Ender Inciarte sigue la tradición de grandes jardineros centrales en Atlanta
Nada personal en contra del resto de los jugadores de los Bravos, pero Ender Inciarte es el favorito dentro del clubhouse. Bueno, al menos si se les pregunta a los pitchers. Uno tiene la sensación de que un día de éstos el venezolano va a llegar al estadio y encontrará su casillero lleno de flores, cajas de chocolates y tarjetas de agradecimiento.
Algunos de esos regalos podrían venir del manager Brian Snitker y otros miembros de la organización, como reconocimiento de un trabajo con el bate que ha sido casi tan impresionante como el del guante.
Pero el grueso del club de aficionados de Inciarte son los lanzadores.
"Sí, muchas veces se me acercan y me dicen 'Te quiero, hombre', o 'No puedo vivir sin ti en el jardín central'. Cosas así", contó Inciarte con una sonrisa. "Eso te hace sentir muy bien y con más ganas de seguir mejorando para ayudarlos a cada uno de ellos".
Pensar en eso asusta. Si Inciarte mejora más su defensa, la gente que manda en el béisbol tendrá que ponerle su nombre al Guante de Oro algún día. Ganó el primero, su único hasta ahora, la temporada pasada, pero hay que ponderar varias cosas. Aunque debutó en las Grandes Ligas en el 2014 con los D-backs, no jugó su primera temporada completa arriba sino hasta el año siguiente. Fue entonces cuando obtuvo el Fielding Bible Award por sus proezas defensivas en distintas posiciones.
Los Bravos consiguieron a Inciarte antes de la temporada del 2016 y al poco tiempo el joven se convirtió en su guardabosque central regular. Una decisión brillante. Pronto se llevó el Guante de Oro gracias a una serie de jugadas de ésas que hacen que te frotes los ojos, terminando empatado con Adam Eaton y Billy Hamilton con 11 atrapadas de 5 estrellas (aquellas cuya probabilidad de completarse es menor al 25%, de acuerdo con Statcast™) en el jardín central.
Dicho todo eso, el lanzador veterano de los Bravos, R.A. Dickey, sugirió que Inciarte no hace jugadas que valgan menos de seis estrellas.
"Creo que lo que hace a Ender tan especial es su habilidad para hacer las jugadas súper especiales, no sólo las normales, porque tiene un gran brazo, siempre es preciso y tiene todo lo que debe tener un jardinero central", dijo Dickey sobre su compañero, que este año encabeza a los defensores de su posición con seis engarces de cinco estrellas. "Lee muy bien los batazos, pero más que eso, evita que los corredores avancen porque tiene un gran brazo.
"Yo he jugado con grandes jardineros centrales", continuó Dickey. "Para ser honesto, diría que él está en el tope de la manada en cuanto a los defensores de esa posición con los que he jugado".
Con su juego, Inciarte está reviviendo lo que pareciese ser un hábito de esta organización: tener a estelares defensores patrullando esa posición defensiva.
¿Recuerdan La Atrapada de Otis Nixon en 1992? Inciarte sabe cuál es, a pesar de que sólo tenía dos años para ese entonces.
"He visto el video varias veces", dijo Inciarte, de 26 años, sobre aquella noche en el viejo Atlanta-Fulton County Stadium cuando Nixon plantó su pie en la pared de 10 pies de altura en el central en plena carrera y se elevó hasta robarle un jonrón de Andy Van Slyke de los Piratas. "Mucha gente ha estado hablando otra vez de esa atrapada, especialmente cuando hice aquella en Nueva York (contra los Mets) el año pasado. Después de verla varias veces (la de Nixon), puedo decir que fue una jugada sensacional".
Lo mismo puede decirse de aquella suya contra los Mets el año pasado, cuando corrió como loco hacia la pared en el Citi Field, saltó y capturó un potencial jonrón del cubano Yoenis Céspedes -que le hubiese dado la victoria a Nueva York- para preservar el triunfo de los Bravos.
Pero antes de Inciarte y después de Nixon, hubo otro genio en el bosque central de los Bravos a mediados de los 90: Marquis Grissom, quien ganó cuatro veces el Guante de Oro.
Y claro, está Andruw Jones, el otro miembro de esa trilogía de jardineros centrales de los Bravos y el dueño de 10 premios Guante de Oro entre 1998 y 2007.
A diferencia de los mejores años de Nixon y Grissom, cuando Inciarte estaba más pendiente del recreo y la hora de la siesta que de hacer asistencias y outs, ya era un adolescente cuando Jones dominaba las Grandes Ligas con aquel impecable instinto para defender las praderas.
"Bueno, te voy a decir esto", expresó Inciarte. "Cuando yo era pequeño veía muchos juegos con mi papá, porque él era un gran fanático de los Bravos y siempre me decía cada vez que yo no podía llegarle a una bola: '¿Has visto lo fácil que hace ver Andruw Jones esas jugadas? Tienes que hacer esas jugadas así como él. Tienes que hacerlas ver fácil todo el tiempo'. Eso es algo que he tratado de tomar de Andruw. Hacía ver fácil las cosas y eso es algo que siempre admiré de él. Nunca hacía ver complicada una atrapada complicada. Las hacía ver sencillas".
¿Seguimos hablando de Jones o pasamos a hablar de Inciarte otra vez?
Porque últimamente, se están convirtiendo en sinónimos.