Como el líder que es, José Ramírez pone el tono en Guardianes

14 de febrero de 2024

GOODYEAR, Arizona -- Hunter Gaddis iba a realizar el último pitcheo de su sesión en los entrenamientos de los Guardianes el martes. La última persona que cualquier lanzador preferiría enfrentar es a José Ramírez.

El dominicano estaba recostado en una reja y rápidamente se dirigió hacia la caja de bateo con una sonrisa. Venía de una divertida conversación de media hora con su buen amigo Myles Straw durante su práctica de bateo en vivo. Bromean entre ellos como hermanos, siempre tratando de tener la última palabra.

Inmediatamente, la sonrisa cambió a una mirada de concentración hacia el serpentinero. Gaddis realizó su último pitcheo con un gruño como punto final de su jornada de entrenamientos. Ramírez no lo pensó dos veces.

Con un swing, Ramírez dio una línea que rebotó y se fue encima de la cerca del bosque derecho. Dio una vuelta y caminó hacia la cueva por la tercera base, mientras Straw con una sonrisa exclamaba: “Claro que hiciste eso”.

De eso consiste un día típico en los Entrenamientos de Primavera: Bromas, risas y ejercicios sobre el terreno. La diferencia con la rutina del martes fue que ocurrió una semana antes de que oficialmente iniciarán las prácticas del equipo.

Los jugadores de posición no tienen obligado presentarse sino hasta el sábado. En lugar de eso, casi cada persona invitada a los entrenamientos del equipo grande ya estaba en las instalaciones la tarde del martes como niños emocionados por el primer día de escuela.

En un momento, el cerrador Emmanuel Clase se apareció en las instalaciones y Ramírez con emoción se fue de la tercera base para darle un abrazo a su compatriota dominicano. Austin Hedges caminó hacia el bullpen y el coach de la primera base y de los receptores, el puertorriqueño Sandy Alomar Jr., no pudo ocultar su gran sonrisa al ver al cátcher otra vez vistiendo los colores de Cleveland.

Estas prácticas son un poco más casuales antes de que todo entre en plena marcha la próxima semana. Pero eso no significa que todavía no surjan cosas que se pueden aprender sobre los jugadores. En cada temporada, hay varias ocasiones en que es muy evidente el gran impacto que Ramírez causa en este equipo. Esta semana es una de esas ocasiones.

Aparte del hecho de que necesitó de apenas un día para demostrar que no guarda el bate durante la temporada muerta, su presencia antes del inicio de los entrenamientos es lo irremplazable. Ramírez, como la superestrella que firmó una extensión a largo plazo y cada año se perfila como candidato al JMV de la Liga Americana, no necesita ser el primero en presentarse, y de todas maneras, ése es el caso. Y para un roster que podría ser el más joven en todo el béisbol por tercera campaña consecutiva, ese liderazgo es clave para guiar el talento en ascenso para que los Guardianes puedan tener éxito al nivel de Grandes Ligas.

“Una cosa es que yo diga algo. Es totalmente diferente que [el dirigente] Stephen [Vogt] o un coach diga algo”, explicó el presidente de operaciones de béisbol de los Guardianes, Chris Antonetti. “Pero todo eso queda opacado cuando otro jugador, especialmente una estrella, alguien élite, posiblemente rumbo al Salón de la Fama, comparte algo contigo. Eso también tiene bastante peso. Y no simplemente hablar, sino poner el ejemplo de cómo hacer las cosas. Significa mucho y ayuda a fijar el ritmo para nuestro equipo”.

La escuadra de Cleveland llega a esta temporada con varias interrogantes. Nadie sabe los resultados que tendrá el joven talento. Nadie sabe si la rotación se mantendrá en salud para ser el ancla del éxito del club. Nadie sabe si Vogt podrá tener una buena transición de jugador a manager. Nadie sabe si los Guardianes serán contendientes en la División Central de la Americana.

Si buscan tener éxito, necesitan líderes, y Ramírez está demostrando una vez más desde el primer día que pueden contar en él para dicho rol. Puede dar un batazo hacia los jardines o puede hacer un chiste sobre Straw que hará reír a muchos en las prácticas y baje un poco la tensión, como lo hizo el martes.

Después de dar su línea, Ramírez se dirigió a la cueva con su famosa forma de caminar. Entre unos pasos, se acordó de que Gaddis había concluido su sesión y rápidamente se volteó, acordándose de felicitar a su compañero.

El quisqueyano gritó: “¡Buen trabajo, bro!”