¿Por qué ganó Japón? La calidad y el manejo de su pitcheo fue clave

22 de marzo de 2023

MIAMI – El pitcheo del campeón Japón durante el Clásico Mundial de Béisbol fue tan bueno que en el juego más importante de todos, la final que le ganaron el martes 3-2 a Estados Unidos, se dieron el lujo de traer a relevar a los únicos dos lanzadores de Grandes Ligas que tenían en el roster, los abridores Yu Darvish y Shohei Ohtani.

Y ellos dos, Darvish y Ohtani, dos “caballos” que no habían relevado nunca en las Mayores, no sólo lanzaron, sino que se encargaron de completar la joya de pitcheo que tiró el staff de pitcheo del ahora tres veces campeón del Clásico Mundial sacando los últimos seis outs del juego.

Eso dice mucho de lo que fue esta versión 2023 del ahora tres veces campeón del Clásico Mundial. Y no sólo por los números que pusieron, empezando por ese récord para un WBC con 80 ponches, una relación de 7.27 guillotinados por cada boleto otorgado y una efectividad colectiva de 2.29.

A diferencia de otros países, Japón contó con la inmensa mayoría de sus mejores lanzadores en el Clásico Mundial. Tenían tantos abridores de primer nivel, que muchos de ellos tuvieron que trabajar viniendo desde el bullpen. Y cumplieron de sobra con las expectativas.

“Para mí, los pitchers fueron el punto crítico”, respondió el manager Hideki Kuriyama cuando le preguntaron por los factores más importantes en la corona. “Y más allá de Shohei, los lanzadores jóvenes son fenomenales, así que estaba muy feliz”.

Los abridores Roki Sasaki (casi lanza dos juegos perfectos el año pasado en la NPB) y Yoshinobu Yamamoto, el ganador del Premio Sawamura (la versión del Cy Young en Japón) trabajaron contra México en la semifinal el sábado. Si bien no fueron particularmente efectivos, permitiendo entre los dos cinco carreras en 7.1 entradas, eran las cartas que quería Kuriyama ese día. Si tenía que dejar sin lanzar otro día más a Darvish, así sería.

“Sí, creo que muchos grandes lanzadores que representan a Japón vinieron aquí y muchos abridores comenzaron a lanzar en la mitad de las entradas”, reconoció el esfuerzo Ohtani una vez conseguida la corona. “Entonces, creo que todos los lanzadores dieron lo mejor de sí, y realmente aprecio su esfuerzo”.

El martes contra Estados Unidos, un desfile de cinco serpentineros que trabajan en la NPB, encabezados por el abridor zurdo Shota Imanaga, se encargaron de dejar en siete hits a los campeones defensores durante las primeras 7 entradas. El único extrabase fue un doble de Mike Trout que cayó entre el segunda base y el jardinero derecho.

“Yo sabía que teníamos una buena oportunidad de ganar basado en ese pitcheo abridor”, comentó Lars Nootbaar, el jugador de los Cardenales y jardinero central de Japón. “Tener pitcheo y tener esa profundidad que obviamente mostramos hoy (el martes) fue ultimadamente lo que ganó el torneo para nosotros”.

“Todos tenían tremendo arsenal, todos los que trajeron”, reconoció el piloto estadounidense, Mark DeRosa.

Pero no fue solo la calidad del staff de los asiáticos. Fue también la forma en la que los utilizaron. Antes y durante los juegos.

El final del duelo del martes fue otro ejemplo más.

Darvish había abierto por última vez el 10 de marzo contra Corea del Sur y desde entonces sólo había tirado dos innings el jueves en cuartos de final ante Italia. El manager de los Padres de San Diego, Bob Melvin, dijo el fin de semana que lo que estaba ocurriendo no era ideal.

“Hablando honestamente, no estoy realmente seguro”, respondió Darvish antes de la final cuando un periodista le preguntó si estaría listo para la temporada.

DeRosa había dicho en la tarde que le había sorprendido que Japón no abriese con Darvish, pues éste tenía los días suficientes de descanso para lanzar. Y lo que vio en el octavo inning le llamó todavía más la atención.

“Me sorprendió que abrieran con el zurdo”, dijo DeRosa. “Y me sorprendió que los Padres estuvieran de acuerdo con que Darvish lanzara el octavo”.

La decisión de utilizar a Darvish y Ohtani viniendo desde el bullpen se empezó a fraguar cuando el equipo llegó a Miami. Durante una de las primeras prácticas en Florida, Kuriyama y su staff le mencionaron la posibilidad al par de ases. No estaba seguro de qué dirían.

“Sabía que teníamos cuatro días con jet lag y no estaba seguro de que podrían lanzar”, mencionó Kuriyama, quien decidió dejarlos tranquilos. “Si querían ganar, esperaba que se acercaran a nosotros. Y ambos me dijeron que sí”.

El martes, tan pronto terminó de hablar con la prensa, sobre las tres y media de la tarde, el piloto volvió a consultarles. Una vez más, la respuesta fue positiva. Si los jugadores le habían dado luz verde, él asumía que tenían el visto bueno de sus organizaciones. Era todo lo que necesitaba escuchar.

