Arozarena ya luce como estrella en ascenso

4 de octubre de 2020

ST. PETERSBURG -- ¿Quién es Randy Arozarena?

El dinámico novato cubano que explotó en esta temporada, estableciéndose como uno de los mejores jugadores jóvenes en las Mayores. Arozarena conectó siete jonrones, se robó cuatro bases y dejó un OPS de 1.022 en 64 turnos en 23 juegos, jugando tan bien que el manager Kevin Cash lo ubicó en el tercer puesto de la alineación durante la barrida sobre los Azulejos en la Serie del Comodín de la Liga Americana. Y el oriundo de la Habana respondió, yéndose de 9-4 con tres extrabases y regalándole al mundo del béisbol una previa de lo que está por venir.

“Parece que una vez le lanzan complicado y falla un swing, lo almacena en su banco de memoria. Cuando vuelve a pasar ya está listo”, dijo Cash. “Esa es una señal de un gran bateador, que puede hacer ajustes en un mismo turno o entre veces al bate en un juego”.

Desde que se unió al equipo el 30 de agosta ante los Marlins, los Rays tuvieron marca de 11-6 cuando Arozarena estuvo en la alineación titular. En el último mes de temporada, Arozarena encabezó a los líderes de la Liga Americana con siete jonrones y nueve batazos extrabases y fue el cuarto en el equipo con 17 batazos conectados con fuerza.

La velocidad en el bate de Arozarena es lo primero que resalta, pero no es la única herramienta que tiene a disposición. El cubano de 25 años promedió una velocidad de 29 pies por segundo en las bases, bien por encima del promedio (27) y ha probado ser un defensor versátil con un brazo por encima de la media, en los tres puestos de los jardines. Todas estas herramientas tienen a muchos preguntando: “¿Quién es este chico?”.

Es Randy Arozarena.

Con sólo 19 años, Arozarena fue el intermedista titular del equipo Pinar del Río, en la Serie Nacional Cubana. Lideró a su equipo con 15 bases estafadas y fue tercero en jonrones, a pesar de ser el jugador más joven del roster.

A pesar del éxito, cuando Pinar del Río conformó su roster para la Serie del Caribe del 2015 en Puerto Rico, prefirieron tomar a jugadores con más experiencia. La creencia es que el equipo de Cuba temía sobre su posible deserción, pero dejarlo fuera del roster obligó a Arozarena a analizar mejor su futuro.

“Sentí que me dejaron por fuera, de la misma manera que otros jugadores lo han sentido antes”, dijo Arozarena a MLB.com. “En Cuba, si tienes una o dos semanas malas, te apartan hacia un lado y se olvidan de ti. Pero con eso, yo pensaba: ‘Antes de que me pase eso, tengo que salir de aquí’”.

Arozarena viene de orígenes humildes. Creció en la capital cubana de La Habana, en donde dependía de su padre para proveerle a su familia. El “trabajo” de Arozarena era enfocarse en la escuela y en los deportes. El fútbol fue la primera pasión de Arozarena, y sigue siendo uno de sus pasatiempos preferidos, algo que pudiera explicar su gran corrido de bases. Su hermano, Raiko, es el arquero de los Venados F.C., un equipo de la segunda división de la Liga de Fútbol mexicana.

“Él solía jugar béisbol y yo fútbol”, dijo con una sonrisa Arozarena. “Así que lo roles se han revertido”. 

Arozarena no comenzó a jugar béisbol hasta que su entrenador de fútbol lo llevó a una práctica en donde un equipo local necesitaba jugadores extras. Una vez tomó un bate, Arozarena rápidamente cambió sus ganchos de fútbol por unos de béisbol, y con el pasar del tiempo, comenzó a demostrar esa rapidez con el bate por la cual los Rays se vieron atraídos. Con sólo 18 años, firmó un contrato profesional con Pinar del Río.

A lo largo del camino, su padre, Jesús, fue su apoyo principal, nunca se perdió ninguna práctica o juego. En el 2014, su papá asistió a uno de sus encuentros de postemporada en otra ciudad, en donde consumió un plato de pescado que le dio una intensa reacción alérgica. Falleció poco después.

“Perder a mi padre a tan temprana edad es la cosa más difícil que he tenido que pasar, y perderlo en un terreno de béisbol, eso se mantiene conmigo y me pone triste cuando pienso en ello”, dijo Arozarena. “Luego de eso me sentí solo”.

