Siete clásicos cuentos del flamante Earl Weaver

9 de mayo de 2020

Qué falta nos hace Earl Weaver en momentos como éste. Earl Weaver – el Conde (Earl, en inglés) de Baltimore – era un hombre extremadamente divertido, creativamente vulgar e incansablemente franco. Tenía opiniones sobre prácticamente todo y las compartía de lo más feliz.

Y no le faltaba confianza en sí mismo. Una vez interrumpió una rueda de prensa para decirle a un reportero, “¡Deja de escribir! Esto no es lo bueno”. Momentos después, anunció: “Más les vale que escriban todo esto. Esto va a salir en todos lados”.

O la vez que fue al montículo a hablar con Jim Palmer.

“¿Le estás echando ganas?”, preguntó.

“¿Que si le estoy echando ganas?”, le respondió enfurecido Palmer. “Tú fuiste el que hizo el lineup. ¿Tú le estás poniendo ganas?”

O la vez que Palmer cuestionó la decisión de Weaver de ponerlo a abrir en el Juego 1 de una serie de postemporada.

“Tú que sabes tanto, por qué no llamas a los Angelinos y también les armas su rotación”, gritó Weaver.

Como periodistas, cubrir a Weaver era más divertido de lo que debería permitirse legalmente, y como he dicho, vaya que podríamos beneficiarnos de un poco de Earl en este momento.

ISi Weaver, quien murió a los 82 años en el 2013, no fue el mejor manager en la historia del béisbol, pues ciertamente estaba en la lista de favoritos, gracias a un promedio de 96 victorias al año en sus primeras 12 temporadas en las Grandes Ligas como piloto de los Orioles (1969-1980).

El hombre era una especie de gallito de pelea, alternándose constantemente entre lo encantador y lo combativo, y esta pieza va dedicada al ya fallecido umpire Steve Palermo, quien de forma menos afectiva se refería a Earl como “El Pequeño Idiota”.

Aquí están, entonces, siete grandes momentos de Earl Weaver:

1. Cómo definir la genialidad
Ray Miller, el coach de pitcheo de los Orioles, tomó la hoja con el lineup del escritorio del manager y le dio un vistazo rápido.

“Benny Ayala”, le dijo Weaver a Miller, refiriéndose al jugador puertorriqueño.

Miller, un poco en shock, mencionó lo obvio.

“Espérate, Benny no está en el lineup, Earl”, le dijo.

Weaver se encogió de hombros. “Benny Ayala,” repitió el dirigente.

En el noveno inning de ese partido, Ayala vino de la banca y dio un jonrón de tres carreras para ayudar a los Orioles a derrotar por 7-6 a los Indios en Cleveland el 15 de septiembre de 1981.

Se pueden estudiar miles de boxscores y hablar con cientos de sus jugadores y no vamos a encontrar una mejor forma de explicar el ingenio de Weaver mejor que con lo ocurrido en aquella olvidada noche en Cleveland.

“Earl ya había jugado el partido en su cabeza mucho antes de que se hiciera el primer pitcheo”, resumió Miller. “Dedujo cuáles relevistas tenían disponibles los Indios y, en su cabeza, estaba esperando por un enfrentamiento determinado. Y cuando se presentó, estaba listo”.

Ken Singleton, quien fue bateador designado de los Orioles y ha sido comentarista de los Yankees por mucho tiempo, una vez dijo algo sobre Weaver que en realidad pudieron haber expresado muchísimos de los jugadores que dirigió Earl: “Es reconfortante mirar hacia allá y saber que tu manager está dos pasos por delante del que está en el otro dugout”.

Weaver era un adelantado a su tiempo. Se apoyaba en los jonrones y en el uso de determinados pitcheos – “Tira tu condenado slider”— antes de que fuera popular. Lo mismo que con alternar a jugadores en distintas posiciones.

2. “Pónganos en fila y dispárennos”
Después de una derrota particularmente miserable cerca del final de la segunda estadía de Weaver con los Orioles, los reporteros entraron calladamente en su oficina y rodearon su escritorio. Weaver no esperó que le hicieran una pregunta.

“Simplemente pónganos en fila y dispárennos”, anunció. “Eso es lo que nos merecemos”. Y con eso, dijo todo lo que tenía que decir y se fue.

Al final de aquella misma temporada, luego de que todo se viniera abajo, agarró la hoja de la alineación y anunció, “Esto debería irse al Salón de la Fama conmigo. Es el peor lineup que he armado en mi vida”.

Ésa fue la misma semana en la que le dijo a un jugador, “¿Sabes lo que me molesta de ti? Que no tienes idea de lo malo que eres”.

