Don Mattingly finalmente llegó a la Serie Mundial este año como coach de los Azulejos. Nunca le ocurrió con los Yankees, por supuesto, a lo largo de su carrera con ellos, cuando fue el mejor Yankee que nunca pudo llegar tan lejos. Ahora, el domingo, cuando sepamos cómo votaron los miembros del Comité de la Era Contemporánea, "Donnie Baseball" descubrirá si finalmente llegó a Cooperstown, donde pertenece.
El nombre de Mattingly ya estuvo en la lista de candidatos considerados por el comité, en 2022, cuando se quedó a cuatro votos (es necesario aparecer en 12 de las 16 papeletas) de entrar al Salón de la Fama. En esta ocasión, aquí están los otros nombres famosos del béisbol que se están considerando, en orden alfabético: Barry Bonds, Roger Clemens, Carlos Delgado, Jeff Kent, Dale Murphy, Gary Sheffield y el fallecido Fernando Valenzuela.
Seguro que tienes tus propias opiniones firmes sobre Mattingly y los demás. Los aficionados de los Bravos, que vieron todo lo que les dio Dale Murphy, tanto su talento como su clase, lo elogian tanto como los aficionados de los Yankees lo hacen por Mattingly. El porcentaje de votos más alto para Jeff Kent en la boleta de los escritores fue del 46.5%. Y todos saben lo mucho que Fernando Valenzuela era querido como Dodger, por su habilidad para lanzar y por la pasión y belleza que trajo al Dodger Stadium durante su carrera, cambiando esas gradas para siempre en Los Ángeles.
Pero yo vi todo de Mattingly, desde el momento en que apareció desde Evansville en el viejo Yankee Stadium para una breve aparición al final de la temporada de 1982. Vi cómo bateaba y cómo jugaba en primera base. Lo vi intentar levantar a tantos equipos mediocres de los Yankees en los 80 e incluso en los 90, todos esos años en que la afición yankee lo adoraba. Dave Winfield, ahora miembro del Salón de la Fama, también estuvo allí durante muchos de esos años. Pero era diferente entre la fanaticada de los Yankees y la de "Donnie Baseball". Él era de ellos.
Disfruté en primera fila de la gracia de Mattingly y de cómo jugó a pesar del dolor de una lesión de espalda al final de su carrera. Habría llegado a Cooperstown hace mucho tiempo de no ser por ese problema de espalda, que lo mermó muchísimo de lo que había sido en su mejor momento, cuando sus compañeros lo votaron como el mejor jugador de béisbol en una encuesta del New York Times en 1986. Para entonces, ya era un ex JMV y estaba en camino de ser el jugador con más hits y carreras impulsadas en 1986. Dicho de otro modo: Don Mattingly era todo un referente, respetado tanto por sus compañeros y colegas como por la afición de los Yankees.
Fue un Yankee en el momento menos indicado, por mucho que el estadio y la historia del equipo se forjaran para él. Los Bombarderos habían llegado a la Serie Mundial en 1981, un año antes de que Mattingly llegara al estadio. No regresaron hasta 1996, un año después de su retiro. En ese sentido, era la estrella desventurada de los Yankees. Y no fue solo la Serie: Mattingly ni siquiera llegó a la postemporada hasta su último octubre en las Grandes Ligas, cuando fue tan estrella de una emocionante y memorable serie de cinco juegos contra los Marineros como lo fue un joven Ken Griffey Jr.
Lo que Mattingly hizo en esa serie fue que todos recordaran cómo era cuando joven: 10 hits en cinco juegos, un promedio de bateo de .417, un porcentaje de embase de .440, un slugging de .708, un jonrón y seis carreras impulsadas. El jonrón, un tablazo de la ventaja, llegó en el segundo juego en el Yankee Stadium, provocando quizás la ovación más fuerte y entusiasta de la carrera de Mattingly con los Yankees, lo cual es decir bastante. Fue un miembro del Salón de la Fama en esos pocos juegos, igual que lo había sido cuando joven.
"Sinceramente, creo que honré el béisbol lo mejor que pude todos los días de mi carrera", me dijo Mattingly en una ocasión. Para entonces, era el mánager de los Marlins, después de haber dirigido ya a los Dodgers. "Intenté darle al béisbol tanto como él me dio a mí".
Hizo todo eso: Un promedio de bateo de por vida de .307. Un promedio de .343 en 1984 y un título de bateo, 145 carreras impulsadas en su temporada de Jugador Más Valioso y 238 hits en 1986. Y nueve Guantes de Oro. Incluso hubo una noche en que Lou Piniella lo necesitó para jugar en tercera base, incluso siendo zurdo, en Seattle. Recuerdo ver ese partido, tarde en la noche, ver a Mattingly iniciar una doble matanza 5-4-3 como si hubiera jugado en ese lado del cuadro interior toda su vida. Dio todo lo que tenía, cada noche.
Le pregunté el jueves por la noche cómo estaba su presión arterial antes del fin de semana. "Acabo de revisarla", bromeó. "125 sobre 76".
Así que, una última vez, "Donnie Baseball" tenía los números. Debería tenerlos este fin de semana, cuando el Salón de la Fama lo reciba por fin como invitado de honor. Ya lo he dicho antes sobre el gran Don Mattingly: Tenías que estar allí. Ya es hora de que finalmente esté en Cooperstown.