Luego del fallecimiento de su padre, el rol de Arozarena cambió en su casa. Inmediatamente se sintió responsable de ayudar financieramente a su familia, creando una mayor urgencia de buscar una carrera profesional en Estados Unidos. 

Ese Randy Arozarena. 

Con la decisión tomada de salir de Cuba, Arozarena tuvo una conversación complicada con su madre, quien se convirtió en su confidente tras la muerte de su padre. Ambos entendieron las consecuencias de desertar, incluyendo la posibilidad de no volverse a vez jamás. Hizo sus planes con la bendición de su madre.

“Honestamente tienes que arriesgar tu vida por la de tu familia”, dijo Arozarena. “Tomé el chance y afortunadamente, llegué aquí sin problemas y ahora puedo representar a los Rays de Tampa Bay”.

Sólo unas semanas después, el plan de Arozarena de partir a México ya estaba en desarrollo. Tenía sólo 29 años cuando decidió dejar atrás a su familia y montarse en una lancha. Arozarena no recuerda exactamente cuántas personas estaba con él, pero estima que habían ocho más a bordo.

Pasó ocho horas en el Golfo de México, orando por poder llegar a salvo. El infielder de los Rays, Yandy Díaz, quien también desertó de Cuba, dijo que vio tiburones durante su viaje. Arozarena dijo que sólo vio tortugas y delfines. Sin embargo, el miedo fue el mismo.

“Cuando estás en el océano, lo único que piensas es en llegar a salvo”, dijo Arozarena. “Hay personas que están allí por días, meses y hay otros que no lo logran y mueren. Cuando estás en uno de esos botes en el medio del Golfo de México, lo único que puedes pensar es en sobrevivir”.

Una vez llegó a México, Arozarena dijo que tuvo que esperar que todo el papeleo estuviera en orden para poder firmar con una organización en las Mayores. El proceso tomó un año y tres meses. Mientras tanto, los scouts de Grandes Ligas mantuvieron un ojo en el jugador de 21 años que estaba con Tijuana, en la liga mexicana.

Durante su tiempo ahí, Arozarena continuó demostrando sus condiciones. Los Cardenales, quienes lo firmaron por US$1.25 millones como agente libre internacional en el 2016, estaban atentos a su desarrollo desde que jugó con el equipo de Cuba en la Copa Mundial Sub-18 en el 2013. Ese equipo incluyó a los jugadores de los Medias Blancas Yoán Moncada y Luis Robert, el prospecto de los Marlins Víctor Víctor Mesa y la promesa de los Orioles Yusniel Díaz.

“Jugó mucho en la segunda base en Cuba, y cuando lo vimos en México estaba defendiendo la pradera central –eso fue algo bueno de ver”, dijo el asistente al gerente general de los Cardenales, Moisés Rodríguez. “Lucía natural. Era atlético, rápido, buen bateador y corría; todas las herramientas que buscas”.

Ese es Randy Arozarena. 

Luego de firmar con San Luis, a sus 22 años, Arozarena disputó su primera temporada como profesional en Estados Unidos en Clase-A Avanzada Palm Beach y Doble-A Springfield. Naturalmente, fue un golpe cultural para Arozarena, quien no entendía el lenguaje.

Durante los primeros dos meses de ese año, Arozarena se volvió a sentir solo. No podría comunicarse con sus compañeros, ni reírse de los chistes, y nadie podía conocer su personalidad o apreciar su sentido del humor.

“No tenía amigos. No hablaba con nadie. Se sentía raro”, dijo Arozarena. “Pero cuando miraba a mi alrededor me decía a mí mismo que estaba aquí para dar el 100% y no preocuparme por otra cosa que no fuera jugar béisbol, porque eso es lo que sé hacer”.

Arozarena le da crédito a su mentalidad por el éxito que tuvo después en la temporada. Dio 11 jonrones en su primera campaña en las menores y sus compañeros comenzaron a acercársele. En el 2018, Arozarena pasó por Triple-A, pero dijo que no se sentía listo. Se ponchó 59 veces en 89 juegos con Memphis y fue bajado a Doble-A, en donde empalmó siete bambinazos en 24 juegos.

En la próxima temporada, Arozarena estaba nuevamente en Triple-A Memphis, pero en esta ocasión, demostró que sí estaba listo. Dio 12 cuadrangulares y dejó OPS de 1.028 en 24 encuentros, convirtiéndose instantáneamente en uno de los mejores jugadores jóvenes en las fincas de los Cardenales. En agosto, recibió el llamado a Grandes Ligas, logrando lo que se propuso al salir de Cuba.

