La emoción de la victoria y la agonía de la derrota.
El final absolutamente insólito del juego del torneo Super Regional del lunes entre los Texas Longhorns y los Stanford Cardinal captó a la perfección todo el espectro de emociones que forman parte de cualquier acontecimiento deportivo de alto nivel.
Los dos equipos estaban empatados 6-6 en la parte baja de la novena, con un viaje a la Serie Mundial Universitaria en juego. Parecía que el encuentro se iba a ir a extra innings cuando Drew Bowser de Stanford, con dos outs y corredores en primera y segunda, bateó un elevado a terreno corto del jardín derecho.
Excepto que los jardineros de Texas perdieron la pelota en las luces, o quizás en el bonito cielo del atardecer.
El manso elevado aterrizó a escasos metros del jardinero derecho Dylan Campbell, que no pudo hacer otra cosa que sujetarse la cabeza con las manos mientras Alberto Ríos corría por tercera para anotar la carrera de la victoria.
Y esa no fue la única rareza de la entrada. Unos minutos antes, algunos en el dugout de Stanford pensaron brevemente que habían ganado cuando Ríos conectó una pelota que pegó contra el logotipo de la Pac-12 en la pared del jardín izquierdo. Ríos, que creía había dado un cuadrangular,incluso lanzó su casco en señal de celebración antes de llegar a la segunda base con lo que terminó siendo un doblete y preparar el escenario para un final inolvidable.
El increíble giro de la fortuna/desgracia envió a Stanford por tercera vez consecutiva a la Serie Mundial Universitaria en Omaha y mandó a los Longhorns a casa pensando en lo que podría haber sido.