SEGUIR LAS REGLAS... Y NADA MÁS

Kuriyama no iba hacer una locura, ni mucho menos algo con lo que sus estrellas no estuvieran de acuerdo. Por ejemplo, Ohtani tenía los días de descanso para haber iniciado la final, sólo que eso hubiese puesto en jaque su apertura del día inaugural con los Angelinos. Así que nunca fue una opción para tomar la bola desde el vamos. ¿Relevar un inning? Eso era otra cosa.

Japón, como el resto de las selecciones, se tenía que regir por los reglamentos oficiales del Clásico Mundial. Límites de pitcheos, días descanso, máximo de dos juegos seguidos para un lanzador… todo eso también aplicaba para ellos. Pero hasta ahí. El contraste fue evidente.

DeRosa mencionó múltiples veces durante el torneo lo difícil que fue manejar su bullpen. Preocupado por llevar a sus brazos con cuidado, una vez que levantaban a calentar a un relevista tenían que ponerlo a lanzar. Si bien eso no está en el reglamento, era algo que habían acordado.

“Nada de, ‘Hey, siéntate otra vez, y quizás te vuelvo a poner a calentar más tarde’, que es lo que pasa en la temporada regular”, dijo el timonel del Team USA en la víspera de la final. “Y es curioso, porque ha medida que hemos avanzado, los jugadores me dicen que no honre eso. Pero uno como que ya tomó esa decisión y ha funcionado”.

O consideren lo que dijo Omar López, manager de Venezuela, después del triunfo contra Puerto Rico en la segunda fecha del Grupo D, cuando decidió quitarle la pelota al abridor Pablo López con dos outs en el quinto inning. López tenía 58 pitcheos, siete por debajo del límite. Las reglas del WBC dicen que, en la primera ronda, un lanzador puede hacer un máximo de 65 envíos, pero sí llega a esa cifra durante una aparición al plato, tiene permitido completarla.

“Son 65 pitcheos, las restricciones del Clásico, pero 65 para mí son 60, no más de eso. Si son 25, son 20 para mí, porque no quiero que de repente en algún turno se pueda extender y sobrepase esa cantidad de lanzamientos y entonces después yo esté recibiendo una llamada mañana”, explicaría López después de aquel cotejo el domingo 12 de marzo. “¿Me entiendes? Estamos en un Clásico que estamos tratando de llevar las cosas de la mejor manera. Soy una persona que siempre ha cumplido con los lineamientos que cualquier organización me asigna y no los voy a quebrantar. Yo sé que el país es importante, pero ellos (los jugadores) también son importantes”.

"PENSEMOS SOLO EN GANAR"

El martes, Darvish empezó a calentar antes del séptimo, pero no entró en el juego hasta el octavo. Permitió un majestuoso jonrón de Kyle Schwarber -- acercó a EE.UU. 3-2 -- y un sencillo de Trea Turner después de un out, antes de retirar J.T. Realmente y Cedric Mullins con sendos elevados.

El próximo en tomar la pelota sería Ohtani. Si había alguna duda de la importancia que tenía el Clásico para él, las había terminado de despejar definitivamente mostrando su disposición a relevar. Quería la victoria a como diera lugar y así se los había hecho saber a sus compañeros temprano en el clubhouse, como pudo verse en un discurso difundido por la cuenta oficial de Twitter de la selección de Japón, traducido por el periodista Dylan Hernández del L.A. Times, quien habla japonés:

“Dejemos de admirarlos. … Si los admiras, no puedes superarlos. Vinimos aquí para superarlos, para llegar a la cima. Por un día, desechemos nuestra admiración por ellos y solo pensemos en ganar”.

Como Darvish, Ohtani también había comenzado a prepararse también un par de entradas atrás, la primera vez que salió caminando del dugout al bullpen para empezar la transformación de bateador a pitcher. En un punto, tuvo que poner en pausa la puesta a tono. ¿Por qué? Le tocaba batear en la baja del séptimo, así que corrió otra vez de vuelta la cueva. Dio un hit. Después regresó al bullpen.

¿Qué pensaba mientras Kuriyama? ¿Qué podría estar pensando realmente la plana mayor de los Angelinos?

“Fue difícil decidir cuándo iría Shohei al bullpen”, reconoció el piloto después. Al final, dejó todo en manos del astro: “Le pregunté a Shohei y me dijo, ‘Oh, lo haré yo mismo. No te preocupes por eso. Me haré cargo de eso’. Así es Shohei”.

La imagen de Ohtani ponchando a Trout con esa slider perfecta, tirando el guante y la gorra al aíre mientras gritaba exultante en el "mejor momento de mi vida”, como él mismo dijo, será seguramente la cúspide del 2023 en el mundo del béisbol. Y otra prueba más de lo mucho que le importaba ganar el Clásico Mundial.

Lo demostró durante todo el torneo. No sólo con palabras, sino con lo que hizo en el terreno. Y también con la disposición que mostró para hacer todo lo que fuese necesario para conseguir esa meta. Nada iba a detenerlo.