Mariano abre y prepara la mesa en ruta a la victoria de los Yankees, quienes le rindieron honor por su exaltación a Cooperstown
El camino que sembró Mariano Rivera hacia el Salón de la Fama contiene tres etapas.
Su fallido intento como abridor en su temporada de novato en 1995 cuando tuvo récord de 3-3 con una efectividad de 5.94 en nueve aperturas.
Su asombrosa actuación como preparador en 1996 cuando acumuló una foja de 8-3, 130 ponches y un ERA de 2.09 en 61 apariciones.
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Y las próximas 17 temporadas que ayudaron a convertirlo en el mejor cerrador de la historia con 652 salvamentos - hubieron cinco en su segunda campaña.
El sábado por la tarde en el Bronx, el panameño fue homenajeado por los Yankees, quienes reconocieron su exaltación al pabellón de Cooperstown con una placa especial colocada entre aquellas otras que se encuentran en el Monument Park, un jardín detrás de la barda del prado central.
Y en una escena retrospectiva del pasado, Rivera subió a la lomita y efectuó el primer lanzamiento – ceremonial por su puesto.
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Uno solamente se pone a pensar qué hubiese sido de Rivera si no hace la transición al bullpen.