Con N.Y. en camino, D-backs recuerdan la SM 2001

25 de abril de 2019

PHOENIX – Cuando la Serie Mundial del 2001 empezó el 27 de octubre de dicho año, había pasado poco más de seis semanas desde que los ataques terroristas del 11 de septiembre (9/11) estremecieron no solamente la ciudad de Nueva York y el resto de los Estados Unidos, sino el mundo entero.

Después de las emotivas reanudaciones de la temporada de Grandes Ligas a partir el 17 de septiembre, los poderosos Yankees, en representación de la población de la Gran Urbe, parecían estar rumbo a su cuarto título de Serie Mundial en forma consecutiva. Sus oponentes en el Clásico de Otoño serían los Diamondbacks de Arizona.

Los Diamondbacks, un equipo de expansión nacida en 1998, eran todo lo contrario a los Yankees. No tenían décadas de tradición ni un solo título, comparado con los 26 de los Bombarderos del Bronx en aquel entonces. Además, con la buena voluntad por la ciudad de Nueva York en esos momentos, muchos pensaban que sería apropiado que los Yankees trajeran a “casa” la corona una vez más.

Los Diamondbacks, como era correcto, le guardaban todo el respeto y toda la reverencia posible a la Gran Manzana por lo que había pasado su población tras el derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre. Pero en el terreno de juego entre aquel 27 de octubre y el 4 de noviembre, el equipo veterano de Arizona no quiso dejar pasar lo que para muchos de ellos sería su única oportunidad de coronarse campeones.

“Teníamos un gran grupo y todos estábamos en la misma página”, dijo Luis González, quien junto a Randy Johnson sostuvo una rueda de prensa en el Chase Field el miércoles para recordar aquel Clásico de Otoño del 2001, en ocasión de la visita de los Yankees a Phoenix la próxima semana para jugar una serie de dos partidos contra los Diamondbacks. “Fue una serie conmovedora, por la manera en que todo se dio y la forma en que habíamos jugado todo el año”.

En una de las Series Mundiales más emocionantes de la historia, Arizona remontó una desventaja de 2-1 en el cierre de la novena entrada del Juego 7 ante nada más y nada menos que el panameño Mariano Rivera, el mejor cerrador de todos los tiempos y quien será exaltado al Salón de la Fama en julio de este año. Y por supuesto, todos recuerdan el sencillo de González frente a Rivera que dejó en el terreno a los Yankees y les dio un primer campeonato no sólo a los Diamondbacks, sino a toda el área de Phoenix en cuanto al deporte profesional se refiere.

“Creo que tuve muchos momentos para el recuerdo (en el béisbol), pero aquí en Arizona lo que todos recuerdan es esa Serie Mundial, la cumbre de nuestros esfuerzos y éxitos”, dijo Johnson, inmortal de Cooperstown que en aquel Clásico no sólo ganó sus dos aperturas de la serie, sino también fue el lanzador ganador en calidad de relevista en el Juego 7—un día después de adjudicarse el triunfo en el sexto choque. “Había algo bastante especial de ese equipo y subimos a otro nivel”.

Con veteranos como González, Johnson, Curt Schilling, Mark Grace, Steve Finley y muchos más, los Diamondbacks—el equipo con el lineup titular de más edad en la historia de la Serie Mundial—dominaron los Juegos 1, 2 y 6 en casa. Pero los partidos 3, 4 y 5 en Nueva York, con la enorme mezcla de pesar y esperanza acentuada por el lanzamiento de honor del entonces Presidente George W. Bush previo al Juego 3 en el Bronx, serían para la historia. Los Yankees ganarían cada uno de los tres choques, incluyendo regresos de película para dejar en el terreno a los Diamondbacks tanto en el cuarto como el quinto encuentro.

GRANDES EMOCIONES EN EL YANKEE STADIUM

Con el 9/11 siempre presente, Nueva York y sus Yankees fueron los verdaderos protagonistas de la Serie cuando tocaron los partidos en el Bronx.

“Nosotros fuimos una nota secundaria de toda la situación”, dijo con reverencia Johnson, quien junto a muchos otros integrantes de los Diamondbacks se tomaron un tiempo esa semana para visitar el lugar donde cayeron las Torres Gemelas en Manhattan. “Tuvimos la oportunidad de entretener nuestro país y al mundo”.

¿En alguna ocasión percibieron los Diamondbacks que fuera de Arizona, todo el mundo quería ver una victoria neoyorquina?

“En ocasiones sí, sentíamos eso, pero no nos afectó”, afirmó González, quien en el 2001 disparó 57 jonrones y empujó 142 carreras en la temporada regular. “Sabíamos cuál era nuestra encomienda y si había mucha gente apoyando a los Yankees, eso nos parecía bien. Nosotros simplemente queríamos tratar de ganar.

“También creo que los fanáticos de verdad querían ver a un equipo nuevo subir al trono. (Los Yankees) dominaban esa era y para nosotros era una oportunidad para ganar”.

Al final, hicieron eso mismo. Pero no antes de que los Yankees les brindaran grandes momentos a sus seguidores y al mundo entero con sus dramáticos triunfos en los Juegos 4 y 5.

“Creo que era el destino que ellos ganaran esos tres juegos allí”, expresó González, oriundo de Tampa, Florida y de ascendencia cubana. “Eran los partidos más importantes de nuestras carreras, pero sabíamos que había algo más grande que nos rodeaba. Fue perfecto cómo salió todo.

“Eso lo decimos ahora porque ganamos, pero era un final perfecto que ellos ganaran sus tres choques en Nueva York y que nosotros nos lleváramos los cuatro aquí”.

UN RECUERDO QUE VIVE POR SIEMPRE EN EL DESIERTO

Han pasado casi 18 años desde que el globito de González voló el cuadro interior de los Yankees, con sus infielders jugando adentro, para darles la corona a los Diamondbacks. Pero en el Chase Field, en Phoenix y a lo largo del estado de Arizona, el recuerdo siempre está presente.

“Todavía disfruto que la gente se me acerque para hablar de eso”, dijo Johnson, quien al igual que González aún pertenece a la organización de Arizona en calidad de consultor. “Aún me gusta vivir aquí y es mejor entrar a cualquier cafetería de la ciudad habiendo ganado la Serie Mundial, en vez de haberla perdido”.

“Gonzo” ha visto lo mismo.

“Por dondequiera que vas, la gente siempre habla de ese equipo del 2001”, dijo acerca de aquella edición de Arizona, que también incluía como protagonista al mexicano Erubiel Durazo, además de los dominicanos Miguel Batista y Danny Bautista. “Fue un grupo especial de muchachos y después del 9/11 y todo lo demás que pasó, pudimos jugar contra el que era el mejor equipo de esa época y derrotarlo en siete juegos en la Serie Mundial.

“Estábamos en la Costa Oeste y no mucha gente nos ponía atención antes de esa serie, pero eso nos dio a conocer por todo el mundo”.