Equipos ya no dependen sólo de ases en playoffs
Es normal pensar que en el béisbol de postemporada la voz cantante la llevan los lanzadores abridores. Así fue toda la vida, desde los días de Bob Gibson y Sandy Koufax y Jack Morris, hasta ejemplos más recientes como los de Curt Schilling y Randy Johnson en el 2011, y Madison Bumgarner con los Gigantes en la última década.
Así, cuando se analizan las Series Divisionales de este año, la mirada inmediatamente te lleva hacia los Astros, con su triunvirato Verlander/Cole/Greinke, o a los Nacionales con Scherzer/Strasburg/Corbin, o incluso a la increíble segunda mitad de los Cardenales liderada por el intocable Jack Flaherty. Y quizás todo salga de esa manera. Pero la idea de que un abridor dominante puede hacer todo el trabajo, que puedes convertirte en un Bret Saberhagen hasta ganar la Serie Mundial, eso es un mito. Y es particularmente falso hoy día.
Primero que todo, los pitchers rara vez completan un juego de postemporada ellos solos. El último juego completo de nueve innings en octubre fue el Juego 2 de Serie de Campeonato de la Liga Americana del 2017, y no ha habido un playoff con más de dos salidas de nueve innings desde el 2015. Incluso esos lucen como reliquias, aunque no fueron hace demasiado tiempo.
Sin importar qué tan dominante y fuerte pueda lucir Verlander, es difícil imaginar un escenario en donde AJ Hinch lo deje lanzar nueve entradas completas contra un lineup de postemporada. Vas a necesitar algo de ayuda.
Pero yendo más al grano: hoy los abridores no son ni siquiera abridores. Hemos visto “openers” en la postemporada. Hemos visto a abridores retirados en el cuarto inning a pesar de estar lanzando un blanqueo. El martes, en el Juego del Comodín de la Liga Nacional, vimos a los dos mejores abridores de equipo lanzando en el mismo juego.
En el béisbol, desde hace tiempo, ya no se está tratando de subirse a los hombros de tus mejores abridores en la temporada regular. Menos lo van a hacer ahora en los playoffs.
De hecho, el Juego del Comodín de la LN del martes fue particularmente instructivo en este sentido. Los Nacionales tenían un intimidante 1-2 con Max Scherzer y Stephen Strasburg listos para tumbar a los Cerveceros y su lanzador abridor… Brandon Woodruff.
Woodruff fue este año al Juego de Estrellas, pero nadie en este mundo vio ese duelo y dijo, ‘Los Cerveceros salen con ventaja hoy’. Pero todos vimos lo que pasó. Scherzer permitió tres carreras rápido y Woodruff tiró cuatro innings antes de darle la bola al bullpen y los Cerveceros trajeron a Josh Hader con ventaja de 3-1, probablemente el mejor cerrador del béisbol.
¿Y Washington? Sus dos súper abridores ya habían salido del juego cuando la ofensiva le volteó el juego a Hader, eso que no pudieron hacer primero contra Woodruff, Brent Suter y Drew Pomeranz.
Eso de “El béisbol es impredecible” ya no es noticia y por eso mismo es tan divertido.
Pero incluso quienes reconocen lo volátil que puede ser este deporte, siguen sintiendo que el equipo con los mejores abridores va a ganar. Los equipos incluso siguen armando sus rosters así, tratando de conseguir ese caballo para la postemporada, a pesar de que el pitcher abridor, como concepto, cada vez está perdiendo más influencia en el juego.
Ningún abridor se ha llevado la victoria en el Juego del Comodín desde el blanqueo de Bumgarner contra los Mets en el 2016. Pero igual todos creíamos que Scherzer iba a hacer eso mismo ante los Cerveceros.
¿Cuál fue el último equipo en ganar la Serie Mundial detrás de uno o dos abridores dominantes? Los Gigantes del 2014 tenían a Bumgarner, cierto, pero después hay que remontarse a los D-backs del 2001.
Los Filis de principios de década son recordados por aquella rotación con Cliff Lee/Roy Halladay/Cole Hamels/Roy Oswalt, pero los que ganaron la Serie Mundial, los Filis del 2008, estaban liderados por Hamels y otros como Brett Myers y Joe Blanton. ¿Y aquellos Bravos de los 90? Nunca le pasaron por encima a todo el mundo como se pensó que lo harían, salvo el título de 1995.
Es cosa de instinto asumir que el equipo con la mejor rotación va a tener éxito en octubre. Ese instinto está equivocado. Las cosas ya no funcionan de esa manera.