¿Veremos a Justin Verlander con otro uniforme esta temporada?

27 de julio de 2017

La noche del lunes, en su más reciente apertura por los Tigres, sacó su último out ante los Reales con una recta a 98 millas por hora. Fue su 119no lanzamiento de la noche.
En esta época, podría haber otros pitchers con grandes rectas. Pero ninguno ha manejado mejor las fuertes cargas de trabajo que Verlander.
En una era de más y más límites de pitcheos y en el que monitorear a los lanzadores es rutina, Verlander y el ahora asistente especial de los Tigres, Jim Leyland, eran personajes sacados de la época de rotaciones de cuatro abridores y pitchers que nunca querían salir de los juegos. Y aquí sigue, a los 34 años, despachando a los bateadores en las postrimerías de los cotejos y atrayendo el interés de los Cachorros, los Dodgers y otros contendientes.
Sólo ha habido 12 compromisos esta temporada en las que un abridor ha sumado 120 o más lanzamientos. Verlander ha llegado a esa cantidad 61 veces en su carrera, 46 de ellas en un lapso de cuatro años que inició en el 2009.
Eso no está al nivel de lanzadores como Phil Niekro o Nolan Ryan, pero para los estándares de esta época, Verlander bien podría ser Old Hoss Radbourn, el miembro del Salón de la Fama que en 1884 abrió 73 juegos (en todos cubrió la ruta), tiró 678.2 innings y ganó 59 duelos por los Providence Grays.
Leyland no cree en límites estrictos de pitcheos. Es de los que piensan que un manager debe usar sus ojos y la comunicación con su coach de pitcheo y su lanzador al momento de determinar cuándo es hora de hacer un cambio en la loma.
No han sido muchas las veces en las que el que estaba calentando en el bullpen era mejor opción que Verlander, que en 13 temporadas con los Tigres tiene 3.52 de efectividad.
El actual manager de los Tigres, Brad Ausmus, quizás hubiese manejado de otra forma a Verlander si lo hubiera tenido en los primeros años de su carrera. Pero desde que reemplazó a Leyland en la cueva, Ausmus ha tratado con cuidado a su preciado lanzador, al que dejó hacer una apertura de 120 pitcheos en el 2015, otra en el 2016 y ninguna en lo que va de esta temporada.
Verlander está quinto entre los pitchers activos en innings, detrás de , el dominicano Bartolo Colón, y el venezolano Félix Hernández. Y con la excepción de Félix (31 años), es el más joven de todos. En ese pequeño grupo, se ubica mejor en victorias (cuarto con 178) y ponches (cuarto, 2,317) que en entradas lanzadas, lo que habla muy bien de su efectividad sobre el morrito.
La carga de trabajo, sin embargo, fue haciendo efecto en Verlander a medida que se adentraba en los 30. En el 2015, estuvo fuera dos meses por un tirón en el tríceps derecho, lo que empezó a hacer creer que el principio del fin había comenzado. Pero se ajustó bien y la temporada pasada por poco gana su segundo Cy Young de la Liga Americana.
Este año ha seguido lanzando fuerte y luchando. Su recta de cuatro costuras está promediando 95.7 millas por hora en el 2017, su mejor velocidad desde el 2011. El lunes contra los Reales (7 innings, tres carreras, cinco hits) promedió 96 mph y llegó a tocar las 99.
Fue una demostración impresionante para los scouts presentes en Comerica Park.
Cambiar a Verlander sería un movimiento difícil para los propietarios de los Tigres y el gerente general Al Ávila. Pero el diestro tiene un contrato garantizado de US$28 millones para cada una de las dos próximas temporadas y pareciese preferir ir a lanzar por un equipo contendor que quedarse en un club cuya reconstrucción comenzó de manera oficial cuando J.D. Martínez fue enviado a los D-backs el 18 de julio.
Debido a los riesgos que implica hacerse con un pitcher de la edad de Verlander, Detroit les ha hecho saber a los demás equipos que ayudarían a pegar parte de su contrato si lo que reciban en prospectos vale la pena, de acuerdo a distintas fuentes. Verlander, además, tendría que estar de acuerdo con el cambio, pues tiene derecho a vetar cualquier canje al ser un jugador con al menos 10 años en Grandes Ligas y cinco en el mismo equipo.
Verlander ayudó a los Tigres a alcanzar la Serie Mundial del 2006 y a la del 2012, pero Detroit perdió ante los Cardenales y los Gigantes, respectivamente. Aunque siempre lamentará no haber ganado un campeonato para los fanáticos de Detroit, Leyland y la familia Ilitch, sería una gran historia verlo pelear por un título en los Dodgers, los Cachorros o algún otro club en plena batalla por octubre.
Cualquier equipo lo suficientemente atrevido para hacer un cambio por Verlander se estará haciendo con verdadero caballo. Ese es el mejor cumplido que se le puede hacer a un lanzador.