Urías y González, hermandad triunfal en L.A.

30 de octubre de 2020

ARLINGTON, Texas – Incluso en un estadio nuevo, a 1,400 millas de casa, los Dodgers pudieron contar con su herencia mexicana para celebrar su primer título de Serie Mundial desde 1988. 

En una de las imágenes más simbólicas del martes, los mexicanos Julio César Urías y Víctor González rompieron en llanto, con los serpentineros de 24 años aún cerca del montículo tras el último out. 

González fue el lanzador ganador del definitivo Juego 6 de los Dodgers, que ganó Los Ángeles por 3-1 sobre los Rays. Urías cosechó el salvamento. Ninguno de los dos permitió carrera alguna en el partido. 

Dos zurdos mexicanos. 

Un lazo inquebrantable. 

“Estoy bien contento”, dijo Urías durante una entrevista con MLB Network. “Es mi hermano, aquí en el terreno y fuera de él. Es una persona importante en mi vida, y yo lo soy también para él. Estamos contentos y estamos disfrutando este sueño juntos”.

Su amistad comenzó en el 2012, cuando de adolescentes firmaron con los Dodgers con un mes de diferencia. Pero el contexto multinacional del triunfo del martes comenzó mucho antes de que ellos nacieran. 

El Chávez Ravine, casa del Dodger Stadium, fue alguna vez una comunidad mexicoamericana, antes de la construcción del estadio. Dos décadas después, Fernando Valenzuela creó un lazo emocional entre los Dodgers y los mexicoamericanos en Los Ángeles. 

Urías y González son los únicos lanzadores nacidos en México en estar con el equipo durante la racha de ocho títulos seguidos en la División del Oeste de la Liga Nacional. Recientemente, hablaron con orgullo sobre pertenecer a una organización que las generaciones pasadas de mexicanos identifican con Valenzuela.

Le añade al legado de la franquicia el hecho de que Urías y González son zurdos (como Valenzuela) y que ayudaron de forma significativa a conquistar el campeonato (como lo hizo Valenzuela, quien lanzó un partido completo por los Dodgers ante los Yankees en el Juego 3 de la Serie Mundial de 1981). 

“Fue increíble”, dijo el relevista curazoleño, Kenley Jansen. “He estado alrededor de estos muchachos. Los he visto competir y aprender [de los veteranos], hasta llegar al escenario grande. Estoy feliz de haber visto eso. ¡Viva México! Se lo merecen, estoy orgulloso de ellos”. 

Mientras Urías abrazaba a sus compañeros y posaba para las fotografías en el terreno, el tricolor mexicano posaba sobre sus hombros. Cuando se dispersó el grupo que lo acompañaba, el oriundo de Culiacán pudo ver a miles de aficionados en las gradas del Globe Life Field. 

Urías los miró y comenzó el coro: “¡JU-LI-O!, ¡JU-LI-O!”. Varios fans alzaron sus banderas de México, para conectar con Urías a la distancia. 

Durante una pausa en la celebración, Urías le confesó a MLB.com que el 2020 ha sido muy difícil para él. Dos de sus tíos abuelos y una tía abuela fallecieron a causa del COVID-19. Mencionó que su familia en Sinaloa le ha dicho lo difícil que han sido estos momentos durante la pandemia. 

A pesar de ello, siguieron apoyándolo. 

“Estoy tan orgulloso de mi país”, dijo Urías. “Estoy muy orgulloso de la gente que vino a apoyarme. Víctor y yo podemos sentir siempre su apoyo, y esto es para ellos. ¡Viva México!”. 

La presencia de González en una lomita de las Mayores –y en el Juego 6 de la Serie Mundial—ya es un triunfo para él.

Hace dos años, González tuvo tantos problemas, producto a las lesiones y malas actuaciones en Clase-A Great Lakes, que estaba listo para retirarse. No estaba completamente recuperado de una cirugía Tommy John y el cuerpo de desarrollo de los Dodgers le permitió tomarse un tiempo en su casa en México. Volvió a los Estados Unidos varias semanas después y aceptó terminar el año en el nivel de novatos en Oregon. 

Sin embargo, su frustración continuó. Con 22 años, tuvo una efectividad de 13.50, significando uno de los niveles más bajos de su carrera profesional. En una entrevista reciente con MLB Network, reconoció que lloraba después de cada salida. 

González quería renunciar. Urías, quien lo considera como un hermano, estaba entre quienes lo convencieron de continuar. 

El año pasado, González mejoró lo suficiente como para alcanzar el nivel de Triple-A. En febrero, llegó a los Entrenamientos Primaverales buscando ganarse un puesto en las menores, para evitar ser dejado libre. Hizo más que eso. Impresionó a los directivos de los Dodgers, con una poderosa recta en sinker y un buen slider –el pitcheo con el que retiraría al cubano de los Rays, Randy Arozarena, en un momento importante en el Juego 5 de la Serie Mundial.  

El martes, cuando llegó el momento de celebrar entre lágrimas el título, lo primero que hizo González fue agradecerle a su gran amigo. Sabía exactamente dónde conseguirlo: En la lomita, luego de hacer el último pitcheo del juego. 

“Estoy agradecido con él”, expresó González acerca de Urías. “Me ha dado mucho. Esto es lo que le dije: ‘Gracias por todos los consejos’. El abrazo era para celebrar el campeonato. Me siento muy feliz por hacer esto en mi primer año aquí. Gracias a Dios, ahora continuemos hacia el futuro”. 

González dijo que su madre, Norma, y su abuelo, Guillermo, vieron la Serie Mundial junto a otros familiares en su natal Tuxpan, Nayarit. Tras el Juego 6, González reveló que estaba recordando a su padre, quien falleció cuando Víctor era un niño. 

“Esto”, dijo González, “es para todos ellos”.