El apoyo de su madre ha sido clave en el éxito de Graterol

El relevista de los Dodgers se apoyó en su familia para superar obstáculos

10 de octubre de 2022

LOS ANGELES – nunca lo olvidará. Mientras esperaba por el autobús que lo llevaría a un tryout en Maracay, Graterol volteó y vio a una madre y a su hijo vendiendo frutas y vegetales.

Su mamá, Ysmalia, que estaba parada a su lado, se aseguró de que Graterol – quien tenía 15 años en ese momento – viese bien lo que estaba pasando. No lo hizo para asustarlo, sino para que entendiera la importancia de mantenerse enfocado.

“Mira, hijo, si esta bendición no se vuelve realidad, vamos a estar como esa familia”, recuerda Graterol que le dijo su mamá. “Fue bien duro cuando mi mamá me mostró esa realidad. Yo no dije nada. Pero afortunadamente aquí estamos”.

Y aquí está ahora, luciendo como una parte importante del estelar bullpen de los Dodgers que ayudó al club a establecer un récord para la franquicia con 111 victorias en la temporada regular. Los Ángeles, que comenzará la postemporada sin un cerrador fijo por primera vez en una década, seguirá apoyándose en Graterol mientras buscan su segundo anillo de Serie Mundial en tres años.

Si bien Graterol seguramente hará sentir su presencia tirando sinkers de 101 mph y su devastadora slider, el derecho típicamente es mucho más reservado en el clubhouse. También es alguien al que le gusta divertirse.

A principios de esta temporada, Graterol, de 24 años, salió con un guante gigante a la práctica de bateo, causando que Phil Bickford se retorciera de la risa. Graterol tiene una mano de Iron Man en su locker. Y siempre está bromeando con el dominicano Hanser Alberto y el mexicano Julio César Urías en la cueva, y con Yency Almonte en el bullpen.

Durante la práctica de bateo, Graterol algunas veces le pregunta al compañero que tiene más cerca si quiere hacer una carrera hasta el dugout. Ese lado energético y divertido es el que han disfrutado los Dodgers durante las últimas dos temporadas. Desde que se unió a la organización en el 2020, el pitcher al que ahora apodan “Bazuca” se ha convertido rápidamente en un favorito de la afición.

“Yo he pasado por momentos bien bonitos en mi vida”, le dijo Graterol a MLB.com. “Y por algunos bien duros”.

Los buenos recuerdos han estado a la vista de todos. Hizo su debut en las Grandes Ligas con los Mellizos el 1 de septiembre del 2019, cumpliendo su sueño de llegar a las Mayores. En el 2020, ganó la Serie Mundial con los Dodgers. La siguiente temporada muerta se casó con su esposa.

Pero son esos momentos difíciles, de los que no sabe mucha gente, los que han ayudado a convertirlo en el hombre que es hoy.

Graterol creció en Calabozo, una pequeña ciudad de Venezuela con una población cercana a las 100,000 personas. Fue criado por su madre, quien siempre lo motivó a jugar diferentes deportes cuando era un niño. Ella había sido jugadora de softball. Él escogió béisbol, fútbol y voleibol.

Pero a medida que Graterol iba creciendo, también fue expuesto a las realidades que vienen de la mano cuando no se tiene dinero o recursos y al mismo tiempo vives bajo una dictadura. Frecuentemente se le acercaba gente preguntándole si estaba interesado en robar o vender drogas y armas. Buscando dinero fácil, algunos de sus amigos de la infancia cayeron víctimas de esas tentaciones.

“Esas malas influencias en algún momento te parecen atractivas, no puedo mentir, porque estás hablando de ganar dinero, ¿entiendes lo que quiero decir?”, dijo Graterol. “Pero pude pelear contra esas malas influencias porque yo sabía lo que quería en mi vida”.

Lo quería Graterol era una carrera como jugador de béisbol. Cuando cumplió 14 años, su madre le preguntó si quería terminar la escuela o si quería hacer del béisbol su profesión, una difícil elección que la mayoría de los jugadores de pelota en Latinoamericana ultimadamente tienen que hacer.

Graterol escogió enfocarse en el béisbol.

Con su madre haciendo de entrenadora, empezó a entrar todos los días. Pero al principio, Graterol no estaba despertando la atención de los scouts que estaban esperando. La primera vez que visitó una academia, los cazatalentos vieron a un muchacho bien delgado durante una recta que no pasó de 78 mph. No despertó interés en ese momento, pero lo invitaron para que volviese un mes después si era capaz de aumentar su velocidad.

