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Julio Rodríguez, próxima superestrella de G.L.

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@JesseSanchezMLB
2 de septiembre de 2021

Los mensajes de texto llegan todos los días a la misma hora, usualmente en la mañana, pero algunas veces en las noches, después de los juegos.

En la mayoría de los casos, contienen pocas palabras, pero la intención y el sentimiento significan todo para el dominicano Julio Rodríguez.

“¿Cómo estás, hijo mío?”

A miles de millas de distancia, en la República Dominicana, su papá, también llamado Julio Rodríguez, quiere saber cómo está. El slugger de 6 pies y 3 pulgadas y 180 libras, quien acaba de ser nombrado el prospecto Nro. 2 de MLB Pipeline, está llamado a ser la próxima superestrella del béisbol, pero a la vez sigue siendo el muchachito de su papá.

“¿Cómo estás, hijo mío?”

Algunas veces, padre e hijo hablan sobre cosas triviales. Esa es la belleza de su relación. Julio papá se preocupa por todo lo que hace su hijo. Quiere saber cómo le fue en el plato, pero también si las sábanas son lo suficientemente cómodas, o si ha estado comiendo bien.

¿Cómo estuvo el viaje en el autobús?

¿Qué te dijo el dentista?

“Es buenísimo tener unos padres que te están apoyando todo el tiempo y están ahí para ti sin importar lo que pase”, dijo el outfielder. “Mi familia me mantiene centrado y con la mente donde tiene que estar. Soy quien soy gracias a ellos”.

Algunas veces, intercambiar mensajes de texto no es suficiente. La selección de béisbol de República Dominicana, con Rodríguez entre sus integrantes, ganó una medalla en los Juegos Olímpicos este mes y si eso no merecía una llamada de teléfono, pero nada lo haría.

“Mi papá estaba llorando cuando lo llamé”, recordó Julio el momento. “Lo logramos. Todavía no puedo creer que hicimos historia y que mi nombre estará ligado para siempre a una medalla olímpica. Era un espectáculo tan grande e importante que nunca pensé que estaría allí”.

El muchacho de oro con una medalla de bronce ha sido elogiado por sus cinco herramientas – la habilidad para batear para promedio, correr, fildear, lanzar y batear para poder – desde que tenía 14 años. Pero su sexta herramienta, ese factor “especial”, lo que lo ayudará a convertirse en una gran figura.

Le compré su primer bate cuando tenía siete meses de embarazo. Yo creía que él iba a ser jugador de pelota y, gracias a Dios, ahora es uno de los mejores.

Yasmiris Reyes

El joven de 20 años exuda las habilidades de un jugador de Grandes Ligas y el encanto de un pelotero de Grandes Ligas. Es divertido, pero puede ser extremadamente serio cuando se trata del deporte que ama. Su personalidad tranquila lo ayuda a navegar los altos y bajos que vienen con el juego de la vida.

Este año ha sido una especie de previa de lo que está por venir.

“Yo he estado ligado a este juego por tres décadas y es raro encontrar a un jugador y una personalidad que vayan perfectamente de la mano”, dijo Jerry Dipoto, el gerente general de los Marineros. “Es muy talentoso y a la vez muchas veces la persona más amable que hay”.

CAÑONERO NATO

Rodríguez nació para batear. En la mayor parte de las fotos de su niñez se le ve en un uniforme de béisbol, bien sea bateando o preparándose para batear. El pequeño slugger muchas veces posaba como si estuviese parado en el cajón de los bateadores y luego asustaba a todo el mundo haciendo swing con todas sus fuerzas, desatando las risas.

“¿Lo hice bien?”, le preguntaba Julio a su padre.

“Sí, hijo, pero cuidado con la cabeza de tu hermana”, recuerda el señor Julio que le decía.

“Yo solía decir que él nació con un bate en las manos”, dijo el padre desde su hogar en la República Dominicana. “Pero tu sabes, eso en realidad no es verdad. El no pudo dominar el bate sino hasta mucho tiempo después. Yo creo probablemente tenía dos años la primera vez que hizo swing duro, como si supiese lo que estaba haciendo”.

Sólo en la casa de los Rodríguez un niño de dos años es considerado alguien que se tomó mucho tiempo para aprender a hacer swing.

Pero es algo que tiene sentido. Julio papá es un fanático del béisbol de toda la vida que jugó shortstop hasta que empezó la universidad a los 18 años. La madre de Julio, Yasmiris Reyes, dice que ella literalmente le pasó a su hijo el amor por el béisbol en sus genes. Su intuición de madre le dijo que Julio iba a ser un gran jugador.

“Yo lo sabía cuando estaba embarazada”, dijo Reyes en español. “Le compré su primer bate cuando tenía siete meses de embarazo. Yo creía que él iba a ser jugador de pelota y, gracias a Dios, ahora es uno de los mejores. Dios me lo sigue cuidando y ayudándolo a conseguir su sueño de jugar en las Grandes Ligas”.

Rodríguez nació en Loma de Cabrera, República Dominicana, un pueblo cerca de la frontera con Haití. Cuando no estaba haciendo swing con su bate, estaba montando bicicleta por el vecindario. Le encantaba el baloncesto y los video juegos, dos pasiones que todavía mantiene.