3. “¿Fue balk?”
La discusión entre Weaver y el umpire Bill Haller ha sido vista más de 500,000 veces en YouTube. Entre lo más destacado:

Weaver: ¡Ya vas a ver! ¡Yo voy a ir al Salón de la Fama!”

Haller: “¿Por qué? ¿Por echar a perder la Serie Mundial?”

Weaver le estaba reclamando a Haller por haberle cantado un balk a Mike Flanagan, aunque no disputó la sentencia, sólo los motivos de Haller, su integridad y su historia familiar.

Lo que no fue capturado fue Weaver parándose en el montículo antes de dejar el terreno y preguntándole a la Flanagan, “¿Fue balk?”

“Sí, creo que sí”, le confesó Flanagan.

“Bueno, (grosería) a ti también”, le gritó Weaver.

4. “¿Dónde está Piniella?”
Vaya, dos personajes. En 1965, Weaver suspendió al entonces outfielder de 21 años, Lou Piniella, de su equipo Doble-A en Elmira, Nueva York luego de una acalorada discusión en el clubhouse.

Piniella regresó al cuarto que compartía con el torpedero Mark Belanger y decidió tomarse unos días libres. Pero cuando se lesionó otro jugador, Weaver necesitaba a Piniella de regreso.

El manager se presentó en el apartamento y, de acuerdo con Piniella, la conversación fue más o menos así:

Weaver: “¿Dónde demonios estabas?”

Piniella: “Tú me mandaste a mi casa.”

Weaver: “Bueno, alguien se lesionó anoche. Te necesito”.

Piniella: “Yo no voy a jugar. Tú me suspendiste.”

Weaver: “No estoy bromeando.”

Piniella: “No estoy bromeando.”

Weaver una vez le dijo a Piniella que nunca iba a triunfar en las Grandes Ligas, porque era demasiado impulsivo.

“Bueno, tú eres tremendo ejemplo”, le gritó Piniella de vuelta.

5. “¡Lo empavaste!
Weaver estaba a punto de traer al zurdo Tippy Martínez para enfrentar a Graig Nettles, el tercera base de los Yankees. En el dugout, Palmer recordó que habían utilizado mucho a Martínez (cuatro de los cinco choques anteriores) y que probablemente estaba cansado.

“Si lo traes, Nettles va a dar un estacazo al último piso”, dijo Palmer.

Weaver terminó trayendo de cualquier manera a Martínez, y mientras la pelota volaba camino al último piso del estadio, Weaver perdió la cabeza:

“¡Lo empavaste! ¡Lo empavaste! ¡Lo empavaste!”

6. “¡Dame el condenado libro de reglas!”
Una vez, durante una discusión con un umpire en el home, Weaver le ordenó a Miller que buscara el libro de reglas de MLB que se suponía tenía que llevar consigo todo el tiempo. Estaba todo usado y llenó de notas.

Weaver, ceremoniosamente, lo rompió en docenas de pedacitos de papel y los tiró al árbitro. Las fotos de Weaver rompiendo el libro en pedazos salieron en diarios de todo el país. En la esquina inferior de una de las fotos estaba Miller de rodillas tratando de salvar el libro.

7. “Tienes un minuto, Earl”
Ésta la contó Palermo. “Expulsé al Pequeño Idiota de un juego en el Yankee Stadium en el primer inning. Pero él no se iba.

“Le dije, ‘Earl, si no te vas de aquí, voy a sentenciar “forfeit” y vas a tener a 50,000 fanáticos de los Yankees enfurecidos contigo”.

“No me voy a ir”, respondió Weaver.

Y no se fue. Caminó hasta la segunda y se paró encima de la base, se cruzó de brazos y retó a Palermo a sentenciar el “forfeit”.

“Earl, tienes un minuto, o voy a decretar forfeit”, le dijo esta vez Palermo, antes de decirle a Richie García, el árbitro de tercera, que arrancara su cronómetro.

“Earl estaba gritando que yo no tenía las agallas para hacerlo, y yo diciéndole, ‘40 segundos, 30 segundos’”, siguió recordando Palermo. “Finalmente, cuando faltaban cinco segundos, Earl empezó a correr para irse del terreno gritando que iba a llamar a la liga”.

Y otra más de Palermo:

“¿Sabes qué lo volvía loco? Tenía una voz como carrasposa, no muy fuerte, y había veces en las que empezaba a insultarnos. En vez de reaccionar, le decíamos, “¿Qué dijiste, Earl? No te oigo’. Eso lo volvía loco”.

Weaver se retiró la primera vez después de la temporada de 1982. La siguiente campaña, el jardinero central Al Bumbry, como solía acostumbrar, estaba asistiendo a la hora de servir la comida durante un vuelo del equipo.

“Hey, B, ¿dónde está el langostino?”, le preguntó alguien.

“Jugando golf en Florida”, dijo Bumbry.