Con una decisión atrevida, Mendoza se puso en “modo octubre”
Éste es el mejor momento del año en el béisbol, cuando septiembre se convierte en octubre. Entonces, si eres Carlos Mendoza, Francisco Lindor, Edwin Díaz en este equipo de los Mets que dio un giro para convertirse en una novena asombrosa, significa que puedes ganar un juego de temporada regular tan grande como cualquiera que los Mets hayan ganado, y el mánager puede tomar una decisión tan valiente como cualquiera que haya tomado un dirigente de los Mets, y que todo eso resultara en ganarse un viaje a Milwaukee.
Un club que empezó a recuperarse a finales de mayo cuando tenía récord de 22-33 y acababa de caer estrepitosamente tras perder 10-3 contra los Dodgers en casa, volvió a levantarse la tarde del lunes contra los Bravos, en lo que se sintió como un clásico de todos los tiempos. Los Mets estaban abajo 0-3, tratando de no tener que jugarse la vida en el segundo cotejo de una doble cartelera que se pospuso al lunes por el huracán Helene. Luego se pusieron al frente 6-3 en la parte alta del octavo inning antes de volver a estar abajo 7-6 cuando Ozzie Albies limpió las bases con un doble ante el puertorriqueño Díaz, después de que el lanzador no cubriera la inicial en una jugada que habría terminado la parte baja del octavo.
Pero entonces su JMV, el boricua Lindor – quien acababa de regresar tras sufrir un fuerte dolor en la espalda que lo obligó a perderse dos juegos contra los Cerveceros en Milwaukee el fin de semana pasado – volvió a poner al club sobre sus hombros y conectó un jonrón de dos carreras. Luego, el venezolano Mendoza decidió enviar a Díaz nuevamente para la parte baja del noveno y “Sugar” consiguió los tres outs que devolvieron a los Mets a la postemporada, aunque luego perdieron el segundo partido y los Bravos también aseguraron su boleto a octubre.
Ésta es la belleza de este mes, en que incluso un momento definitorio como éste para un dirigente, su cerrador y su equipo —circunstancias extraordinarias creadas por una tormenta terrible que retrasó el final de la campaña regular para estos dos clubes – sólo significa que has sobrevivido y avanzado antes de que la postemporada siquiera comience.
“No me saques”, le suplicó Díaz a Mendoza cuando el coach de pitcheo, Jeremy Hefner, le dijo que estaba fuera del juego después del octavo episodio, después de que había logrado ponchar al dominicano Marcell Ozuna para salir de la entrada con Albies aún en segunda y los Mets perdiendo 7-6.
Mendoza no sacó a Díaz, y los Mets realmente ganaron un juego de septiembre tan dramático como cualquier otro que hayan ganado, gracias a la fe de Mendoza en su estelar taponero y porque el jugador que ha sido su estrella absoluta – desde el día en que Mendoza consiguió el trabajo – hizo un swing que será recordado como la coronación de un choque que los fanáticos de los Mets no olvidarán. Ahora han regresado a Milwaukee, donde estuvieron el fin de semana pasado, para enfrentar a uno de los rivales más duros. Pasan de una victoria como la del lunes y de su celebración con champaña en Atlanta a otro Juego 1, esta vez en la Ciudad de la Cerveza. O viéndolo de otra forma, hicieron el corto vuelo de septiembre a octubre.
Una vez concretaron la victoria de 8-7, cuando quedó “en los libros”, como dice su maravillosa voz radial Howie Rose, y antes de que comenzara la celebración en el clubhouse, el más tranquilo de todos fue Lindor. Había recorrido las bases con total calma después de que el cuadrangular que voló la pared entre el jardín central y el derecho del Truist Park había impulsado al dominicano Starling Marte.
Cuando luego le preguntaron a Lindor en el terreno qué significaba ese día para él, simplemente dijo, “Significa que estamos un paso más cerca de donde queremos estar”.
Más tarde, en el clubhouse, diría, “Siempre creí que este equipo era capaz de hacer cosas especiales”.
Han estado haciéndolas desde el 29 de mayo, con un récord de 67-40 que convirtió a los Mets de uno de los peores equipos al mejor en los siguientes más de 100 encuentros. Ahora se enfrentarán con los Cerveceros, cuyo antiguo mánager, Craig Counsell, se pensaba que era el principal candidato para dirigir a los Mets una vez que David Stearns – antiguo jefe de Counsell en los Cerveceros – se convirtió en el jefe del departamento de operaciones de béisbol en el Citi Field. En vez de eso, Counsell se fue a los Cachorros. Pat Murphy se convirtió en el nuevo piloto de los Cerveceros y Mendoza consiguió el puesto con los Mets.
No sólo es probable que Mendoza y Murphy terminen 1-2 en la votación para el Mánager del Año en la Liga Nacional (aunque Brian Snitker de los Bravos también podría entrar en esa conversación), sino que estarán juntos en el American Family Field mientras ambos equipos tratan de dar un paso mucho más grande hacia donde quieren llegar.
Los Mets podrían haberse ido a casa si hubieran perdido el primer juego en Atlanta, en lo que habría sido una derrota desgarradora, y luego haber perdido de nuevo. Pero Lindor, quien había conectado un sencillo y anotado en el gran octavo inning de los Mets, no los dejó caer. El mánager no sacó a su cerrador en la mayor apuesta que podría haber hecho un dirigente novato.
“Podrías escribir un libro”, diría Mendoza sobre todo lo que sucedió en Atlanta el lunes.
Podrías. Ahora hay que pasar la página. Es 1ro de octubre.