Defendemos a Tatis Jr. y su swing en 3-0

18 de agosto de 2020

Juego duro. Dale con todo durante 27 outs. Sacrifica tu cuerpo…claro, todo eso si no estás ganando por una ventaja con una definición poco clara al final del partido. En algún momento, tómalo suave y deja que el partido llegue a su conclusión.

Ésa parece ser la guía de cómo se supone que se juega el béisbol, basándonos en algunas de las reacciones del encuentro entre los Padres y los Rangers el lunes.

Es hora de revisar las reglas no escritas del béisbol. Es que tenemos que adivinar cuáles son estos reglamentos tan pobremente definidos.

Vamos a resumir:

Fernando Tatis Jr.—uno de los jugadores más emocionantes y talentosos que ha pisado un terreno—llegó al plato el lunes por los Padres contra los Rangers el lunes con San Diego arriba 10-3 en el octavo inning. El dominicano se encontraba en cuenta de 3-0 ante su compatriota Juan Nicasio. En ese momento, las reglas no escritas estuvieron en juego.

Aparentemente, Tatis no estuvo consciente de todo eso y dio un batazo a la banda contraria ante una recta de 92 millas por hora que voló la cerca del jardín derecho, un grand slam.

Deberíamos estar hablando del hecho de que fue el undécimo (¡!) cuadrangular de Tatis en el 2020, con el que asumió el liderato de vuelacercas en Grandes Ligas, por encima de Mike Trout. Eso nos daría algo para entretenernos, una verdadera carrera jonronera.

O, deberíamos estar hablando del hecho de que Tatis apenas tiene 21 años de edad y que puso una marca para cuadrangulares de parte de un jugador tan joven.

O deberíamos estar hablando del hecho de que fue el tercer partido de Tatis con más de un estacazo, de los 107 que ha jugado a nivel de las Mayores; del hecho de que debes procurar ver sus turnos en cada oportunidad, porque algo mágico podría pasar.

En vez de todo eso, estamos hablando del hecho de que no debió dar swing en 3-0, o al menos según el manager contrario.

“Hay muchas reglas no escritas que se desafían constantemente en el juego hoy en día”, señaló el dirigente de Texas, Chris Woodward. “Personalmente, no me gustó. Estás ganando por siete [carreras] en el octavo inning; por lo general, no es un buen momento para hacerle swing a pitcheo [con la cuenta] en 3-0. Eso fue lo que a todos nos enseñaron en el juego. Pero, como dije, las normas de desafían a diario. Simplemente porque a mí no me guste no significa que sea algo indebido”.

Ignorando el hecho de que Tatis se crio cerca del juego (su padre es la ÚNICA persona que ha dado dos grand slams en una entrada. ¿Debió Tatis padre no haber hecho eso tampoco?), Woodward básicamente se había acabado. Los Padres debían dejar de tratar de anotar porque los Rangers no iban a darse la molestia de tratar de batear. En vez de eso, Texas vendría al bate en el cierre de la entrada y dejarían pasar cada pitcheo hasta que se acabara el encuentro.

Se ése fuera el caso, lo lógica sería hacer un forfeit en cada partido. Claro, sabemos que nada de eso es verdad. Los Rangers iban a luchar cada turno para tratar de acercarse en el marcador.

Y no vamos a pensar que remontar una desventaja de siete carreras sea imposible. Los Padres lo hicieron la temporada pasada, de hecho. ¡Y en el 2016, dejaron escapar una ventaja!

Al día siguiente, Arizona anotó ocho carreras en el séptimo inning para ganar por 13-7.

Ese mismo día, los mismos Rangers cruzaron el plato siete veces en los últimos tres innings para regresar y derrotar a los Marineros. Entonces, sí, pasa. Y con bastante frecuencia.

¿Qué pasaría si Tatis siguiera las reglas no escritas y los Rangers reaccionaran para ganar? ¿Pediría Woodward disculpas por el hecho de su equipo atreverse a anotar carreras?

Si ésa es la regla, parece que éstos son los momentos aceptables para dar un jonrón:

--Si estás perdiendo

--Si el juego está empatado

--Cuando estás ganando por poco (y esa diferencia aceptable siempre es difícil de definir y cambiando constantemente)

--Si es tu cumpleaños

--En el tiempo entre cepillarte los dientes y usar hilo dental

--Durante el equinoccio de otoño (pero no si cae martes o jueves)

De hecho, como fue el segundo cuadrangular de Tatis en el partido, debe pedir disculpas dos veces: Una por atreverse a dar un bambinazo con bases llenas y otra por adueñarse de todos los jonrones y no dejarles ninguno a sus compañeros.

Como fanáticos del béisbol, solemos sintonizar los juegos para ver grandes hazañas de los mejores jugadores de dicho deporte. ¿Qué mejor razón para mirar el encuentro el lunes que ver si Tatis iba a hacer algo increíble como, veamos, un grand slam a la banda contraria? No vamos a ver el partido para observarle una mirada estoica y decir, “Sí, hay que ver el respeto mutuo que se tienen”. Si ése fuera el caso, veríamos alguna película tonta en otro canal.

Queremos ver a los jugadores competir y queremos verlos sonreír. Y sí, queremos verlos bailar.

El béisbol es difícil (excepto en el caso de Keibert Ruiz, aparentemente) y ganar los juegos—como se nos dice cuando un cerrador pierde una ventaja en las últimas entradas—es lo más difícil de todo. El béisbol también es divertido—sumamente divertido. Es un juego en el que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. ¿Y qué es más divertido que ver a los muchachos darlo todo y pasarla bien hasta el último out?

Tatis y Trout y Matt Chapman y Cody Bellinger y Mookie Betts, etc., etc., etc. deberían seguir haciendo lo suyo y dando swings hasta ese último out. Para eso vemos el béisbol.