Despedida de Jeter en el Bronx: Inolvidable

30 de mayo de 2020

Derek Jeter siempre se refirió a los fantasmas del antiguo Yankee Stadium cuando algo mágico sucedía a favor de los Bombarderos en su casa. El manager Buck Showalter hablaba sobre los dioses del béisbol después de que Jeter jugó su último partido en el nuevo Yankee Stadium. Esos dioses y fantasmas estuvieron presentes la noche del 25 de septiembre del 2014 en el último partido de Jeter ante los Orioles de Showalter, quien había sido el primer manager del “Capitán” en las Mayores 20 años antes.

Aquella noche en el Bronx, nadie se imaginó el desenlace cuando Nueva York llegó al noveno episodio con el cerrador David Robertson -- quien llevaba 39 rescates en 44 oportunidades -- buscando preservar una ventaja por 5-2 sobre Baltimore.

“Ahí fue que comenzó a lucir como una noche en la que aparecieron los dioses del béisbol”, expresó Showalter, quien dirigía a los Orioles en aquellos momentos.

Nadie pensó que así terminarían las cosas en esa noche. Pero se trataba de Jeter. Ésta era la última oportunidad para que tuviera un gran momento, la noche de su despedida. Teníamos que imaginarnos que ni él ni el estadio se iría sin dejar su huella.

“No importaba qué necesitaban los Yankees”, declaró Showalter. “Cuando jugabas contra Derek, querías alejarlo del gran momento. Era uno de esos jugadores. No importaba si era con un hit, con uno de sus jonrones o con una jugada a la defensa como la que realizó contra los Atléticos en ese partido (playoffs del 2001). Siempre lo veía de esta manera: Alcanzaba el nivel que era necesario”.

Con Robinson en la lomita en el noveno episodio, no hubiera sido posible que Jeter tuviera una oportunidad en el cierre de la novena entrada. Pero con un out y Nick Markakis embasado, Adam Jones pegó un jonrón de dos vueltas. Ahora el marcador estaba 5-4. Todavía había una posibilidad, si los Orioles anotaban otra carrera, de que algo mágico pudiera suceder y Jeter tuviera otro turno. En el palco de los medios, todos revisaban otra vez la alineación de los Yankees. Si el partido llegaba al cierre del noveno inning -- el cierre de cualquier capítulo para Derek Jeter -- podía llegar al plato una última vez, en ese estadio.

“Sabía muy bien el orden del lineup”, dijo Showalter. “Aquí es cuando la analítica y la sabermetría no nos pueden ayudar. Hay cosas en el béisbol que sucederán y que los números nunca podrán explicar. Es lo hermoso del juego que todavía podemos ver. Cuando vemos algo que se supone sucederá”.

Y luego con dos outs, Steve Pearce -- quien se convertiría en el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial del 2018 con los Medias Rojas -- pegó un cuadrangular por los Orioles. Ahora el compromiso estaba empatado 5-5. Los Yankees ya estaban eliminados de cualquier posibilidad de postemporada. Tampoco habían clasificado para los playoffs el año anterior. Nada de eso importaba esa noche en el Yankee Stadium.

De repente, parecía que era un encuentro de octubre.

El venezolano José Pirela pegó un imparable por los Bombarderos. Antoan Richardson entró como corredor emergente y avanzó a la intermedia en un toque de sacrificio de Brett Gardner.

Ahora venía al plato Jeter. La decisiva carrera en la segunda base. Uno de los reporteros señaló que ahora parecía que era un juego de postemporada.

Después del partido, algunos insinuaron que hubiera sido mejor si Showalter le hubiera otorgado un pasaporte a Jeter, quien a sus 40 años llevaba promedio de .256 con cuatro cuadrangulares y 50 impulsadas en 145 partidos en esa temporada.

“El que pensó que no le di un pasaporte a Derek porque quería ver este momento, no me conoce muy bien”, declaró Showalter.

Ahora la superestrella llegaba al plato contra el equipo de su primer piloto.

“Cuando salía del círculo de espera”, recordó Showalter, “nuestras miradas se cruzaron. Pienso que pensaba que le iba a dar una base por bolas. Luego se dio cuenta de que iba a tener la oportunidad de batear. Y lo único que yo pensaba era, ‘Si lo puedes lograr, aquí está tu momento”.

Jeter dio swing al primer lanzamiento de Evan Meek y conectó un sencillo hacia el bosque derecho. Richardson pisaba la tercera base. Parecía que Markakis tenía posibilidades de retirarlo en el plato. Pero no pudo. Los Yankees tenían 6, los Orioles 5. Jeter saltaba, comenzaba la celebración sobre el terreno y Jeter escuchaba una reacción de los aficionados que conocía muy bien.

Luego, por la cueva de los Yankees -- como si fuera un acto de magia -- Joe Torre, el panameño Mariano Rivera, los puertorriqueños Bernie Williams y Jorge Posada, junto a Andy Pettitte, estaban ahí. Jeter se dirigió a ellos. Luego caminó hacia el campo corto u se arrodilló ahí mientras la ovación continuaba.

“Quería que me vieran ahí por última vez”, expresó Jeter después sobre ese momento, solo junto a los fantasmas y dioses en el Yankee Stadium. Además, el muchacho supo cómo hacer una despedida.