TORONTO -- Los Azulejos podrían apenas estar comenzando. Kyle Tucker, considerado el mejor jugador disponible en la agencia libre este invierno, visitó el complejo de entrenamientos primaverales del club canadiense en Dunedin, Florida, el miércoles, según le informó una fuente a MLB.com.
Tan solo un día después de anunciar su acuerdo de siete años y US$210 millones con Dylan Cease, los Azulejos vuelven a apuntar alto.
Tucker reside en Tampa, cerca del complejo, lo que hizo que la visita fuera sencilla, pero de igual forma demuestra el interés de Toronto en fichar al jardinero de 28 años, quien podría recibir un contrato superior a los US$300 millones. Los Azulejos también siguen interesados en un posible regreso de Bo Bichette, pero tras casi una década en la organización, Bichette no necesita una visita guiada.
Todo esto recuerda a la puja que hicieron por Shohei Ohtani hace dos temporadas muertas, que incluyó un recorrido por el complejo. En esta ocasión no habrá el mismo drama --incluyendo aquella famosa videollamada por Zoom en la que el gerente general Ross Atkins se negó a revelar dónde estaba--, pero las expectativas siguen siendo altísimas.
Toronto, que llevó a los Dodgers a extrainnings en el Juego 7 de la Serie Mundial, no se conforma con ese recuerdo.
Este invierno tomó impulso desde temprano cuando Shane Bieber ejerció su opción de jugador por US$16 millones en noviembre, y tras fichar a Cease como el “pez gordo”, los Azulejos también acordaron un contrato de tres años y US$30 millones con el derecho de ascendencia mexicana Cody Ponce, quien regresa tras cuatro temporadas en Japón y Corea con una carrera revitalizada. Esta rotación es una de las mejores del béisbol --y también una de las más profundas--, pero los Azulejos necesitan un bateador de poder.
Tucker encaja perfectamente en Toronto. Sí, un talento como él puede adaptarse a cualquier equipo, pero hace todas las cosas que definen el nuevo estilo de “béisbol Azulejo”, una identidad forjada por el equipo del 2025 y que ha llegado para quedarse. Tucker pone la bola en juego, se embasa con frecuencia y aporta poder con un enfoque sólido, registrando un OPS de .865 y entre 20 y 30 jonrones en cada una de las últimas cinco temporadas. Si hay alguna duda sobre Toronto, puede aclararse fácilmente con algunos excompañeros suyos, como George Springer y Myles Straw.
Las necesidades en los jardines de Toronto también deberían ser un tema más relevante. Así como Bichette encajaría naturalmente en el medio del cuadro, ya sea en la segunda base o en el campocorto, Tucker llena una necesidad real más allá de su talento.
Daulton Varsho será agente libre después del 2026. Lo mismo ocurre con Springer, quien ya es más un bateador designado, y el venezolano Anthony Santander seguramente ocupará algunos de esos turnos cuando el ciclo de Springer en Toronto llegue a su fin. Aunque los Azulejos han tenido algunos aciertos en el desarrollo de jardineros --como Nathan Lukes, Addison Barger y Davis Schneider--, ha pasado demasiado tiempo desde que desarrollaron a un jardinero con nivel de All-Star. Tucker es precisamente eso, año tras año.
El dinero, por supuesto, es un factor. Tucker no alcanzará los mega-contratos del astro dominicano Juan Soto o Shohei Ohtani --ni siquiera la mitad de los US$700 millones de Ohtani parece realista--, pero cualquier acuerdo podría superar los US$30 millones por temporada. Los Azulejos ya se preparan para pagarle bien al dominicano Vladimir Guerrero Jr., junto a Cease, pero sus finanzas están bien proyectadas para los próximos años. Mientras la directiva de Rogers se mantenga decidida a invertir, el equipo tiene la capacidad de sostener este tipo de gasto sin contratos problemáticos en los libros y sin una temporada a la vista que amenace con atascar financieramente al club.
El interés de Toronto en Tucker ha sido evidente desde hace tiempo. Ahora, al haber cruzado esas puertas, el de Tucker también lo es.
Ese renovado complejo en Dunedin, considerado una joya de la Florida, es un argumento de venta fuerte.
Esto ya no es terreno nuevo para los Azulejos. Saben lo que se siente al atrapar al gran objetivo. Y tras su mejor temporada en más de 30 años --una que reavivó la pasión por el béisbol en todo el mercado canadiense--, tienen hambre de más.
