Wainwright y Molina, amigos, “hermanos” e histórica batería

8 de septiembre de 2022

SAN LUIS – La amistad entre y el puertorriqueño es lo suficientemente fuerte como para que no les importe exhibir el cariño y aprecio que se tienen frente a millones de personas. Es lo suficientemente juguetona para que ocasionalmente se disparen el uno al otro con pistolas de agua. Y es lo suficientemente madura como para que uno pueda criticar al otro si no está haciendo bien su trabajo.

El fin de semana pasado, por ejemplo, fue Molina quien le gritó a la cueva de los Cardenales que tenían que sacar a Wainwright del juego porque su curva no estaba rompiendo y no estaba ubicando bien sus envíos; se trata de una honestidad brutal que por un rato puso de malas a los dos amigos. Luego, un par de días después, ahí estaban sentados juntos otra vez, compartiendo sobre la cerca en la cima del dugout mientras trataban de agarrar un foul con sus gorras. Cuando Molina  atrapó uno justo antes de Wainwright, el lanzador vio al cátcher con el tipo de mirada decepcionada normalmente reservada para que una esposa se la dedique a su marido. Y muy parecido a una de esas parejas que tiene junta toda la vida, Wainwright incluso ha logrado que a Molina le guste su tipo de música favorita: “twangy country”.

El vínculo que tienen es tan fuerte que regularmente se refieren el uno al otro como hermanos. Dicen eso a pesar de que Wainwright, de 41 años, nació en Brunswick, Georgia., mientras que Molina, de 40 años, lo hizo en la Isla del Encanto. Esa sociedad no sólo les ha permitido convertirse en una de más exitosas baterías de todos los tiempos, sino que se ha extendido más allá del terreno, las bromas del clubhouse y los viajes en autobuses llenos de historias, estrategias y conversaciones sobre el béisbol y la vida.

Sus familias guardan con especial cariño una foto tomada hace un par de años la que Manuel Molina y Morgan Wainwright – ambos para entonces de dos años– aparecen sentados con los brazos sobre el hombro del otro viendo un juego de béisbol.

“Es una relación que comenzó como lanzador y receptor – limitada al béisbol y al terreno – y que 19 años después nos tiene pasando el Día de Acción de Gracias en su casa en Puerto Rico y con nuestros niños jugando y criándose juntos”, dijo Wainwright.

“Yadi y yo empezamos siendo casi niños y ahora somos unos viejos, y crecimos juntos”, continuó Wainwright. “No sé cuántos compañeros de equipo hemos visto pasar e irse. Hemos visto muchachos que cambian, hemos jugado con un montón de personas, pero siempre hemos estado juntos. Hemos ganado mucho juntos; y también hemos perdido y llorado juntos. Cuando vives todas esas experiencias, estás destinado a unirte más y más”.

La amistad entre Molina y Wainwright, ésa que los ha mantenido hombro a hombro durante 18 temporadas de Grandes Ligas, llegará un tremendo hito el jueves cuando hagan batería por 324ta ocasión iniciando un juego. Esa longevidad les permitirá empatar a Mickey Lolich y Bill Freehan, que hicieron llave en los Tigres entre 1963 y 1975. Ya dueños de la mayor cantidad de triunfos como batería en la historia del juego con 212 ganados en el equipo los días en los que iniciaron uno sobre la loma y el otro detrás del plato, Molina y Wainwright asegurarán su lugar como la sociedad pitcher-cátcher más duradera en la historia del juego.

“Ni que hacer señas, porque saben lo que está pensando el otro”, dijo la leyenda dominicana Albert Pujols, compañero de ambos por muchos años, sobre la química que tienen sus amigos. “Lo que estamos viendo con ellos probablemente no lo veamos más, porque es difícil que dos jugadores pasen tanto tiempo juntos. Son increíbles”.

Claramente, su sociedad ha resistido el paso del tiempo, ¿pero ha sido así por todo el éxito que han tenido? ¿O siguen teniendo éxito a tan avanzada edad precisamente porque ese lazo que los une ha sido puesto a prueba tantas veces a lo largo de los años?

