Lindor a darlo todo, por “341 mm de motivos”

2 de abril de 2021

Luego de convertirse la noche del miércoles en el torpedero con el contrato más caro de la historia de las Grandes Ligas, la primera llamada que hizo el puertorriqueño Francisco Lindor fue a su prometida, Katia, quien estaba en casa con la pequeña hija de la pareja. La siguiente fue para su hermana, que ya estaba dormida. Ninguna sorpresa, dado lo tarde que era. Rebosante de nervios y energía en su hotel de Washington, Lindor siguió marcando números. Su padre. Sus primos. Varios de sus amigos.

Un día después, con la tinta de su extensión de contrato de 10 años y US$341 millones todavía fresca, Lindor no pudo evitar reírse cuando recordó la conversación con su padre, una de las personas que más lo han apoyado, y también uno de sus más duros críticos. Lindor le confesó a su padre que quería gritar. Miguel Lindor le dijo que no lo hiciera.

“Le dije algo como, ‘Papá, ¿de qué estás hablando?’”, recordó el joven Lindor riéndose. “‘¿Tú sabes cuándo vas manejando por la autopista y ves el letrero del Powerball que dice US$300 millones? ¿Me vas a decir que no vas a gritar? Yo voy a gritar. Quiero gritar’”.

Luego, Lindor le puso fin a la comparación: “Obviamente, he trabajado para esto durante toda mi vida. No es como que escogí un número y me lo gané”.

Para Lindor, esto ciertamente no fue ninguna lotería. Cerca de 16 horas después de acordar los términos de una extensión que lo mantendrá en los Mets hasta que tenga 38 años, Lindor hizo hincapié en que sus negociaciones no se centraron en conseguir más dinero que el dominicano Fernando Tatis Jr. (aunque lo hizo, por US$1 millón), ni en superar el valor a la fecha del contrato de Mookie Betts (también logró eso). En vez de eso, el enfoque fue establecer raíces en una ciudad que, si bien todavía es extraña para Lindor, le fascina como ninguna otra.

“Sé que no he llegado a Nueva York, pero los muchachos me hicieron sentir bien cómodos”, dijo Lindor. “Me hicieron parte de lo que han creado en el clubhouse y eso me encantó. Me fascina tener la oportunidad de traerle un campeonato a Queens”.

El contrato no deja de tener un riesgo significativo para los Mets, que ahora estarán atados a Lindor por más de una década. Estuvieron dispuestos a hacerlo, tanto por las razones obvias – Lindor es un campocorto y bateador ambidextro en el tope de su carrera, con poder, velocidad, una ofensiva élite y una defensa de Guante de Oro en una posición privilegiada – como por las menos tangibles. Desde los primeros días de los entrenamientos, el manager del equipo, Luis Rojas, y otros miembros de la organización han aplaudido a Lindor por su capacidad para integrarse a la cultura del clubhouse. Ven en el boricua a un líder puede representarlos fuera del terreno por muchos años.

“Cuando hablas de ser la cara de la organización, la cara del béisbol, también un jugador latino”, dijo Rojas, “es por su personalidad. Eso debe de ser algo natural para él, simplemente por todas las cosas que hace con esa forma de ser. Y es consistente todos los días”.

Por eso, los Mets no tuvieron dudas no sólo de extender el acuerdo de Lindor, sino de ir más allá de lo que consideraban valía el jugador en sí con las proyecciones internas del club, para amarrarlo por una década entera. La expectativa es que Lindor brille durante su estadía en Queens.

Cuando se le preguntó qué tipo de jugador será a los 38 años, Lindor mencionó todas las formas en las que espera responder a la confianza del equipo: Como torpedero, bateador, líder y miembro de los Mets.

“Este logo aquí significa mucho”, dijo Lindor. “Tengo que salir al terreno todos los días y defenderlo y jugar tan duro como pueda por esto, por lo que tengo en el pecho. Eso es lo que significa. ¿Ese número al lado mío? Eso es lo que significa. Esas son 341 millones de razones para que yo vaya al terreno y juegue al béisbol de la forma correcta”.