Silvino asume su responsabilidad, pero no se siente culpable

20 de marzo de 2023

MIAMI -- , el hombre que tiró ese cambio de velocidad que tanto le gustaría poder volver a lanzar, el pitcher que recibió el grand slam de Trea Turner, se siente frustrado y decepcionado por la derrota de Venezuela. Se siente responsable por haber fallado ese pitcheo. Y lo asume.

Lo que pasó le duele. “Muchísimo”, dice. Se siente mal. Y no sabe si algún día podrá dejar de pensar en lo que sucedió. Saber que pudo haber entrado antes en ese octavo inning en el que Estados Unidos volteó el juego. Silvino Bracho también sabe que ese jonrón lo va a marcar. “Me marcó por mi carrera”, añade calmado.

Pero Silvino Bracho no se siente culpable de la eliminación de Venezuela en el Clásico Mundial de Béisbol en cuartos de final. No, eso sí que no.

“Mira, yo no me siento culpable, en verdad, no me siento culpable”, dijo calmadamente la noche del domingo durante una llamada vía Zoom con LasMayores.com. “Estoy sumamente tranquilo con eso, porque si al caso vamos, no debió llegar el inning hasta donde llegó para entrar yo. Pero tampoco voy a culpar a nadie. Yo asumo mi responsabilidad”.

“Detrás de una pantalla es fácil juzgar y crucificar a todo el mundo. Pero estando yo allí, que lo viví, imposible que yo quisiera fallar ese lanzamiento. Soy humano, y bueno, sí, fallé el pitcheo que no debí fallar”.

Bracho habló desde Goodyear, el suburbio de Phoenix, Arizona, en el que los Rojos tiene su campamento primaveral. Salió temprano el domingo del hotel de Venezuela en Miami. La mañana del lunes tenía que reportarse otra vez al campamento de Cincinnati y seguir peleando para ganarse un puesto en el equipo grande. Un puesto que, a diferencia tantos otros integrantes de la selección, no tenía asegurado cuando se fue a jugar el Clásico.

“Sentía un compromiso por el equipo, por Venezuela. Desde que el manager Omar López me preguntó, le dije, ‘cuenta conmigo que yo voy a todas con el equipo’. Aun sabiendo que estaba aquí compitiendo por un espacio”, explicó sus razones para darle sí a la selección. Y no se arrepiente. A pesar del final, recordará el WBC como “una experiencia maravillosa”.

Lo largo del viaje – debió tomar dos vuelos -- le dio tiempo no sólo para escribir una nota en Instagram, sino también para leer y responder la tonelada de mensajes de apoyo que ha recibido. Y ver los insultos de todo tipo.

Las palabras de aliento de sus colegas jugadores, entre ellos varios compañeros de la selección, lo hacen sentirse especialmente bien.

“Me siento bastante contento, en verdad, de sentir el apoyo de ese tipo de personas que sí saben de pelota y que saben de béisbol”, contó el derecho de 30 años. “Y los que no también. Uno no es monedita de oro para siempre caerle bien a todo el mundo”.

“A veces, uno trata de hacer magia en las oportunidades que le dan y no todo el tiempo eso sale como la gente lo espera”, siguió Bracho. “A pesar de que uno siempre trata de dar el 100%”.

El sábado, a Silvino Bracho básicamente le pidieron hacer magia.

Vino a lanzar en la situación más complicada en la que puede entrar un relevista: bases llenas, cero outs. Con Trea Turner, Mookie Betts y Mike Trout al acecho, Bracho llegó desde el bullpen con Venezuela arriba 7-5 en la alta del octavo.

EL MOMENTO

“Sí, tienes la responsabilidad totalmente encima”, describió lo que significa que te traigan en un momento así. “Pero nada, toca asumir los retos con bastante profesionalismo y compromiso. Como yo siempre lo he hecho. Para nadie es un secreto que la artillería del gran equipo que tiene Estados Unidos. El margen de error es mínimo”.

A Bracho le extrañó que se tardarán tanto en mandarlo a pedir, especialmente por lo bien que había lucido contra Puerto Rico. En el segundo juego del equipo, lo trajeron con dos hombres en base y cero outs en el octavo. El duelo estaba 9-6 y los boricuas no paraban de presionar. Terminó tirando dos innings en blanco, sin permitir imparables, para apuntarse el salvado.

Por eso, contra Estados Unidos pensó que le iban a permitir abrir el octavo, que terminó iniciando José Quijada. El zurdo le dio boleto a Tim Anderson, recibió un globito de hit de Pete Alonso y golpeó a J.T. Realmuto. Fue entonces cuando finalmente el piloto Omar López mandó a pedir a Bracho.