Regresó a Calabozo para seguir entrenando, siempre empujado por su madre. Lo levantaba a las 5 a.m. para ir a correr y hacer rutinas de ejercicios.

“Ella peleó junto a mí todo el tiempo”, dijo Graterol de su madre. “Ella es mi todo”.

Graterol regresó a la academia para participar en una prueba junto a otros 60 pitchers. Fue el último lanzador en subirte a la lomita, y esta vez sí logró captar varias miradas. Su recta tocó las 84-85 mph. Varios scouts se interesaron en firmarlo, pero fueron los Mellizos los que lo convencieron con un bono de US$150,000 en el 2014.

“Cuando comenzó a lanzar, enfrentó a dos bateadores. Pero cuando terminó de lanzarle al segundo, se lesionó un poquito la pierna”, recordó José León, el director de scouts de los Mellizos en Venezuela. “Pero, aunque fueron sólo dos bateadores, sabíamos que era algo especial”.

Poco tiempo después de firmar con Minnesota, Graterol empacó sus maletas y se fue a la República Dominicana. Estaba ansioso por comenzar su travesía, algo con lo que había soñado durante años. Pero apenas un día después de dejar su casa, recibió una llamada que nunca olvidará.

Su tío había fallecido repentinamente. Los dos eran de la misma edad y habían crecido juntos. Graterol se apoyó en su tío, a quien se refiere como su hermano, durante los momentos más duros de su vida. Todavía, Graterol le sigue rindiendo tributo apuntando al cielo cuando termina una entrada.

“Ese es el obstáculo más grande que he enfrentado en mi vida. Es algo que yo pensaba que no iba a superar”, confesó el espigado y fornido derecho. “De verdad pensé en dejar el béisbol porque él era el hombre de la casa, y yo estaba allá (en Dominicana) buscando un sueño. Luego se muere y yo empiezo a pensar, ‘Ok, me voy a ir a la casa a estar con mi familia y ser el hombre de la casa’. Pero yo sabía que mi mamá no iba dejar que eso pasara”.

Tenía razón. Después de consultarlo con su mamá y el resto de la familia, Graterol se quedó en la academia en la República Dominicana, aunque admitió que le hubiese gustado recibir permiso de los Mellizos para volar a Venezuela y asistir al funeral. Pero como había hecho durante toda su vida, Graterol siguió trabajando.

Graterol hizo su debut profesional en el 2015, abriendo cuatro juegos en la Liga de Verano Dominicana. El año siguiente se enfrentó a otro reto. Necesitaba realizarse la cirugía Tommy John, poniendo fin su temporada 2016.

Durante el proceso de rehabilitación, Graterol se metió de cabeza en el gimnasio. Sumó entre 50 y 60 libras de peso y, una vez recibió el visto bueno para lanzar, estaba tirando la pelota con más fuerza que antes. En el 2017, Graterol dejó marca de 4-1 con EFE de 2.70 entre el equipo del complejo y categoría de novatos.

En el 2018, una vez fue ascendido a Clase-A en Fort Myers, Florida, Graterol tomó un trabajo paralelo para poder mandar dinero a Venezuela. Después de un juego o un entrenamiento, ayudaba a su suegro en un negocio de construcción. El trabajo algunas veces consistía en meterse debajo de casas, erradicar moho o arreglar problemas de electricidad.

Para poder proteger la mano de su brazo de lanzar, Graterol utilizaba su mano izquierda, especialmente cuando eran labores de electricidad. El también venezolano Luis Arráez, campeón bate de la Liga Americana en el 2022 y compañero de cuarto de Graterol en las menores, algunas veces acompañaba a su amigo.

“Porque necesitábamos el dinero”, rememoró Arráez riéndose. “Recuerdo muchas cosas buenas de Brusdar. Tiene mucha energía positiva, y es tan fuerte que, cuando quiere hacer algo, lo hace”.

Ese nivel de determinación es lo que ha ayudado a Graterol a superar los momentos más difíciles. Hacer que su familia esté orgullosa de él es lo que lo motiva. Es lo que hace que siga pensando en positivo a pesar de hacer constantes sacrificios, ninguno más grande que no haber visto a su madre en más de seis años.

Si los Dodgers lo necesitan en un momento clave esta postemporada, Graterol sabe que estará listo. Después de todo, nada se compara con lo que ha tenido que superar para llegar a este momento.

“Fue difícil”, dijo Graterol. “Pero el tiempo de Dios ha sido perfecto”.