La primera vez que Liam Hendriks pasó por la tienda de la Clínica Mayo, supo lo que tenía que hacer. Un linfoma en estadio 4 había puesto su vida patas arriba. Aún no había empezado el tratamiento y seguía pensando en los demás. Cuatro meses más tarde, tras un tratamiento exitoso de quimioterapia e inmunoterapia, entró en la tienda y dijo que quería comprar todas las pelucas en stock para donarlas a quienes estuvieran pasando por la misma terrible enfermedad. Esta era su comunidad más reciente, y a Liam le correspondía cuidar de los que formaban parte de ella.
A pesar de todos sus éxitos en el terreno de juego, como dos veces ganador del premio Relevista del Año y tres veces All-Star, el deseo de Liam de crear comunidad -de no limitarse a dar, sino de formar parte de algo más grande- es fundamental para su misión de hacer el bien en el mundo.
La comunidad en la que más se ha centrado este año ha sido la de los jóvenes adultos enfermos de cáncer, que con demasiada frecuencia son desatendidos. Liam espera cambiar esta situación haciendo sentir su voz en público contando su historia, así como mediante esfuerzos tangibles para aportar normalidad y alegría a una enfermedad que es capaz de arrebatar ambas cosas.