Junior Guerra es el pitcher más cotizado en el béisbol invernal venezolano

5 de enero de 2018

¿Qué busca en el béisbol invernal venezolano el pitcher que abrió en el 2017 el juego inaugural de los Cerveceros de Milwaukee?
es el lanzador más temido y deseado por estos días en la LVBP, el circuito profesional de su país, donde creció como figura y de donde salió hace cuatro años, rumbo a las Grandes Ligas.
Todos los equipos hicieron planes para tomarlo como primera selección en el draft de postemporada. Sus Tiburones de La Guaira fueron eliminados en diciembre, a pesar de que él respondió con 3 victorias y efectividad de 2.98 en 9 presentaciones. El 2 de enero subió al montículo en Barquisimeto, ya con el uniforme de los Cardenales de Lara y dejó sin carreras limpias a las Águilas del Zulia durante siete innings, en el inicio de los playoffs.
¿No debería Guerra estar en casa, preparándose para recuperar en el Spring Training su lugar con los lupulosos?
"La idea es llegar fresco, no fatigado", admite el derecho guayanés, dueño de una carrera rocambolesca que le llevó de ser receptor en las Menores a lanzar en Italia y finalmente a encabezar una rotación en las Mayores.
Fresco, en sus términos, significa también llegar en plena forma competitiva. Porque Guerra, figura en Milwaukee hace dos campeonatos y designado como el hombre del Día Inaugural hace apenas 10 meses, viene de sufrir un año anticlimático, de problemas físicos y retrocesos, que él espera dejar para siempre atrás.
"Fue frustrante", confiesa el diestro. "Había muchas expectativas conmigo. Pero uno no controla las lesiones".
En su primer encuentro oficial de 2017 salió auxiliado por los preparadores físicos, sin poder apoyar un pie. Una distensión en la pantorrilla mientras ejecutaba un toque de sacrificio le dejó fuera de combate durante un tercio del calendario. Ya no pudo ser el mismo a su regreso.
"Batallé mucho para estar en forma, pero nunca, en ningún tramo de la campaña, me sentí al ciento por ciento", señala. "Por eso vine a lanzar en Venezuela. Creo que me hizo falta hacerlo en la temporada pasada, aunque fuera unos innings, para poder llegar listo".
El alto mando de los Cerveceros no lo permitió. Después de asaltar la fama, saltando desde Triple A hacia su segunda experiencia en la gran carpa, había llegado a las primeras planas. La fuerza y movimiento de su sinker, su control de la zona de strike y su capacidad para limitar el daño de los rivales le llevó a consolidarse en la rotación. Cerró con 9-3 y 2.81 de efectividad.
También sumó 148.1 innings entre las granjas y el equipo grande, más que nunca en un solo año para él. Una inflamación en el hombro se lo recordó. Pasó varias semanas en la lista de incapacitados, al promediar el verano, y en el invierno recibió una llamada, en la que le solicitaron que no se incorporara a los Tiburones.
"Les expliqué que yo nunca había parado", recuerda. "Estuve sin lanzar una pelota (durante toda la pausa entre temporadas), y cuando volví no me sentía nada bien".
Tras ponerse en forma en los entrenamientos, vino el problema del pie. Volvió a la inactividad, hasta finales de mayo. Luego aparecieron los boletos en exceso y los contrarios empezaron a sacarle la pelota del parque con frecuencia alarmante.
"Fue por esa falta de trabajo (en el Caribe). Yo estaba acostumbrado a lanzar en Venezuela, esa era mi rutina", insiste. "Los jonrones llegaron porque estaba dejando la bola demasiado alto. Eso me hizo bastante daño. No tenía confianza en mis envíos, a veces pensaba demasiado en el montículo, entre pitcheo y pitcheo".
"Esa es una de las cosas que vine a trabajar aquí", añade. "Vine a recuperar mi confianza. Porque la verdad es que la tenía por el suelo. Vine a buscar mi confianza y la forma física".
Las encontró. No recibirá muchos votos en el premio Carrao Bracho al Pitcher de Año de la LVBP, debido a que lanzó muy poco en la primera mitad de la fase regular. Pero todos los clubes clasificados se frotaron las manos al ver que estaba entre los peloteros disponibles para el draft de los playoffs. Los Cardenales ejercieron su derecho, como primeros clasificados en la tabla de posiciones, y lo incorporaron a su staff.
Ya no le costó convencer a los Cerveceros. El permiso inicial hasta diciembre fue extendido a la postemporada.
"Me dejaron lanzar, sin excederme mucho, obviamente", dice. Y por eso, afirma sobre la MLB: "En la campaña que viene serán mucho mejores los resultados".
El 2 de enero subió a la loma en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez. Más de 11 mil personas aclamaron sus pitcheos, mientras sometía a las Águilas de la misma manera en que tantas veces dominó en Milwaukee. Su esposa y su familia política estaban allí. Son de Barquisimeto. Él espera que sigan aplaudiéndole hasta el final del torneo.
"A menos que (los lupulosos) digan: 'Mira, Junior, ya. Queremos que te vengas (a Estados Unidos)', creo que voy a seguir sin problemas", promete.
Así que ya está claro qué busca en la pelota invernal el pitcher que abrió por los Cerveceros en el pasado Día Inaugural. Lo resume con muy pocas palabras: "Estoy buscando llegar completamente listo al Spring Training".