Paquín Estrada, pionero y ‘Hombre de Acero’ del que pocos hablan en MLB

Si pudiste sintonizar el primer juego de la doble tanda que disputaron los Mets en contra de los Expos el 14 de septiembre de 1971, quizás hubieses deseado no haberlo hecho. Los Mets estaban en medio de una temporada en la que terminaron en el cuarto lugar y su campaña ya estaba definida para entonces, mientras que Montreal terminó 11.5 partidos por debajo de los Mets.

Así que probablemente habían pocos aficionados presentes cuando el mexicano Francisco “Paquín” Estrada, un receptor de 23 años de Navojoa, reemplazó al careta titular Jerry Grote en la parte alta de la sexta entrada. Permitió un pásbol que no causó daños en el marcador y conectó un sencillo en la parte baja de la séptima. Tuvo otro turno, pero falló con un rodado.

Estrada llegó a las Mayores sin mucha fanfarria a su alrededor, pero su salida causó incluso menos ruido. Todo, a pesar de haberse convertido en el primer receptor nacido en México en la historia de la Gran Carpa. Pero muy pocos lo sabían para entonces. Además, ese segundo turno del día fue su último en la liga, por lo que terminó con un promedio de por vida de .500.

Sin embargo, a pesar del breve paso de Estrada por las Mayores, en su país es un Salón de la Fama.

“Es uno de los mejores en la historia del béisbol mexicano”, señaló Horacio Ibarra Álvarez, historiador del Salón de la Fama del Béisbol Mexicano, en una conversación con MLB.com por Zoom. “México tiene una liga invernal y otra de verano, y él tiene récords en ambas”.

Estrada sólo participó en un partido en las Mayores, pero ciertamente eso no era lo que muchos esperaban para un jugador con tanto talento. “Paquín” se integró al legendario equipo de los Diablos Rojos cuando apenas tenía 18 años en 1966. Para 1970 ya era una superestrella. En esa temporada bateó .303 con 18 jonrones, 24 dobles y además dio 11 triples (El último receptor en dar tantos batazos de tres bases en un año fue Tim Carver en 1966, con 13).

“Había mucha expectativa”, señaló Álvarez. “Venía de una temporada espectacular con los Diablos Rojos del México. Eso fue lo que le llamó la atención a los scouts, para llamarlo a las Mayores. La expectativa era que iba a ser una potencia. Pero al final sólo disputó un partido, en el que ni siquiera fue titular”.

El Sporting News informó ese día que los Diablos Rojos habían enviado a Estrada a los Campamentos Primaverales de los Yankees en 1970 para “observar sus entrenamientos en un campamento de liga menor”, dándole a Estrada su primera experiencia en Estados Unidos. Aunque eso pareció ayudarlo en la campaña que tuvo en México, el tema del idioma seguía siendo un problema.

Según el columnista Red Smith, su incapacidad de hablar inglés lo dejó relegado en los campamentos con los Yankees, e incluso llevó a Estrada a llegar tarde a los campamentos de los Mets por haberse perdido en el camino.

“Para el momento en el que llegó a las Mayores, sólo 19 jugadores mexicanos en la historia habían visto acción en las Mayores”, dijo Álvarez. “En aquellos tiempos, si le preguntabas a los jugadores mexicanos, te dirían que el hecho de no hablar inglés era un factor. Los Mets tenían a un sólido receptor, Jerry Grote. No hablar inglés pudo haberlos perjudicado”.

Luego de terminada la temporada de 1971, Estrada fue incluido en uno de los cambios más recordados de la historia. Fue uno de los prospectos que los Mets enviaron a los Angelinos, junto a Nolan Ryan, por Jim Fregosi. Aunque Ryan despegó en California, Estrada sólo disputó 21 encuentros en la filial Triple-A de los Angelinos, antes de ser canjeado a Baltimore. Al siguiente año lo enviaron a los Cachorros, pero nunca volvió a ver acción en las Mayores.

Aunque ahí terminó su carrera por el béisbol afiliado, la leyenda de Estrada apenas estaba comenzando. En 1974 regresó a México con 26 años, y disputó siete temporadas con Puebla antes de integrarse a Campeche entre 1981 y 1984 – sin dejar de jugar todos los inviernos en la liga de su país. En 1985, a sus 37 años – una edad en la que casi todos los receptores comienzan a contemplar el final de sus carreras – Paquín no estaba ni cerca de colgar los ganchos. Se convirtió en manager-jugador durante la siguiente década, siendo receptor “entre 22 a 88 juegos por temporada”, según su biografía de SABR, escrita por Rory Costello.

Cuando finalmente puso a un lado sus aperos de cátcher al final de la temporada de 1994, Estrada había recibido un impresionante total de 2,415 juegos, empalmando además 84 jonrones, impulsando 923 carreras y conectando 2,089 hits en la liga mexicana. Además, jugó otras 30 campañas en la liga invernal, añadiendo 1,538 partidos, 1,269 imparables, 74 bambinazos y 514 remolcadas más.

Para ponerlo en comparación, el puertorriqueño Iván Rodríguez posee el récord de Grandes Ligas con 2,427 juegos como receptor, mientras que la leyenda japonesa Katsuya Nomura – quien empalmó 657 jonrones en la liga japonesa – capturó una impresionante cantidad de 3,017 partidos. De cualquier manera, son casi 1,000 juegos menos de los que recibió Estrada.

A pesar de haber estado detrás del plato durante casi 4,000 juegos, Estrada es aun más reconocido por su paso como manager, liderando a sus equipos a un total de 12 títulos y más de 800 triunfos. También fue el piloto de la selección mexicana en el World Baseball Classic del 2006 y estaba pautado para serlo de nuevo en el evento del 2017, antes de tener que apartarse por problemas de salud que terminaron derivando en su fallecimiento en el 2019.

“Su figura es incluso mayor como manager por las cosas que logró”, dijo Álvarez. “Fue un gran jugador y un excelente manager. Terminó jugando 30 temporadas en las ligas invernales y 26 en las de verano. Como manager, ganó siete campeonatos, dos Series del Caribe y tres títulos en la liga de verano. Además, siempre fue visto como una gran persona”.

Aunque los números de Estrada resultan curiosos, Paquín debe ser recordado por lo que logró a nivel internacional y por tener récords que quizás jamás sean superados.

“Es nuestro Johnny Bench”, expresó Álvarez. “Fue un estudiante del juego y esa habilidad lo ayudó durante su carrera como jugador y como manager. Claro, disputó un solo partido, pero eso ahora es centro de broma, al decir que es el mexicano con el mejor promedio de bateo en las Mayores en la historia”.

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