Llámenlo "caos del Coors".

Eso es lo que los Rockies quieren producir para capitalizar un estadio que podría, con el enfoque correcto, convertirse en una de las grandes ventajas de local en el béisbol.

¿Cómo se crea ese caos? Puede resultar útil recordar algunas décadas atrás en la historia de la franquicia.

El único equipo en la historia de la Liga Americana y la Liga Nacional que conectó al menos 200 jonrones y robó al menos 200 bases en la misma temporada fueron los Rockies de 1996, que pegaron 221 cuadrangulares y robaron 201 bases. Dos jugadores de ese equipo, Dante Bichette y Ellis Burks, se unieron al club 30-30.

La combinación de potencia y velocidad puede causar estragos en los oponentes en un estadio situado en altitud con mucho espacio en los jardines. Y es un área distinta del enfoque en el desarrollo de jugadores para los Rockies.

“Sin lugar a dudas”, dijo el gerente de Triple-A Albuquerque, Pedro López. “Habrá muchos jonrones en el Coors Field. Si podemos presionar a la defensiva cuando conseguimos un hit, tratando de convertir un sencillo en un doble, por ejemplo, creo que eso hará que el otro equipo cometa más errores.

“...Ese es el juego que debemos jugar. Lo vimos con Nolan Jones [20 jonrones/20 robos] cuando subió, Brenton Doyle [22 robos], esos muchachos que subieron el año pasado. Eran una amenaza. … Eso es algo que estoy tratando de inculcar a estos muchachos, tratando de hacerlos más agresivos”.

Los Isótopos de Alburquerque conectaron 192 jonrones y robaron 173 bases la temporada pasada, la primera de López al mando. Y eso fue después de un comienzo lento. Su insistencia en la agresividad en las bases además del músculo en el plato es evidente.

“El año pasado nos tomó media temporada”, relató López. “Si hubieran estado en mi reunión el día 1, yo diría: 'Vamos a correr'. Nos tomó setenta y tantos juegos comenzar a correr. … Vuelvo a esa cultura que se fijó el año pasado”.

“Estábamos tratando de sentar esas bases. … Con suerte, podremos construir a partir de eso”.