Es común ver a un jugador regalándole una pelota a un aficionado. Tal vez un foul o quizás el último out de un inning. También puede ocurrir en medio de una práctica de bateo.

Sin embargo, el miércoles por la noche en St. Petersburg se invirtió todo. Un fan le obsequió una bola a un jugador, en un gesto con un gran significado.

El patrullero cubano de los Rays, Randy Arozarena, recibió una pelota de un jóven seguidor llamado Alex, en medio del partido del miércoles ante los Cardenales en el Tropicana Field. Arozarena dijo que Alex quería que le firmara la bola – pero no era una pelota común. Estaba tenía una foto del cubano estampada en ella.

Claro, a Arozarena le gustó tanto que no quiso devolverla, así que se la quedó y luego corrió hacia la esquina del jardín izquierdo, en donde estaba Alex, para obsequiarle al joven uno de sus bates, en la parte alta de la quinta entrada, junto a otra pelota autografiada.

“Le dije lo mucho que me había gustado”, confesó el cañonero, tras el triunfo de su equipo 11-3. “A cambio le di un bate y una pelota firmada”.

No sólo eso, sino que el bate y la pelota estuvieron acompañados por una nota escrita a mano del cubano, expresando su gratitud. Arozarena dijo que corrió al clubhouse de los Rays entre innings para escribir el mensaje.

No importó que Alex estuviera vistiendo una camiseta de los Cardenales del puertorriqueño Yadier Molina. Lo más importante fue el gesto que tuvo con Arozarena y la posterior respuesta del jugador. El béisbol ha sido, y siempre será, un deporte con corazón de niño. Este tipo de momentos sirven de ejemplo de ello.