“Sí me extrañó mucho, pensando en los juegos anteriores, que ese había sido el plan. Y más cuando venían bateadores derechos. Pero no juzgo a nadie, no culpo a nadie. El manager tendría sus razones, tendría sus estadísticas. Y esas son cosas que tú no controlas. Uno controla lo que puede controlar al momento que te llaman al montículo”.

EL TURNO

Ya parado en la lomita del loanDepot Park, la primera misión era hacer out a Turner.

“Mi mentalidad fue atacar la zona de una vez”, empezó Silvino a revivir el turno. “Le tiré el primer lanzamiento, sinker adentro, y fue strike. Después traté de elevarle la recta un poco, a ver si lograba que diera un fly al infield. Y él la falló y lo monté en dos strikes”.

Fue allí cuando entre Bracho y el receptor Salvador Pérez, acordaron tirar cambio. La decisión fue casi automática, absolutamente natural, porque es su segundo mejor envío, después de la recta. Era el lanzamiento que quería hacer. Eso nunca se lo cuestionará. La idea era tirarlo contra el suelo para “preparar” a Turner.

“Yo pensaba picarlo para después tirarle otra recta alta. Y si no hacía swing, volver a picarle el cambio. Estaba seguro de que podía poncharlo, o hacerlo out”.

EL PITCHEO

De lado en la caja, Silvino Bracho acomodó la pelota dentro de su guante – ese que tiene los colores de la bandera de Venezuela -- y se fue para el home. Tan pronto soltó la bola, supo que algo estaba mal.

“Desde el primer momento, yo sabía que había fallado el pitcheo”, confesó Bracho.

Lo único que pudo hacer en esas milésimas de segundo fue pedirle al cielo que Turner diera un foul. No lo escucharon. La bola llegó sobre el centro del plato, ligeramente hacia la esquina de adentro. Turner, en modo de supervivencia abajo en 0-2, no lo falló. La pelota salió disparada a 103.5 millas por hora, rumbo a las gradas entre el central y el izquierdo.

“Desde el contacto, yo sabía era jonrón”, aseguró el nativo de Maracaibo. “Fallé el pitcheo y ahí están las consecuencias. No lo logré picar. Siento que morí con mi mejor pitcheo”.

Ahí hace una breve pausa.

“Aunque no fue el mejor, porque lo fallé”.

Si los que estaban en el estadio y los millones que veían por televisión se sintieron mal, Bracho también:

“Es súper doloroso, y es algo que voy a tener en mente todo el tiempo, sabiendo que pude controlar la situación antes de que el jonrón pasara. Obvio que me duele, que lo siento muchísimo”.

“Nadie quiere fallar en ese tipo de situaciones”, aclaró lo que no tendría por qué aclarar. “A veces también la adrenalina, las emociones, la mente de querer hacer el trabajo, sacarlo de out. El lanzamiento me costó el partido.”

A SEGUIR REMANDO

Estados Unidos le había dado la vuelta a la pizarra, pero a Silvino Bracho, por mal que pudiese sentirse, le tocaba seguir trabajando. Lo esperaban Betts, Trout y Paul Goldschdmit. Venezuela estaba perdiendo. Pero Venezuela no había perdido. Faltaban dos innings.

“Allí es donde tienes que tener el profesionalismo y la ética para demostrar quién eres estando ahí. Si yo me salía de concentración, y hacía un desastre allí, el juego se hubiese podido ampliar y hubiese podido ser peor”.

A Betts le vino de una vez con recta para abrir el turno y luego logró hacerlo out con un largo elevado al central ante otra bola rápida. A Trout y Goldschmidt los ponchó… con dos cambios bajitos.

“Los ponché con el pitcheo que quería hacerle a Turner”, acotó. “Seguí enfocado y pude ejecutar los pitcheos y sacar a tres MVP, tres caballos de las Grandes Ligas”.

Bracho tiró 11 cambios (el 24% de los 45 pitcheos que hizo) en todo el Clásico Mundial. En los turnos terminados que terminaron con dicho pitcheo, los oponentes se fueron de 8-1 con dos ponches. El único hit fue el gran slam de Turner.

En total, en cuatro innings de labor, repartidos en tres juegos, le dieron dos imparables, le anotaron una carrera, no dio boletos y ponchó a dos. Su efectividad terminó en 2.25.

Es por todo eso, lo que había pasado antes y lo que pasó después del jonrón del campocorto estadounidense, que a Bracho también le costará olvidar. Siempre se preguntará por qué no lo trajeron antes.

“Yo solamente fallé un lanzamiento en todo el Clásico”.