Los Orioles de Baltimore son el equipo más fascinante de esta temporada muerta. Y probablemente no haya otro que se les acerque.
Hay clubes que están bajo más presión para ganar una Serie Mundial en 2026 que los Orioles. Los Filis sienten que se les acaba el tiempo. Los Mets ya superaron la fecha límite impuesta por el propietario Steve Cohen. Los Azulejos quieren que esa serie contra los Dodgers se convierta en un recuerdo doloroso pero superado. Y hasta que los Yankees vuelvan a ganar una Serie Mundial, su fanaticada seguirá impaciente.
También hay equipos en peores condiciones que los Orioles, pero que están igual de desesperados por tener éxito en 2026. Los Gigantes aún intentan definirse bajo la presidencia de operaciones de béisbol de Buster Posey. Los Piratas necesitan demostrar que no están desperdiciando a Paul Skenes. Los Reales buscan rodear a Bobby Witt Jr. de un equipo más competitivo. Los Astros, aunque envejeciendo y en declive, intentan mantener abierta su ventana de oportunidad.
Pero los Orioles están en una situación única. Recordemos que este era, en teoría, su momento. Baltimore ganó 101 juegos hace apenas dos años, en 2023, y el consenso general era que esa temporada era solo el comienzo. Los Orioles tenían más jóvenes talentos de posición de los que sabían cómo acomodar, un grupo directivo inteligente y seguro, con experiencia reciente construyendo a los Astros como una potencia, y estaban por tener un nuevo propietario con la motivación de devolverle la gloria a Baltimore.
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Pero las cosas no salieron como se esperaban. Tras ser barridos en la Serie Divisional de la Liga Americana en 2023, los Orioles ganaron 10 juegos menos en 2024 y fueron barridos en la Serie del Comodín, anotando una sola carrera en dos juegos contra los Reales. Luego, la campaña de 2025 se descarriló rápidamente, terminando con récord de 75-87 y en el último lugar del Este de la Liga Americana.
¿La última vez que los Orioles terminaron con marca de 75-87? Fue en 2017, justo después de una etapa con tres presentaciones en postemporada en cinco años bajo el mando de Buck Showalter. Lo peor llegó en 2018, con un récord de 47-115. Entonces, Baltimore cambió por completo su enfoque: apostó por el futuro, priorizó la analítica, contrató a Mike Elias como gerente general y desmanteló la organización para reconstruirla desde cero, con la mira puesta en un futuro moderno. Ese futuro moderno ya llegó.
Esto es lo que buscaban construir. Y mírenlos: de vuelta a 75-87.
Basta con decir que los Orioles necesitan cambiar el rumbo cuanto antes. Elias pareció entenderlo durante la Fecha Límite de Cambios este año, cuando declaró: “Lamentamos que el 2025 haya resultado así. Tenía que salir mal muchas cosas, y así fue. Estamos trabajando en eso”.
¿Y cómo han reaccionado hasta ahora, además de contratar a Craig Albernaz como nuevo dirigente? Han adquirido al relevista Andrew Kittredge a cambio de dinero en efectivo, un lanzador que ya había estado con Baltimore en 2025 antes de ser enviado a los Cachorros en la Fecha Límite. También firmaron al jardinero dominicano Leody Taveras. Pero el movimiento más impactante, el que sacudió a gran parte de la afición, llegó la semana pasada: los Orioles enviaron al abridor derecho Grayson Rodríguez a los Angelinos a cambio del patrulllero Taylor Ward.
Rodríguez, de 26 años, fue la 11ma selección general en el Draft amateur de MLB en 2018 y un prospecto del Top 10 por consenso, una pieza clave en los planes de los Orioles y la esperanza de sus fanáticos durante años. Sin embargo, nunca llegó a consolidarse en las Grandes Ligas como se esperaba, dejando efectividad de 4.11 en 43 aperturas entre 2023 y 2024, antes de perderse todo el 2025 por lesiones.
