de bateo, el mismo número de jonrones y apenas dos carreras empujadas menos. Pero su slugging, porcentaje de embasarse y OPS fueron mejores, lo que le sirvió para ganar su segundo JMV consecutivo. Scherzer quedó impresionado.
"Verlo convertirse literalmente en un mejor bateador después de haber ganado el JMV y de haber hecho algo tan increíble, eso te demuestra que todo el mundo puede mejorar", dijo Scherzer.
Desde entonces, Scherzer ha tratado de seguir ese ejemplo. Después de ganar el Cy Young de la Liga Nacional en el 2016, estaba decidido a ser aun mejor lanzador en el 2017.
"Esa es mi meta cada año. Esa es la única meta que me pongo, tratar de mejorar cada temporada", dijo el derecho estelar. "He tenido un mejor año en el 2017 que en el 2016, así como el 2016 fue mejor que el 2015 y que el 2014. Eso es algo de lo que me siento orgulloso".
Y Scherzer ha encontrado la forma de hacerlo.
En el 2016, Scherzer terminó con 2.96 de efectividad, 11.2 ponches por cada nueve innings, WHIP de 0.97 y 3.24 de FIP. En el 2017 tiene 2.26 de efectividad, 12.4 ponches por nueve actos trabajados, WHIP de 0.84 y 2.79 de FIP. Scherzer ha bajado su tasa de jonrones de 1.22 en el 2016 a 1.03 esta campaña. Y su porcentaje de ponches ha mejorado de 31.5 del año pasado a 35.8 en este.
Es todo eso lo que lo ha convertido en el favorito para llevarse nuevamente el Cy Young de la Liga Nacional.
"Es uno de los competidores más feroces en el montículo", dijo el jardinero de los Mets, . "Tiene cierta actitud cuando está lanzando que si uno no se sube a su nivel, él te va a ganar. Creo que eso es lo que lo hace especial".
¿La clave en esta reciente mejoría de Scherzer? Su slider, un pitcheo con el que cada vez se siente más cómodo y utiliza con más y más frecuencia mientras sigue consiguiendo buenos resultados.
Scherzer está lanzando su slider el 29.5% de las veces en el 2017, después de haberlo hecho en el 22.8% de las ocasiones en el 2016 y el 17.9% en el 2015. Y los bateadores han tenido problemas para hacerle daño a dicho envío. Este año, el slugging contra el slider de Scherzer es de .189, comparado con .308 en el 2016 y .275 en el 2015. Ahora se siente cómodo usándolo contra zurdos, algo que básicamente no había hecho hasta la temporada pasada.
"Me siento más cómodo con ese pitcheo", dijo Scherzer. "Eso es lo que te hace mejorar y por eso estoy ponchando a más gente".
Scherzer, por otro lado, está teniendo mucho éxito a pesar de estar lanzando menos rectas que nunca. Está usando su bola rápida de cuatro costuras el 48.5% de las veces, por mucho la cifra más baja de su carrera. En el 2016 la utilizó el 55.25% del tiempo y en el 2015 el 59.18 %. Scherzer afirma que dicho ajuste se debe a la efectividad de sus pitcheos rompientes, y apunta que esta forma de mezclar sus ofrecimientos le ha permitido abanicar a más rivales. Sin embargo, también está consciente de que lanzar tantos envíos quebrados puede causar más estrés en su brazo, por lo que siempre trata de no excederse.
Pero los resultados obtenidos hasta ahora siguen demostrando que Scherzer está encaminado a cerrar el año con el ritmo que lleva, una idea que debe de ser ser aterradora para los bateadores contrarios.
"Siempre estoy pensando que no importa cuál haya sido el resultado, siempre hay una forma de ser un mejor lanzador", dijo Scherzer. "No importa lo que hayas hecho".
Fue la lección que le enseñó Cabrera.