¿Firmará Lindor con Mets? Opina Mike Piazza

23 de marzo de 2021

Si alguien en este mundo entiende las particularidades de la situación del puertorriqueño Francisco Lindor, se trata de Mike Piazza. Hace 23 años, Piazza estaba en el tope de su carrera y a meses de la agencia libre cuando los Mets lo adquirieron en un mega-cambio con los Marlins (vía los Dodgers).

Al principio, estaba cauteloso sobre su nuevo hogar en Queens, hasta que se ajustó y empezó a ver a la ciudad como un reto. Rápidamente, Piazza no sólo aceptó Nueva York, sino que se comprometió a largo plazo. Semanas después de terminada la temporada de 1998, sin más que una breve revisada del mercado libre, Piazza firmó un contrato de siete años y US$91 millones para quedarse en los Mets. Terminó convirtiéndose en el segundo jugador del equipo que llega al Salón de la Fama y en una pieza clave en la historia de la franquicia.

“No fue sino como hasta finales de agosto que realmente empecé a decir, ‘Yo puedo hacer esto. Estoy destinado a jugar aquí y tengo que seguir con esto’”, recordó Piazza desde Port St. Lucie, Florida, donde estuvo haciendo su visita anual a los entrenamientos del equipo. “Las cosas terminaron funcionando”.

Debido a la situación del coronavirus, la mayoría de los embajadores de los Mets -- David Wright, Dwight Gooden, John Franco, etc – no hizo su acostumbrado viaje primaveral al Clover Park. Pero Piazza, quien tiene una casa en Miami a pesar de vivir casi todo el año en Italia, estaba mucho más cerca del complejo de los Mets que la mayoría. Cuando se presentó el lunes, el manager del equipo, el dominicano Luis Rojas, lo llevó directo al clubhouse, donde muchos de los jugadores no lo conocían personalmente.

Piazza le dijo al grupo que si alguien tenía una pregunta específica, no tuviesen miedo de mencionarlo. Y muchos lo hicieron. Entre esas conversaciones estuvo una con Lindor, quien llegó a los Mets en enero en una transacción parecida a la que trajo a Piazza a Nueva York en 1998.

No hay dos situaciones idénticas, por supuesto, con asuntos familiares únicos y aspiraciones profesionales que todos los jugadores deben considerar. Pero la decisión de extender el contrato que actualmente enfrenta Lindor tiene claros paralelos con lo que vivió Piazza. Consolidado ya como una superestrella cuando llegó, Piazza no estaba seguro sobre su futuro hasta que pasó unos meses en Queens. Sí, los US$91 millones que le ofrecieron los Mets – un récord de Grandes Ligas para ese momento – jugaron el papel más importante en su firma, pero Piazza no iba a poner su firma en un contrato si no se sentía cómodo en Nueva York.

“Hay un componente espiritual en todo esto”, dijo Piazza. “Lindor tiene que salir y sentirse cómodo, y el hecho de que tenga un equipo tan bueno a su alrededor también es importante. Para mí, también estaba el elemento humano. Estábamos en un momento con el equipo en que sabíamos que estaban tratando de ganar, así que iban poner las piezas para lograr eso. Entonces, ése es mi único consejo para él: Simplemente sal y juega. Ve a jugar, pon tus números y si está destinado a suceder, se va a quedar aquí”.

Al poco tiempo de reportarse a su primer campamento con los Mets el mes pasado, Lindor describió una mentalidad similar, afirmando que no podía comenzar a pensar en una extensión sin primero conocer las particularidades de la organización.

“Ellos tienen que conocerme”, dijo Lindor varias veces.

Todavía está por verse si el paso de Lindor por los Mets terminará siendo como el de Piazza, con su nombre repetido a lo largo de los libros de récords de la franquicia y su número retirado colgando en lo más alto del Citi Field. Los directivos del equipo siguen conversando sobre un potencial acuerdo de nueve cifras con el boricua, quien ha expresado que no va a negociar después del Día Inaugural.

Eso les da a los Mets alrededor de una semana para completar un acuerdo como el que transformó a Piazza de una superestrella en Nueva York o todo un neoyorquino de verdad.

“Para utilizar una metáfora, no te puedes robar la segunda con un pie en la primera”, dijo Piazza. “Tienes que meterte mar adentro y entrar en ciertas áreas que podrían ser un reto para ti. ¿Pero saben qué? No puedes tenerle miedo al fracaso. El único fracaso es no intentarlo. Entonces, para mí, cuando uno acepta eso, las cosas terminan funcionando”.