Influencia de CarGo ha sido clave para el prospecto boricua Edwin Ríos

26 de diciembre de 2016

DENVER -- La época de fiestas decembrinas es la temporada por excelencia para intercambiar presentes y compartir alegrías. Pero esta es la historia de un regalo que se entregó el 24 de septiembre.
El jardinero venezolano y súper estrella de los Rockies de Colorado, Carlos González, se quedó mirando orgulloso desde el dugout de los visitantes en Los Ángeles mientras los Dodgers le entregaban el premio Branch Rickey como Jugador del Año en ligas menores al antesalista y primera base puertorriqueño Edwin Ríos, quien bateó 27 jonrones en tres niveles durante su primera temporada completa como profesional. Lo hecho en el terreno fue la forma en la que Ríos le daba las gracias a González por todo lo que éste le había dado a él el invierno pasado, y por lo que todavía continúa dándole.
"No quiero decir nada cursi, ni algo parecido, pero fue una locura", recordó Ríos, que tiene 22 años y es ocho años y medio más joven que González. "Trabajamos la temporada muerta pasada y nos hicimos muy amigos. Compartimos mucho. Me invitó a su casa para su fiesta de Navidad, cosas así".
"Que estuviese ahí el día del premio fue grandioso. El solo hecho de poder ver su cara, de ver lo orgulloso que estaba de mí, me hizo sentir muy bien. Me hizo sentir que había logrado algo".
La relación entre González y Ríos demuestra que cuando los atletas profesionales se comportan de la mejor manera como seres humanos, los lazos de la amistad y el tutelaje no están circunscritos a los límites de un mismo equipo.
González vive en Orlando, Florida, durante la temporada muerta y decidió inscribirse en el programa del renombrado preparador físico de fútbol americano Tom Shaw, en el que se han sumado otros peloteros como el también venezolano Martín Prado.
Gracias a la recomendación de George González, quien fue su manager cuando aún no firmaba como profesional, Ríos también estaba trabajando en el complejo de Tom Shaw. Tomado en la sexta ronda del Draft amateur del 2015, el producto de la Universidad Internacional de Florida sólo había podido disputar 22 juegos ese año debido a una lesión en la corva. En ese corto trecho dio tres jonrones en categoría Novatos. Pero esta campaña bateó .301, con promedio de embasarse de .341 y .567 de slugging, además de empujar 76 carreras en 108 juegos.
Cuando González llegó, vio cómo el prospecto de 1.90 metros de altura y 100 kilogramos de peso estaba tratando de imitar a Prado, un bateador de líneas relativamente pequeño. Ríos estaba haciendo las mismas rutinas que Prado, tratando de dar líneas hacia todo el campo.
Ríos también había dejado que su espíritu competitivo le jugase una mala pasada. Una de las razones por las que muchos jugadores de fútbol americano asisten al complejo de Shaw es para prepararse para las pruebas de los equipos de la NFL. Gente como el corredor estrella de la Universidad de Alabama Derrick Henry estaba allí para tratar de mejorar su velocidad en las 40 yardas (36.5 metros). Ríos se lesionó nuevamente la corva tratando de seguirle el paso.
Fue entonces cuando González decidió intervenir.
"Una de las primeras cosas que le dije fue, "Mira, tú mides como 1.95 metros y pesas como 115 kilogramos'", recordó González. "'Nadie espera que andes robando bases. Nadie quiere que te rompas un músculo corriendo hacia primera base. Tienes que entender cuál es tu rol'".
Ríos dijo que González "no estaba muy contento con lo sucedido. Me lo dijo de una forma divertida, pero bien en serio".
Pero González enseguida sonrió e invitó a Ríos a trabajar con él.
"Siempre me decía cosas como, 'Tú eres como yo, ¿Qué hago yo?'", relató Ríos. "Y yo le decía, 'Hombre, tú bateas jonrones'. Y él me respondía, 'Exacto. Tú tienes que batear jonrones'".
Curiosamente, González le ofreció pocos consejos directos. Fue más bien como si el consejo general de González, el hecho de hacerle ver a Ríos que tenía todo lo necesario para ser un bateador de poder, había soltado su potencial.
"Me decía "'Bombea la bola, batea un jonrón'", dijo Ríos. "Ese fue su consejo. Es gracioso, hombre. Lo entendí. Oírlo de la boca de Carlos… es difícil de explicar. Alguna gente necesita que le digan más que eso. Pero yo lo entendí rápido. Fue como que nos vimos a los ojos y nos entendimos. Yo sabía lo que él me quería decir".
La relación se expandió hacia afuera del gimnasio. Ríos se refiere a González como "un hermano mayor y un amigo". Los únicos momentos en los que recuerda que tiene una relación cercana con una súper estrella es cuando sus amigos se asombran con las fotos de los dos en las redes sociales. El puertorriqueño dice que el venezolano lo llamó y le mandó mensajes de texto durante toda la temporada.
Esta temporada muerta están trabajando juntos una vez más. Están bateando en la caja de bateo alrededor de cuatro veces a la semana y en enero volverán a trabajar la parte física en la academia de Shaw en el complejo deportivo ESPN Wide World of Sports de Disney World en Orlando, Florida, donde entre otras cosas harán trabajos intensivos con el coach de velocidad, Bert Whigham. Además tienen a su disposición las instalaciones primaverales de los Bravos de Atlanta en Disney.
El programa ofrece "explosividad" (como colocarse en cuclillas y pararse de un golpe, explicó Whigham) y cambios de dirección con bandas elásticas de resistencia. También se puede ver a jugadores de béisbol y fútbol americano compitiendo en deportes como baloncesto y fútbol. Pero González siempre se asegura de que Ríos lleve las cosas con calma.
Cuando González habla de Ríos se hace claro que el éxito del pupilo es el mejor pago que podría recibir.
"Me mandó un texto tan pronto se enteró que había sido el bateador del año y me dio las gracias muchas veces", dijo González. "Él sentía que yo había tenido que ver de alguna manera con eso, así que me enorgullece. Pero él debería sentirse más orgulloso".