La próxima generación de los Alou: Scouts

17 de septiembre de 2020

José Alou lo recuerda como si hubiese sido ayer. 

Era el comienzo de la temporada de 1986, cuando él y sus compañeros del equipo universitario de los Gators de Florida estaban en la Universidad de Kentucky para una batalla de la Conferencia del Sureste. Hacía tanto frío que el dominicano estaba cuestionando su decisión de jugar en la universidad y comenzar el juego desde la banca no estaba ayudando mucho. Con su equipo abajo por dos en el último tramo y con las bases llenas, el manager de Alou lo envió al plato.

“Me estaba congelando”, dijo Alou. “Estaba pensado ‘El poder de la mente. Mira la bola y conéctala’. Tal vez haya llevado la cuenta a 3-2, estaba conectando muchos fouls, así que estaba recobrando la sensibilidad de mis manos. Supongo que el muchacho no quería arriesgarse con las bases llenas, así que me lanzó una buena recta por el medio. La saqué del parque para un grand slam. Terminamos ganando el juego y la serie. Fue increíble”.

Fue un momento en el que la familia Alou había imaginado cuando él y su hermano Moisés jugaban con unos calcetines envueltos en cinta adhesiva y un palo de escoba como bate. No había béisbol de secundaria para ellos en la República Dominicana, e incluso cuando estuvieron en la liga de Manny Mota siendo adolescentes, no había prácticas. Si llovía por un par de sábados al hilo, no saltaban al terreno por semanas.

Pero criándose con un papá (Felipe) y dos tíos (Jesús y Mateo), que habían tenido gran un impacto como jugadores de Grandes Ligas, era imposible soñar con otra cosa.

“Cuando naces en el juego y eso es lo que quieres hacer, te mueves por eso”, dijo Alou. “Quería ser algún día como mi papá”.

Luego de su tiempo con los Gators, Alou se unió a la organización de los Expos de Montreal para jugar bajo las órdenes de su papá, quien era para entonces manager en las menores. Felipe Alou, quien tuvo una carrera de 17 años como jugador de Grandes LIgas, pasaría 14 temporadas como manager de las Mayores.

José, afectado por las lesiones, se apartó del béisbol tras tres temporadas en las menores, pero no estuvo alejado por mucho tiempo. 

“Lo extrañé todo el tiempo”, dijo. “Crecimos en el juego. El béisbol corre por las venas. Sé que es cliché, pero casi todos en mi familia, la mayoría de los niños, están envueltos en el béisbol de alguna manera u otra”. 

El próximo Draft de MLB será el octavo para José como scout de San Francisco, la misma organización en la que su padre y tíos comenzaron. Su hermano, Moisés, también pasó dos de sus 17 temporadas como jugador activo con los Gigantes. 

En su puesto actual, José hace de scout para la zona del sureste de Florida y ayuda en el proceso de scouting en América Latina.  

“Mi familia ha sido parte de la organización de los Gigantes por mucho tiempo”, dijo. “Los Gigantes y el juego de béisbol han sido muy buenos con mi familia, así que estoy agradecido por eso y por la oportunidad que tengo de representarlos en el mundo del béisbol”. 

“[Tengo] unos zapatos difíciles de llenar por lo hecho por mi papá, junto a mis dos tíos, mi hermano. Y ahora mi hermano Luis [Rojas] también es manager en las Mayores [con los Mets]. Mi otro hermano, Felipe, es director de la academia de los Orioles en la República Dominicana. Todavía hay muchos Alou en el juego y tenemos que pasarle en testigo a la próxima generación”. 

El scouting es la parte del juego que José comparte con la nueva generación de los Alou, con su sobrino Moisés Jr., quien trabaja como scout internacional de los Dodgers en la República Dominicana. Luego de crecer en Santo Domingo, Moisés Jr., se fue a entrenar en la Academia IMG en Bradenton, Florida, cuando tenía 17 años. 

“Siempre había querido ir a los Estados Unidos; siempre fue uno de mis sueños”, dijo Moisés Jr. “Quería ser un atleta universitario. Creo que mucho tiene que ver con saber que mi papá fue a la Universidad y fue elegido en el segundo puesto del Draft [por los Piratas en 1986], así que quería ver si podía superarlo y ser elegido en el primer puesto. Pero no estaba enamorado del béisbol. Yo quería jugar fútbol”. 

Aunque llegó a la Florida con el fútbol como objetivo, Moisés Jr., tras un período de seis años sin jugar béisbol, regresó al diamante en su cuarto año en la secundaria. Continuó su camino de béisbol en San Jacinto (Texas) y luego en la Volunteer State en Gallantin, Tennessee. Luego de sufrir dos lesiones, no tenía ponderó seguir jugando. Pero luego de graduarse de la Universidad de Lynn en la Florida, con un título de gerencia deportiva, no pudo escaparse del juego. 

“Crecí viendo béisbol toda mi vida”, dijo Moisés Jr. “Hasta que mi papá terminó de jugar, pasaba casi todos mis veranos en un clubhouse. Antes de los juegos, después de ellos, hacía de recogepelotas y compartía con los muchachos buscando elevados en las prácticas. Siempre he estado alrededor del béisbol. No conocía otra cosa”. 

Entonces, quería intentarlo. No estaba seguro si quería trabajar en las oficinas o como scout, o cuáles eran sus opciones, pero tenía que mejorar su conocimiento sobre la evaluación de talento. Pasó una temporada siendo pasante de video con los Padres y luego de graduarse, se unió a los Medias Rojas para una pasantía en operaciones de béisbol. Volvió a Boston para una campaña como escucha amateur y asistió a la misma escuela de scouts, dictada por la Oficina de Scouting de MLB, en la que su tío había participado años antes. Hace dos años, se unió a los Dodgers. 

“Me ha dado una buena experiencia, una sólida combinación de diferentes puestos que han surgido de manera orgánica”, dijo Moisés Jr. “No estaba inclinándome por algo en específico, pero sabía que al final del día, tenía que ser capaz de hacer una evaluación y todo salió bien”. 

Con Moisés Jr. y José Alou desempeñándose como buscatalentos, el alcance de la familia en el béisbol se ha expandido. No hay manera de saber cuál será el próximo Alou. 

“Es un trabajo soñado si quieres estar en el béisbol”, dijo José. “Disfruto cada segundo que estoy en el terreno o haciendo algo relacionado al béisbol. Pero los héroes anónimos son los scouts comunitarios. Salimos todos los días, somos como el correo postal. Con lluvia o con sol, estamos viendo prácticas de bateo en algún lado, tomando notas y grabando video”.