“Las ligas menores fueron complicadas, pero cuando salí de Cuba sabía las dificultades que tendría por delante”, confesó Arozarena. “Comencé a relacionarme con mis compañeros dominicanos. Y con los que no sabían español, lograba que me entendieran. Eso me dio mucha confianza, por eso pude superarlo”.

Ese es Randy Arozarena. 

Cambiar lanzadores como Matthew Liberatore –el sexto mejor prospecto zurdo, según MLB Pipeline—es algo que no suelen hacer los Rays. Pero el 9 de enero, lo enviaron junto al receptor y prospecto venezolano Edgardo Rodríguez y una selección suplementaria del Draft amateur, a los Cardenales por el inicialista venezolano José Martínez, otra selección suplementaria del Draft y Arozarena. La disposición de Tampa de incluir a Liberatore, quienes creen puede ser un futuro candidato al premio Cy Young, habla del aprecio que tienen por el jardinero cubano. 

Fue una apuesta, pero parece haber rendido dividendos de manera inmediata. Luego de unos Entrenamientos Primaverales impresionantes, en los que bateó .400 con nueve boletos y tres bases robadas, Arozarena estaba alineado para ser parte de los Rays cuando volvieran al terreno para el campamento en julio.

Pero luego vino otro obstáculo. 

Arozarena dio positivo por COVID-19. Continuó arrojando positivo durante un mes, forzándolo a perderse el campamento de verano y el primer mes de la temporada del 2020, a pesar de no presentar síntomas.

Durante la cuarentena en un apartamento en St. Petersburg, Arozarena aprendió a cocinar. Todo lo que sabía hacer era arroz y pollo, por lo que comió eso casi todos los días. Además, hacía cerca de 300 flexiones por día y se reportó al entrenamiento alterno en Port Charlotte, Florida, con 15 libras adicionales de músculo.

Luego de pasar cerca de tres semanas rehabilitándose allí, los Rays llamaron a Arozarena el 30 de agosto en Miami. El jardinero no ha mirado hacia atrás desde entonces.

“No esperas que los chicos tengan [ese éxito] inmediatamente”, dijo el coach de bateo de los Rays, Chad Mottola. “Pero el hecho de que lo haya hecho no es una sorpresa. Lo vi en video, y no conocía mucho sobre él cuando pensábamos en adquirirlo, pero resaltó de inmediato.”

Ese es Randy Arozarena. 

Fuera del terreno, Arozarena es calmado. Continúa trabajando en su inglés, pero no es lo necesariamente fluido como para tener largas conversaciones. Arozarena dijo que siempre ha sido una persona tranquila, que se enfoca en ser fuerte mentalmente para estar listo para jugar. A pesar de la barrera del idioma, ha comenzado a mostrar más su personalidad, algo que evidenció en una batalla de baile que tuvo con el jardinero de los Rays Brett Phillips, después de que el equipo ganara el Este de la Americana en el Citi Field, el 23 de septiembre. Arozarena admite que perdió el duelo, pero bromeó diciendo que sólo “estaba tratando de mover mi cuerpo un poco”.

“No habla mucho, pero es una chispa para nuestra alineación. No hay otra manera de ponerlo”, dijo el receptor de los Rays, Mike Zunino. “Nos ha liderado con la manera en la [que ha jugado] últimamente”. 

En el terreno, Arozarena ha respondido. Los puso en la pizarra con un jonrón de dos carreras en la primera entrada de la victoria 5-2 ante los Yankees del 2 de septiembre. Dio dos cuadrangulares en el triunfo 8-5 sobre los Mets, para asegurar el primer banderín divisional del equipo desde el 2010.

Arozarena también fue responsable por la primera carrera en la postemporada de los Rays, con un triple que dio en la cuarta entrada ante el lanzador de los Azulejos Robbie Ray, y luego anotó con un wild pitch, para darle la ventaja 1-0 a Tampa Bay. Mostró su velocidad en esa secuencia, corriendo 29.7 pies por segundo.

“Creo que llegará un punto en su carrera en el que la gente ya no dirá ‘¿Quién es este chico?’”, dijo Cash. “Va a demostrar consistentemente lo bueno que es. Es un jugador especial y ya ha mostrado las habilidades que tiene”.

Ese es Randy Arozarena. Una estrella en formación.