10 grandes momentos de Latinoamérica en la SM

22 de octubre de 2019

Latinoamérica acumula pasajes memorables en el siglo de historia que cumple ya en la Serie Mundial, desde que el cubano Adolfo Luque hizo su debut en el Clásico de Otoño, en octubre de 1919.

El propio Luque relevó en grande durante la sexta entrada del quinto juego en 1933, extinguiendo la sublevación de los Senadores y llevando el encuentro a un extrainning que ganaron los Gigantes, para conquistar la corona. A partir de allí, cada vez son más los capítulos decisivos protagonizados por los representantes de la región en la cita que termina cada temporada.

Aún resuenan los aplausos por el hit con que el venezolano Luis Sojo decretó el final de la Serie del Subway, dejando en el terreno a los Mets, en 2000. Y lo mismo sucede con la conducción impecable de su compatriota Ozzie Guillén y del puertorriqueño Alex Cora, que llevaron respectivamente a los Medias Blancas, en 2005, y a los Medias Rojas, en 2018, a la obtención del trofeo que distingue al campeón.

Son tantos episodios, que resulta un verdadero desafío hacer un recuento con los 10 momentos culminantes escritos por los representantes de América Latina en el siglo de camino que llevan ya en la Serie Mundial. Aquí lo intentamos en cuenta regresiva.

10) Aroldis Chapman vs. la Maldición de la Cabra

El cubano Aroldis Chapman permitió tres carreras en la Serie Mundial de 2016, desperdició una ocasión de salvar y dejó una efectividad nada rutilante de 3.52 ante los Indios. Pero difícilmente los Cachorros habrían podido terminar con la Maldición de la Cabra, de no contar con él en el bullpen.

Chapman tuvo un desempeño casi heroico en esa refriega. Apareció en cinco de los siete encuentros y en cuatro de ellos trabajó por más de un inning. En los tres choques disputados entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre sumó 5.1 episodios y realizó 97 pitcheos. Y aunque el cansancio posiblemente le cobró factura y no pudo evitar el extrainning del duelo decisivo, merecidamente cargó con la victoria al regresar a la loma en el noveno pasaje y silenciar a la tribu por la vía rápida, después de tropezar del octavo.

Chicago entregó el oro y el moro a los Yanquis para hacerse de sus servicios poco antes, el 31 de julio. Gleyber Torres ahora es una estrella en Nueva York. Pero los Cubs dieron tanto pensando en conquistar el trofeo ese mismo año, y gracias al antillano así pasó.

9) Miguel Cabrera se presenta en sociedad

Tenía apenas 20 años de edad y cuatro meses en las Grandes Ligas. Aún no era más que un prospecto de gran talento, con mucho por demostrar. Pero Miguel Cabrera dio una clara señal de lo que estaba por venir en su carrera, cuando en la Serie Mundial de 2003 fue a batear en la primera entrada del cuarto tope, con Roger Clemens sobre la lomita.

Clemens hizo lo que hacían los serpentineros de la vieja escuela. Le recostó un lanzamiento cerca del rostro que puso en apuros al venezolano. Luego de eso, le miró con suficiencia y despreocupación. El novato de los Marlins no ocultaba la sorpresa.

El boricua Iván Rodríguez corría en el primer cojín y Cabrera se fajó en el plato. Siete envíos le hizo el as de los Yankees, tratando de pasarlo, hasta que el joven finalmente le puso la pelota al otro lado de la barda. Le había ganado la batalla a uno de los mejores monticulistas de todos los tiempos y había dejado para la posteridad una declaración de su propia grandeza.

8) El bombazo de Alex González

Un compatriota de Cabrera sería el último bateador de aquel cuarto duelo entre los Yankees y los Marlins, en 2003. Cuesta elegir dos momentos de un mismo cotejo entre tantos Clásicos de Otoño, pero no hay manera de dejar fuera aquella reacción del novato ni se puede olvidar lo que pasó unas horas después.

El compromiso estaba empatado en el undécimo episodio, con Jeff Weaver sobre el morrito. La mayor experiencia de los neoyorquinos iba a ser una piedra muy pesada sobre la lápida de Florida, en caso de llevarse el resultado, poniendo la serie 3 por 1.

Pero no, no se lo llevaron. El venezolano Alex González abrió el episodio ante Weaver y le sacó la pelota en cuenta de 3-2, para dejar en el terreno a sus oponentes, nivelar la refriega y cambiar el destino de la confrontación.

7) Sandy Amorós, el salvador de Brooklyn

El cubano Sandy Amorós era uno de los Muchachos del Verano, aquellos Dodgers que en 1955 todavía jugaban en Brooklyn y buscaban obtener la primera Serie Mundial de la franquicia.

La rivalidad en ese octubre estaba igualada a tres victorias con los Yankees, la todopoderosa escuadra llena de veteranos que coleccionaban anillos y botellas de champaña. ¿Cómo no pensar que el resultado sería el habitual, aunque los esquivadores ganaran 2 por 0 después de cinco innings en el juego final?

Yogi Berra descargó un sólido batazo al jardín izquierdo en el sexto acto, con dos corredores a bordo. Fue una de esas conexiones que pueden cambiar la historia. Pero en el outfield estaba un patrullero capaz de evitarlo, con su defensiva.