Aun así, Rodríguez aún tiene cuatro años de control contractual por parte del club, mientras que Ward solo tiene uno antes de llegar a la agencia libre. Y aunque Ward es un buen bateador --tiene un OPS+ de 117 desde 2022 y promedia 24 jonrones por temporada--, algunos lo han comparado con Tyler O’Neill, un jugador que sigue en el roster de los Orioles tras un primer año frustrante en Baltimore. Esa comparación no le hace justicia a Ward, un jugador confiable cuyo bate contra lanzadores zurdos encaja muy bien en esta alineación.
Pero refleja la angustia generalizada entre los fanáticos de los Orioles, presente desde que el as Corbin Burnes se marchó como agente libre tras pasar solo una temporada en Baltimore en 2024. Es cierto que esa salida no terminó afectando al equipo, ya que Burnes solo hizo 11 aperturas con los D-backs antes de someterse a la cirugía Tommy John. Aun así, dejó un sabor amargo, por la oportunidad desperdiciada de capitalizar el impulso que traía el equipo.
Los aficionados de los Orioles podrían estar frustrados con el canje de Rodríguez, por renunciar a tantos años de control contractual y por la posibilidad de que, si alguna vez se mantiene saludable y logra dar el salto, lo haga lejos de Baltimore. Pero eso es un problema del futuro, y esta decisión muestra que esta oficina principal --la misma que desarrolló todo este talento joven-- ahora entiende la urgencia. Ya no pueden seguir pensando tanto en el mañana.
Ward ayuda al equipo ahora --literalmente, ahora mismo--, y el presente es lo único que importa. Los Orioles tienen que ganar este año tanto como cualquier otro equipo. Si logran ser mejores esta temporada --y Ward los hará mejores--, entonces el futuro de Rodríguez será un lujo que a los fanáticos no les preocupará.
Lo más fascinante será ver qué viene después. Porque si bien algunas reacciones al traspaso de Rodríguez fueron algo exageradas, el hecho sigue siendo el mismo: un equipo que necesita desesperadamente más pitcheo de impacto acaba de cambiar a un lanzador --y uno que, posiblemente, tenía más proyección que cualquier otro brazo actual del club. Por ahora, la rotación de Baltimore está compuesta por Trevor Rogers, Kyle Bradish, Dean Kremer, Tyler Wells y Cade Povich. Es decir, luce igual que la del año pasado, la que tantos problemas causó.
Los Orioles han tenido éxito en el pasado cambiando prospectos por abridores de Grandes Ligas --véanse los casos de Burnes y Rogers--, y sumar a Ward fortalece la profundidad en los jardines, lo que podría facilitar otro canje bate por brazo. Pero también es cierto que la nómina de Baltimore sigue siendo relativamente baja. Ahí entra la agencia libre. Aunque este mercado no ofrece el potencial de un Burnes como el año pasado --una operación que, al final, los Orioles evitaron acertadamente--, sí hay profundidad. Y los Orioles tienen muchas opciones para mejorar su rotación.
La razón principal para ello es la alineación, que, si bien no rindió al máximo el año pasado, sigue siendo muy talentosa y, además, en su mayoría con salarios controlados. Eso debería permitirle al equipo invertir en el pitcheo y, a la vez, conservar un techo competitivo elevado.
Gunnar Henderson dio un pequeño paso atrás en 2025, pero aun así tuvo una temporada de 5.0 de bWAR con solo 24 años. Jackson Holliday cumplirá 22 años la próxima semana, y ya es un bateador promedio en MLB. Todo indica que está cerca de explotar, y hay otros candidatos para dar el salto en 2026: ¿Jordan Westburg? ¿Dylan Beavers? ¿Colton Cowser? ¿Coby Mayo? ¿Jeremiah Jackson?
Sumar a Ward les da a los Orioles más certeza, algo que necesitaban, pero la clave para que Baltimore gane será que varios de estos jugadores cumplan con su proyección y aporten mejoras desde adentro. Tal vez nada de eso importe si el pitcheo no mejora. Pero hay razones suficientes para invertir fuerte en ese departamento.
Hace dos años, los Orioles parecían el equipo del futuro. No se dio en ese entonces, pero podría darse ahora. Esta temporada baja será crucial para determinar si sucede.