Ayudar en las labores del hogar y hacer la tarea de la escuela eran parte de sus rutinas diarias.

“Desde que estaba chiquito siempre era un niño que oía consejos y aprendía”, aseguró Reyes. “Siempre ha sido alguien que sabe escuchar y que pone en acción lo que uno le dice. Julio es bien maduro en ese sentido. Le dices algo una vez y lo entiende. Sabe lo que es bueno y lo que es malo y por qué la gente en la que él confía lo está guiando”.

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Julio comenzó a jugar béisbol organizado en ligas infantiles de Loma de Cabrera cuando tenía seis años. Bateó su primer jonrón sobre una cerca a 300 pies del home cuando tenía 12. A los 13 años, era una de las estrellas del equipo de softbol de la compañía de su padre.

“Yo nunca voy a olvidar la primera vez que Julio bateó un jonrón y lo duro que le dio a la bola”, comentó Julio papá. “Allí fue cuando yo me di cuenta del talento que tenía y cuando empezamos a trabajar duro en eso. Lo puse contra niños de 15 y 16 años y podía jugar contra ellos. Ya sabía que era algo especial”.

Julio Sr. empezó a entrenar a su hijo seis días a la semana cuando el niño cumplió 13 años. La primera sesión del día comenzaba a las 6 a.m. y continuaba hasta las 7:30 a.m., cuando Julio se iba a la escuela. Luego entrenaban horas en la tarde, cuando Julio llegaba del colegio y su padre del trabajo.

“Como padre, uno hace lo que alguna gente cree que es imposible para poder darle una mejor vida a tu hijo”, dijo Julio padre. “Tú los guías y tú los amas. Hicimos eso con Julio. Y nunca nos olvidamos de su educación”.

Mientras Rodríguez crecía y se desarrollaba como jugador de béisbol, su reputación como futuro prospecto también iba subiendo.

Tiene el tipo de talento que podría causar un impacto en las Mayores antes de que parpadees... También confiamos en la persona.

Jerry Dipoto

Entrenadores, algunas veces llamados “buscones”, comenzaron a llamar y los cuentos del gigantesco muchacho de ojos verdes de Loma de Cabrera con un poder estruendoso empezaron a regarse por toda la isla. En la República Dominicana, los entrenadores son una parte importante del ecosistema del béisbol. Encuentran jóvenes jugadores, los llevan a sus programas y los preparan, todo eso mientras les dan casa y comida hasta que son elegibles para firmar con un equipo de Grandes Ligas a los 16 años. A cambio, el entrenador recibe un porcentaje del bono que recibe el jugador.

Un scout que trabajaba para un trainer llamado Quico Peña vio a Rodríguez, que acababa de cumplir 14 años, en un torneo y enseguida le contó a su feje. Peña, cuya academia estaba a tres horas de camino en la ciudad norteña de Santiago, vio al adolescente en persona e inmediatamente empezó a tratar de reclutarlo.

“Tuve mucha competencia porque otras academias también querían firmarlo”, dijo Peña desde su casa en República Dominicana. “Fue una decisión bien seria para la familia, y les tomó varios meses averiguar bien quién era yo y asegurarse de que era la persona adecuada. Hablamos mucho sobre la moral y los valores, ser una buena persona, y decidieron irse conmigo”.

El trabajo de Peña era moldear al talentoso diamante en bruto que era Rodríguez en un prospecto de MLB, así que entrenaban dos veces al día, seis días a la semana.

“Yo no creo que la gente entiende lo difícil que es dejar a tu familia, y a tu niñez a los 14 años para buscar tu sueño”, dijo Rodríguez. “Uno lo hace para darle una mejor vida a su familia, y porque amamos al béisbol, pero sacrificamos muchas cosas”.

MOMENTO DE TRANSICIÓN

Una de las metas principales para el departamento de scouts internacionales de un equipo de Grandes Ligas es encontrar al próximo Fernando Tatis Jr., Juan Soto o Ronald Acuna Jr. Los cazatalentos recorren los caminos más remotos en Latinoamérica y el Caribe en la búsqueda de esas gemas.

Es uno de los trabajos más difíciles del juego. Esencialmente, su trabajo es evaluar a jugadores de 15 años y tratar de predecir cómo les iría en un escenario de Grandes Ligas. Muy de vez en cuando aparece un prospecto como Rodríguez.

Eddy Toledo, quien fuera supervisor de scouts de los Marineros en Dominicana, vio por primera vez a Rodríguez en una de las exhibiciones organizadas por Peña en el 2015. El joven adolescente era alto y fuerte, un gran atleta con potencial para desarrollar poder al bate. Su personalidad era excepcional y su potencial obvio. Se convirtió en el principal objetivo de los Marineros.

Pero como suele ser el caso con los mejores prospectos internacionales, Rodríguez tenía otros pretendientes, incluyendo Angelinos, Rangers y Tigres. Rodríguez tenía opciones de más de un millón de dólares a su disposición. Para él, la decisión tenía que ver con más que un gran bono.