A Wainwright y a Molina se le acreditan 18 años de compañerismo en las Mayores, un tiempo de servicio que los coloca solamente detrás de los 19 años que pasaron juntos el panameño Mariano Rivera y Derek Jeter (Yankees) y Lou Whitaker y Allan Trammell (Tigres). Pero su relación empezó mucho antes de eso. Fueron compañeros de equipo en Triple-A en el 2004, meses después de que Wainwright fuese adquirido desde los Bravos y Molina impresionara al club a sus 20 años después de sus primeros entrenamientos de Grandes Ligas.  

“Ha pasado mucho tiempo desde eso”, dijo Molina acerca de la primera vez que fue receptor de Wainwright “Han sido demasiados los golpes en la cabeza para que me acuerde”. 

Lo que se produjo en las casi dos décadas que han pasado juntos fue un éxito incomparable. Wainwright y Molina tienen la cuarta mayor cantidad de innings trabajados juntos en la historia (2,131.1), que son más que cualquier otro dúo en la rica historia de los Cardenales. Entre abridores y receptores, sus 212 victorias en equipo superan las de Warren Spahn y Del Crandall (202).

Tanto como receptor como bateador, Molina ha ayudado a Wainwright a cosechar victorias. Con 333 hits en partidos iniciados por Wainwright, Molina suma la mayor cantidad de hits en la historia de Grandes Ligas tratándose de un receptor con el mismo lanzador. Además, las carreras empujadas de Molina que definieron victorias de Wainwright son la mayor cantidad para un receptor con un lanzador. 

“Waino no solamente es mi compañero de equipo y  amigo; es como un hermano para mí”, dijo Molina, quien hace unos días ascendió al segundo lugar en la historia de Grandes Ligas en juegos como titular en la receptoría con 2,098. “Hacer esto con él es algo increíble”. 

Y luego, está el siguiente dato que demuestra la fuerza de su colaboración: Wainwright ha sido un lanzador mucho más eficaz trabajando con Molina. Eso es cierto esta temporada, ya que el diestro tiene marca de 8-5 con efectividad de 2.91 con Molina detrás del plato y 2-4 con promedio de carreras limpias de 3.93 cuando Molina se ausentó por molestias en una rodilla. Ése también fue el caso en sus primeras 17 campañas juntos: La efectividad de Wainwright fue de 4.08 sin Molina como su compañero de batería y de 3.22 con él.  

“Caramba, Yadi, no tengas miedo a catchear un poco más”, bromeó Wainwright. “Algo de eso es coincidencia, porque estuve lesionado del 2017 al 2018. En parte se debe a que trabajamos muy bien juntos y somos un equipo. Como dijo Kevin Costner, ‘Somos como un par de zapatos viejos juntos’”.

Su momento insignia siempre será el 19 de octubre del 2006, en el Shea Stadium, cuando unieron fuerzas para hundir a los Mets. Luego de que Molina diera un jonrón de dos carreras en el noveno inning del Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional para poner arriba a San Luis, Wainwright tiró lo que quizás haya sido la curva más importante de su carrera cuando ponchó al boricua Carlos Beltrán sin hacer swing con las bases llenas. ¿A quién se le ocurriría pedir una curva con la cuenta en 0-2 contra uno de los bateadores más temidos del juego y las bases llenas? A Molina, y Wainwright confió en él. 

“Ese pitcheo”, recordó Molina, “definitivamente fue uno de nuestros mejores recuerdos”.  

Agotado después de 19 años detrás del plato y nueve Guantes de Oro, Molina ya ha dicho que esta temporada será su última en las Mayores. Wainwright, quien suma 194 victorias y quien podría seguir lanzando después del 2022, se ofende cuando alguien cuestiona la candidatura de Molina para el Salón de la Fama, diciendo, “Cuando Johnny Bench dice que Yadi es el mejor receptor defensivo de todos los tiempos, con eso basta para mí”. 

Molina, quien regresó a San Luis tras pasar seis semanas en Puerto Rico durante esta temporada, quiere el 2022 termine igual que terminaron las del 2006 y el 2011 – con un título de Serie Mundial. Y si la batería para ese out decisivo consiste de Wainwright y Molina, el receptor felizmente saltará a los brazos del lanzador nuevamente.  

“Estoy tan contento de poder pasar esta temporada con mis hermanos”, dijo Molina, incluyendo a Pujols. “Tenemos muchos recuerdos y ganar campeonatos son los mejores. Ojalá podamos hacerlo otra vez”.