Con Paul Goldschmidt, los Cardenales van en serio para el 2019

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Los Cardenales de San Luis se quedaron fuera de la postemporada este año por tercera campaña seguida por primera vez desde 1999. En aquella época, a los seguidores del equipo les parecía suficiente ver dar bombazos a Mark McGwire. Ahora las cosas son distintas. La afición no está feliz. Y por eso los Cardenales tuvieron que salirse un poco de su zona de confort. Falta ver ahora si seguirán alejándose de ella.
Con la adquisición de Paul Goldschmidt la tarde del miércoles, los Cardenales consiguieron el cañonero que estaban buscando desde que se fue el dominicano Albert Pujols. Goldschmidt es un talentoso primera base y un talentosísimo bateador del medio del orden que hará mejor al resto del lineup.
Es obvio que encaja perfectamente, pero sigue siendo un movimiento raro para los Cardenales, porque Goldschmidt será agente libre cuando termine la temporada que viene. Lo mismo pasará con el dominicano Marcell Ozuna. Así que con este cambio, San Luis está mandando un mensaje claro: Es inaceptable perderse los playoffs por cuarto año en fila.
Por más esperanzas que tuvieran los Cardenales en el futuro de Carson Kelly y Luke Weaver, el equipo no dio nada que vayan a extrañar mandándolos a Arizona, ahora o a largo plazo. Weaver nunca pudo encontrar el ritmo esta última campaña y no tenía puesto en la rotación. No estaba ni cerca de ella. Kelly siempre ha sido considerado un buen prospecto, pero nunca ha bateado en las Grandes Ligas. Y San Luis tiene al puertorriqueño Yadier Molina. El tercer jugador que mandaron a Arizona, Andy Young, es un infielder de 24 años que viene de jugar en Triple-A.

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Se trata de peloteros sólidos, beisbolistas que probablemente van a aportar para los D-backs el año que viene. Considerando todo lo que se ha desplomado el valor de los jugadores de "alquiler" en el mercado actual, incluso aquellos estelares como Goldschmidt, Arizona probablemente no estaba esperando mucho más de lo que recibió por el ícono de la franquicia. Son buenos beisbolistas, pero para San Luis eran piezas fácilmente sustituibles. Los Cardenales tienen 10 años concentrando talento para esta razón: Para hacer cambios desde la mejor posición posible.
Se ha empezado a hablar mucho sobre la posibilidad de que los Cardenales "convenzan" a Goldschmidt para que firme con ellos al finalizar el 2019, como si simplemente hiciera falta mostrarle a la fanaticada coreando su nombre en Busch Stadium para lograr algo así. Eso puede haber funcionado con Matt Holliday, Scott Rolen y McGwire hace una década, pero no ha resultado últimamente. Pregúntenles a Jason Heyward y Giancarlo Stanton qué tan llamativo para un profesional es ese asunto de la tremenda fanaticada de San Luis. Los Cardenales van a tener que firmar un cheque bien grande si quieren mantener a Goldschmidt en sus filas más allá del 2019.
Los Cardenales pocas veces han tenido temporadas como la que tendrán en el 2019: un año de todo o nada. Con los contratos de Ozuna y Goldschmidt expirando, sin mencionar los de Michael Wacha y Miles Mikolas, San Luis está poniendo todas sus fichas para ganar la campaña entrante. Es poco probable que busquen retener a Goldschmidt y a Ozuna, y quizás los terminen perdiendo a ambos, pero por ahora tienen a los dos. Y quizás gasten lo que sea necesario para conseguir a Bryce Harper, asegurándose de adquirir a su slugger para la próxima década. Pero por ahora tienen a dos de ellos para el 2019, que de un día para otro se ha convertido en la temporada más importante y vital de los Cardenales en los últimos años.
Paul Goldschmidt es una contratación casi como ninguna otra en la memoria reciente de San Luis: un pelotero con un solo año de contrato, un bateador de poder que mejora el club ahora mismo. Goldschmidt cambia el lineup inmediatamente. Y esa, finalmente, es la palabra clave para los Cardenales. 
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