Amorós corrió a toda velocidad y atrapó la pelota para sorpresa de sus oponentes, llegando ya a la raya de cal. Y devolviendo la pelota al cuadro, sin perder un segundo, dobló a Gil McGougald en la inicial. Sería la última amenaza de los Bombarderos del Bronx y el principio de la única celebración de los Dodgers en Brooklyn.

6) El comienzo de la Fernandomanía

Fernando Valenzuela lo ganó todo en 1981: fama, muchísima, y también popularidad; ganó el premio al Novato de Año y también el Cy Young. Y en el tercer duelo ante los Yankees, con los Dodgers abajo 2 encuentros por 0, obtuvo también la victoria que allanó el camino para un rotundo e inolvidable regreso, que le dio a Los Ángeles la corona.

El zurdo mexicano tiró completo ante un lineup rutilante, donde estaban Willie Randolph, Dave Winfield, Lou Piniella y Bob Watson. Tenía apenas 20 años de edad. Se convirtió en el pitcher más joven en comenzar un cotejo en el Clásico de Otoño y le dio su primer triunfo a los azules.

Tres jornadas después, Valenzuela festejaba con sus compañeros la conquista de la Serie Mundial.

5) David Ortiz, imparable en 2013

Pocos bateadores han dado una demostración de contundencia y eficacia como David Ortiz en la Serie Mundial de 2013.

Big Papi ya era un guerrero curtido en siete postemporadas cuando en el quinto inning del primer choque consiguió su primer hit ante los Cardenales. Lo que vendría después sería una avalancha ofensiva, que terminaría por darle el premio al Jugador Más Valioso sin discusión.

El astro dominicano sacó la pelota en el séptimo, para ampliar la ventaja de sus Medias Rojas, y ya no se detendría. Terminaría con 11 hits en 16 turnos, más 8 boletos, que le permitieron estar en circulación en casi todos sus viajes al home. Dejó una línea de .688/.760/1.188, más dos cuadrangulares, seis empujadas y 1.948 de OPS.

De todas las demostraciones de los latinoamericanos en el Clásico de Otoño, ninguna ha sido la más arrolladora que esa.

4) Edgar Rentería corona a los Marlins en 1997

Es uno de los momentos emblemáticos de las Grandes Ligas: el colombiano Edgar Rentería corriendo alborozado hacia la inicial, tras conectar el hit al centro que decidiría las acciones, dejando en el terreno a los poderosos Indios en la Serie Mundial de 1997.

Rentería apenas tenía 21 años de nacido cuando fue al plato buscando traer desde tercera a Craig Counsell. Era el episodio número 11 en el séptimo cotejo del lance. Pura adrenalina y tensión. Y la fiesta se desató cuando su inatrapable coronó por primera vez en la historia a un equipo salido de wild card.

3) Luis González siembra alegría en el desierto

Nacido en Estados Unidos, pero de sangre cubana y lengua española, Luis González sigue siendo la imagen de los D'backs por muchas razones y muchos batazos. Y es recordado especialmente por ese que largó el 4 de noviembre de 2001, para darle fin a aquella temporada.

Fue un momento parecido al sucedido cuatro años antes, pero con más drama.

Sobre la lomita estaba el panameño Mariano Rivera, el mejor relevista de todos los tiempos, que terminaría convirtiéndose en el primer miembro de Cooperstown elegido por unanimidad. Y con las bases llenas, en la parte baja del noveno, González dejó caer una bala fría detrás del abanico, que empujó a Jay Bell con la carrera que dejó en el terreno a los tricampeones Yanquis y le dio a Arizona su primer título en la Serie Mundial.

2) Pablo Sandoval contra Justin Verlander

Los Tigres llegaron a la Serie Mundial de 2012 con buen rostro, por su firme pitcheo abridor. La rotación estaba encabezada por Justin Verlander en su mejor momento, pero también era el mejor momento de quien sería su némesis: Pablo Sandoval.

El venezolano decidió el rumbo de la confrontación en sus primeros dos turnos. Le sacó la pelota dos veces a Verlander y agregó otro jonrón en el quinto contra Al Albuquerque. No se había completado la mitad de choque y el as de Detroit estaba en las duchas, San Francisco mandaba cómodamente y el Panda tenía cara de MVP.

Esos tres vuelacercas igualaron el récord para un choque de este tipo, impuesto por Babe Ruth y emulado por Reggie Jackson y Albert Pujols, tiempo después.

1) Albert Pujols, leyenda de San Luis

Esos tres bambinazos de Pujols en una misma jornada ocurrieron exactamente un año antes, en la que sería su última zafra con los Cardenales. Y con ellos hizo historia en la Serie Mundial.

La explosión del dominicano ocurrió en el tercer choque, en la casa de los Rangers, y fue parte de una sucesión de récords.

Igualó a Ruth y a Jackson. Igualó la marca para un Clásico de Otoño con cuatro hits en cuatro innings consecutivos. Igualó las seis empujadas en un choque, que Bobby Richardson e Hideki Matsui ostentaban como la marca absoluta en este tipo de citas. Y con eso, obligó a Texas a tener que viajar de vuelta a San Luis, donde, días después, los pájaros rojos se impusieron dos veces, para alzarse con el trofeo del campeón.