Mercado, fruto del sacrificio y la constancia

El proceso para ser beisbolista profesional es un camino arduo, lleno de espinas, inclemencias, rigor, severidad. Muchos de los que se aventuran se quedan con las manos vacías y el alma desgarrada. Pero aquellos que hacen del sacrificio su diario vivir y afrontan el reto con perseverancia, constancia y tesón llegan mucho más allá del límite, abrazan el cielo con las manos, logrando hacer realidad sus aspiraciones, sueños, anhelos.

Así le sucedió a Oscar Mercado, un joven con grandes ilusiones a quien lo único que le llamó la atención en la vida fue el béisbol. Desde sus inicios en el barrio de Manga en Cartagena el brillo se resaltó en sus ojos por este deporte. Sus papás, Oscar Mercado y Marta Arévalo, se dieron cuenta de ese gusto de inmediato. “Se vio gran parte de la Serie Mundial de 1998, que jugaron los Yankees y los Padres. No era algo normal en un joven de tres años”, destaca su padre.

Ese amor era tan acentuado, que a los cinco años, edad en la que muchos niños piensan en carros, juguetes y muñequitos animados, Oscar Mercado pidió una manilla, una pelota y un bate. El béisbol parecía fluir por su sangre. Sus padres habían intentado ya que practicara la natación y el karate, pero ninguno de los dos le robó el sueño, como sí lo hizo la pelota caliente y una vez cayó en sus redes jamás se pudo soltar de ellas.

Sus primeros pasos en este deporte los dio en el campito de Bocagrande, un templo deportivo en Cartagena. Un escenario que con el paso de los años se ha convertido en un instrumento de integración para la comunidad. De la mano de su entrenador, Ariel, fildeó sus primeras bolas y conectó algunos imparables, no de una manera ortodoxa, pero desde ese momento se le veía la facilidad que tenía para desenvolverse dentro del diamante.

Ariel les recomendó a Oscar y a Marta llevar a su hijo a la organización de Playa Blanca, que era dirigida por Dagoberto Cavadía, exbeisbolista colombiano. Fue allí donde continuó asimilando lo básico, donde sus manos y sus ojos aprendieron a funcionar como una sola articulación y a manejar su guante como una extensión de su brazo. El cariño que tenía por el deporte era tan grande que, con tan pocos años, lo podía practicar todo el día.

En 2002 le dijo adiós a Colombia. Con su mamá y sus dos hermanos, Natalia y Juan Felipe, en diciembre llegaron a Brandon (Florida), ciudad en la que ya se encontraba establecido su papá. La adaptación fue inmediata gracias a que no existe mucha diferencia entre las costumbres que hay en el estado de La Florida con las colombianas. El gran cambio fue en el idioma, pero se aprendió rápido. Así que de inmediato arrancaron el colegio.

Pero el ascenso que venía teniendo Mercado en el béisbol no se podía dejar de lado, por lo que una de las tareas de sus papás fue buscarle en dónde entrenar: entró a la South Brandon Little League, junto con su hermano Juan Felipe, y, de inmediato, empezó a abrir los ojos de propios y extraños. Las miradas comenzaron a centrarse en su figura, en la de un campocorto moreno, de buenas piernas y rápido con el brazo.

No paso ni un año cuando ya estaba en Traveler Team de Brandon. Sus capacidades iban en alza. Aun cuando se mudó a Tampa en el 2005 mantuvo ese buen andar por el deporte. Explotó sus habilidades en todas las categorías formativas. “El talento viene de nacimiento, pero hay que pulirlo”, dice Oscar Mercado padre, quien siempre pendiente de la evolución de su hijo, lo metió en un programa de workout. No fue fácil, porque era algo que combinaba con las prácticas y el juego.

A pesar de las dificultades se acopló a los horarios y respondió tanto en lo académico como en el juego. Nunca perdió una materia y una vez llegó al High School, tan solo le bastó un mes para adueñarse del puesto titular en el campocorto. Desde que llegó nunca soltó el campo corto. Fue uno de los mejores peloteros, tanto así que se ganó el premio 2012 Rawling como mejor jugador defensivo de High School en todo Estados Unidos, galardón que lo otorga la organización Perfect Game.

En 2013, tuvo la oportunidad de elegir: universidad o draft de las Grandes Ligas. Una decisión fundamental para su vida. Tenía su sueño de niño al alcance de sus manos y no lo dejó escapar. Eligió irse por el camino arduo para convertirse en beisbolista profesional. Fue seleccionado en la segunda ronda por los Cardenales de San Luis. Con esta organización empezó su periplo hacia las Grandes Ligas, siempre enfocado, con el norte definido, teniendo claro su camino.

Como campocorto fue ascendiendo por las menores: Liga del Golfo, Appalachian, Midwest. En sus primeras tres temporadas no había podido sobresalir con el bate y tampoco con el guante. Su mejor temporada había sido la de 2015, en la que terminó con un promedio al bate de .254 con cuatro cuadrangulares y 50 bases robadas. No obstante, tuvo un porcentaje de fildeo de .902. Cometió 41 errores.

Ese fue su talón de Aquiles. “Estaba cometiendo muchos errores y de esos el 90 % eran en el tiro a primera base. Su lanzamiento no era bueno. Se le convirtió en un problema mental, en un foco. Podía hacer una jugadota, pero en el momento de lanzar a primera no salía bien”, dice su padre. Precisamente, los Cardenales buscando un ajuste para el jugador, le propusieron cambiarse de posición, a los jardines. Aceptó sin pensarlo.

Nunca había jugado en otra posición que no fuera la de campocorto. Pero no le importó. Empezó a entrenar cuando se encontraba en el equipo de Palm Beach. Hasta que el 28 de julio de 2016 apareció, por primera vez, jugando en el outfield. Lo hizo contra los Tampa Yankees, en Tampa. Borrón y cuenta nueva.

Todo cambió en la carrera de Oscar Mercado desde ese momento. Fue un giro de 180 grados. “Ese año cerró en buena forma la temporada, tanto así que, en el último mes, subió casi 30 puntos su promedio al bate”, destaca su padre, quien precisa que la frustración del fildeo, la estaba llevando al cajón de bateo.

El tiempo se encarga de decir y de darle explicación a las cosas. Una vez es cambiado a los jardines su bateó mejoró notablemente: terminó 2017, con promedio de .287 con 13 cuadrangulares, el mejor año de su carrera en Ligas Menores. Al siguiente, en Triple A con Memphis bateó para .285 con ocho cuadrangulares. Fue uno de los jardineros mejores ranqueados en la lista de prospectos que tenían las Grandes Ligas.

No obstante, el 31 de julio de 2018 se dio algo inentendible para los fanáticos de San Luis. Oscar Mercado fue cambiado a los Indios por Jhon Torres y Conner Capel. Este cambio, de inmediato, rindió sus frutos. Fue llamado a hacer parte del roster de 40 en los Entrenamientos de Primavera, en los que demostró todo ese potencial, que siempre lo ha acompañado. Ahí dejó claro que estaba listo para grandes cosas. Aunque arrancó el 2019 en Triple A, en mayo le llegó una oportunidad que no desaprovechó: el llamado a Grandes Ligas.

En estos meses deslumbró con sus cualidades con el bate, la facilidad con el guante y la capacidad que tiene de volar sobre las almohadillas. Y eso que aún no ha llegado a su tope. Sin embargo, su llegada a la gran carpa es un premio al sacrificio, a la perseverancia y a la resiliencia. Su nombre parece destinado a estar marcado con letras doradas y quedar en la historia del béisbol colombiano.

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