El español, clave para Alonso y su compenetración con los compañeros

2 de marzo de 2023

PORT ST. LUCIE, Florida – Un mes después de que los Mets lo eligieran en el Draft, en su debut con lo que para entonces era Brooklyn Clase-A temporada corta, Pete Alonso experimentó una pequeña dosis de un choque cultural típico de las ligas menores.

El abridor dominicano Harol González, un prospecto de 21 años, estaba en un aprieto. Mientras los miembros del cuadro interior se reunían en el montículo, el receptor venezolano Alí Sánchez y el coach de pitcheo Bill Bryk empezaron a tratar de comunicarse con González, el primero en español y el segundo en inglés.

Nadie podía seguir la conversación.

En lo que se convertiría en algo habitual en su vida como jugador de Grandes Ligas, Alonso hizo todo lo posible por traducir, relativamente sin éxito ese día, pero mucho más adecuadamente en los meses y años siguientes. A lo largo de su carrera, Alonso se ha esforzado por lograr un nivel de fluidez en español, viéndolo no sólo como una herramienta que puede usar en el terreno, sino como una forma de vincularse con sus compañeros de equipo. Lo usa regularmente en la primera base y en el clubhouse, tanto en situaciones serias como casuales. Como dice Alonso: “No sé si puedo escaparme de un arresto hablando, pero soy bastante decente”.

“Aprecio que esté tratando de encontrar una manera de interactuar con nosotros”, dijo su compañero de equipo, la estrella puertorriqueña Francisco Lindor, quien habla inglés y español.

El aprendizaje del idioma español de parte de Alonso empezó en la infancia, durante las visitas a la casa de su abuelo y su tía abuela, que emigraron desde España en los años 30 del siglo pasado. A medida que envejecían, ambos comenzaron a perder parte del inglés que habían aprendido después de llegar a los Estados Unidos, lo que obligó a Alonso a usar más su limitado español para comunicarse con ellos.

Para cuarto grado, Alonso ya estaba aprendiendo el castellano de manera formal en su escuela en la Florida, donde los estudiantes no tenían la opción de aprender francés, italiano ni latín. El español, por su prominente rol en la población general del estado, era un requisito.

Pero no fue hasta los años de Alonso en ligas menores que “realmente empezó a ser bastante decente” (en el idioma). Inmerso en un clubhouse con jugadores de la República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y más países de habla hispana, Alonso vio el español como una herramienta para aprender sobre sus compañeros de equipo. Los prospectos de dichos países típicamente hacen clases en inglés, pero no se espera que sus homólogos estadounidenses hagan lo propio. Como resultado, en los niveles más bajos de las menores, tienden a formarse subgrupos dentro de los equipos.

“La mayoría de estos muchachos no sabe español”, contó Alonso, gesticulando de un extremo del clubhouse al otro, “y la mayoría de estos muchachos no sabe inglés. ¿Cómo haces que eso funcione?”

La práctica ayuda. Alonso no ha probado ningún software de aprendizaje de idiomas en su tiempo libre, pero en su entorno de trabajo diario encuentra a muchos compañeros de conversación: Más de un tercio de los beisbolistas que están en el roster primaveral de los Mets habla español con fluidez. Lo ha utilizado Alonso para realizar entrevistas con medios de comunicación latinos. En unas vacaciones recientes en Italia, Alonso intentó comunicarse tanto con el italiano que aprendió inglés en la universidad como con algo de español, que se entiende más ampliamente que el inglés en algunas partes de dicho país.

“Cuando alguien trata de aprender otra lengua, comienzas de manera egoísta, porque quieres aprender el otro idioma y expandir tu vocabulario”, señaló Lindor. “Pero se convierte en una forma de vincularte con tus compañeros de equipo, tratar de entenderlos".

Otros jugadores norteamericanos se han esforzado por aprender el español a lo largo de los años (el canadiense Joey Votto, de Cincinnati, es un ejemplo notable), pero estos casos son relativamente pocos. Lindor sólo podía recordar a otro compañero de equipo de ligas menores que se tomó el tiempo para hacerlo con algún nivel de esmero.

Alonso es la excepción. Incluso cuando habla con compañeros verdaderamente bilingües como Lindor, no le rehúye al español, a pesar de que todavía tiene dificultades con frases complejas y conjugaciones verbales. Dice que algunas de las amistades que ha hecho en el béisbol profesional se deben a su capacidad de hablar el idioma o incluso a su disposición a intentarlo. Los jugadores más jóvenes lo ven y valoran el esfuerzo.

“Si puedes ayudar a algunos muchachos aquí y allá, creo que es beneficioso”, señaló Alonso. “No sólo es la barrera del idioma, sino que es un gran cambio cultural en el que los muchachos tienen que adaptarse al vivir en los Estados Unidos. Creo que (hablar su idioma) les ayuda mucho”.

En estos días, sin embargo, el inglés y el español ya no son los únicos idiomas que uno puede escuchar en el clubhouse. Los Mets tienen a un nuevo jugador, Kodai Senga, que tampoco habla inglés con fluidez.

Reto aceptado, dice Alonso: “Ahora, tengo que mejorar mi japonés”.