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No hay que hacerle caso a los alardes de Fernández

Esta generación de fanáticos de béisbol es muy afortunada de poder ver lanzar al cubano José Fernández. Eso pienso cada vez que veo a este muchacho de 21 años subir a la lomita.

Los números de Fernández parecen sacados de un juego de video. Al joven también le sobran carisma y energía y Fernández luce estar destinado a ser uno de los rostros de las Grandes Ligas.

El miércoles, Fernández terminó su campaña de novato con números espectaculares: Efectividad de 2.19, promedio de bateo en contra de .182, 9.89 ponches por cada nueve entradas, 58 boletos y 187 abanicados en 172.2 innings de labor.

Y esos números apenas transmiten lo mucho que Fernández significa para los Marlins de Miami.

Por su parte, el cubano entiende eso muy bien y con su manera de relacionarse con los fans pone el ejemplo para los demás jugadores. Fernández firma autógrafos y se toma fotos con los aficionados después de casi todos los juegos. Los domingos cuando los Marlins juegan en casa, el diestro invita a grupos juveniles al estadio.

Tan espectacular ha sido Fernández que el manager de los Marlins, Mike Redmond, dijo más al principio de la temporada que una de sus metas era asegurarse de que el serpentinero no cambie.

Y ser un pelotero emotivo y expresivo es parte del paquete.

Fernández bromea con los umpires, abraza a los jugadores del equipo contrario y conversa con todo el mundo. Todo lo hace con una sonrisa. Es encantador, sociable y no lo abruma ser el centro de atención.

Al igual que su compatriota en los Dodgers, Yasiel Puig, Fernández viene de una cultura en la que los jugadores no hacen ni el mínimo esfuerzo por disimular sus emociones.

Por muchos motivos, grandes y pequeños, Fernández ha sido uno de los puntos luminosos del béisbol en el 2013. Aun estando en la mira de todos, ha hecho las cosas como acostumbra. Ha sido él mismo.

Por lo tanto, cuando Evan Gattis de Atlanta le bateó para jonrón el miércoles en la parte alta del sexto inning, Fernández reaccionó. Pareció decir, "Wow", en voz alta.

Esa es una versión de lo que sucedió. Es posible que también haya gritado un par de cosas hacia la cueva de los Bravos.

Estos juegos son importantes para los Bravos, que están muy cerca de asegurar su pase a los playoffs y que se encuentran en una lucha férrea con los Dodgers por el mejor récord de la Liga Nacional y la posibilidad de tener ventaja de local en la postemporada.

Fernández sabía que su apertura del miércoles sería su última de la temporada. Cuando sonó el primer jonrón de su carrera en la parta baja del sexto inning, se detuvo en el plato para contemplar el vuelo de la bola. Y eso a los Bravos no les agradó.

Al dar la vuelta por las bases, Fernández escupió cerca del antesalista de Atlanta, Chris Johnson, quien le hizo saber lo que pensaba del gesto. El receptor Brian McCann lo estaba esperando en el plato y de un momento a otro, se vaciaron las bancas.

José Fernández cometió un error y en medio de una batalla, los jugadores de Atlanta respondieron.

Redmond se enojó y dijo que comprendía por qué los Bravos estaban listos para irse a los golpes. Fernández le pidió disculpas a McCann y al lanzador de Atlanta, Mike Minor, después del juego. También se disculpó públicamente.

"Estoy avergonzado", manifestó.

Los Bravos reaccionaron como suelen hacerlo los competidores, pero en el fondo tenían que saber que sólo se trataba de un muchacho emotivo en el calor de la batalla.

"Creo que se dio de cuenta de que se equivocó", dijo Johnson. "Parece que se dejó llevar por sus emociones".

Si esto es lo peor que hace José Fernández en Grandes Ligas, no es gran cosa. Se trata de un jovencito que un par de años atrás estaba en la escuela secundaria. Seamos tolerantes con él. Ya aprenderá, pero nadie debe tratar de cambiar el estilo de este muchacho.

La temporada de novato de José Fernández fue todo un éxito. Debutó en abril y cumplió con todas las expectativas. Se trata de un muchacho muy talentoso y nada aburrido, lo cual representa una combinación bastante buena.