Se trató de un momento transcendental que cambiaría todo para él y para su familia.

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Los padres de Julio estaban convencidos de que el equipo que lo firmara iba a jugar un papel crucial en el desarrollo de su hijo como ser humano, no sólo como jugador de béisbol. Se entrevistaron con cada club interesado en firmar a Julio y les permitieron presentar sus mejores argumentos.

Julio padre, ingeniero agrónomo de formación, lideró las conversaciones. Pasó dos décadas trabajando para “Save the Children” en República Dominicana, una organización humanitaria que se enfoca en los derechos, salud, educación y desarrollo de niños, así que sabía que preguntas hacer y las respuestas que estaba esperando.

La respuesta equivocada podría eliminar a un club de la puja.

“Nosotros criamos a nuestro hijo para que tuviese valores y moral”, dijo Julio padre. “Julio es como es porque eso viene de su casa, de nosotros. Ha sido capaz de mantenerse con los pies en la tierra porque así fue que lo criamos. Eso es lo que él conoce y así es él. Queríamos que siguiera así”.

Los Marineros, liderados por el entonces director de scouts internacionales, Tim Kissner, le aseguraron a los Rodríguez que la educación de Julio continuaría. Había proyectos en pie para ayudarlo, les dijo, y más programas esperándolo en los Estados Unidos.

Los esfuerzos para convencer a los Rodríguez incluyeron un tour por la nueva academia del equipo en República Dominicana. El complejo, que incluye dormitorios, gimnasio, salón de computación y otros servicios, se compara con las instalaciones de los programas deportivos de las mejores universidades de Estados Unidos.

Convencidos de que los Marineros serían los elegidos, los padres de Julio hicieron una última e importante petición: Insistieron en que Julio se graduase de la preparatoria antes de firmar su contrato como profesional.

Yo he pasado por situaciones duras antes, pero siempre le he buscado el lado positivo a las cosas... Así que yo veo la vida. No hay lugar para las cosas negativas.

Julio Rodríguez

La solicitud no sorprendió a nadie. Los ‘tryouts’ de Rodríguez se habían organizado alrededor del calendario de exámenes de su escuela durante los dos años que entrenó con Peña. El adolescente muchas veces hacía el largo viaje de Santiago a su casa en Loma de Cabrera para poder mantenerse al día con sus tareas y completar los exámenes del colegio.

Los Marineros no sólo accedieron. Les ofrecieron clases de inglés y otras oportunidades educacionales para sellar el acuerdo.

Meses después, Rodríguez firmó con los Marineros por US$1.75 millones el 2 de julio del 2017, a los 16 años edad. Ahora habla inglés fluido.

“Una de las cosas que hacemos, especialmente con nuestros prospectos internacionales que firman y empiezan su carrera en nuestro complejo en República Dominicana, es entender que depender de nosotros terminar el trabajo que comenzaron los padres, porque apenas tienen 16 años”, dijo Dipoto. “Es nuestra labor ayudarlos a completar su educación y ser tan productivos como sea posible mientras se van convirtiendo en hombres. Julio es un gran ejemplo de eso”.

En su primera parada en el béisbol profesional, Rodríguez dominó la Liga Dominicana de Verano. Bateó .315/.404/.525 y terminó con más hits (69) que juegos jugados (59), convirtiéndose en el JMV de su equipo en el 2018.

Bajo el tutelaje de Andy McKay, el Director de Desarrollo de Jugadores de los Marineros, asistió a un campamento de alto rendimiento por seis semanas enfocado en el desarrollo de la mente y el cuerpo. Es una parte importante del proceso que prospectos internacionales como Rodríguez toman mientras hacen la transición de la vida en la academia en Dominicana al béisbol de ligas menores en Estados Unidos.

“El béisbol es un juego global, y estamos comprometidos en firmar a jugadores internacionales y desarrollarlos, porque es parte crítica de lo que hacemos”, aseguró Dipoto. “Nuestro sistema ha producido un montón de jugadores interesantes y eso continúa. Estos jugadores tienen la oportunidad de ser una parte bien grande de la fundación que estamos construyendo juntos y eso es importante para nosotros”.

Ha habido tres periodos de firmas internacionales y más de 3,000 jugadores firmados desde que Rodríguez se uniera a los Marineros. La próxima ola de prospectos internacionales, descubiertos y firmados por el director de scouts internacionales de los Marineros, Frankie Thon, y su staff, se convertirán en profesionales en enero cuando inicio el próximo ciclo de firmas internacionales.

La búsqueda del próximo Julio Rodríguez nunca se detiene.

UN FUTURO SIN LÍMITES

La Liga Otoñal de Arizona (AFL, por sus siglas en inglés), que dura dos meses y se disputa en Phoenix y su periferia, es conocida como la escuela final para los mejores prospectos del béisbol. Los nombres más rutilantes del deporte han jugado allí y es común para sus participantes hacer el salto a Triple-A o las Grandes Ligas la temporada siguiente.

Los Marineros mandaron a Rodríguez a la AFL en el 2019 en parte porque querían ver cómo le iba al adolescente contra rivales de más nivel, pero también porque su temporada regular se vio cortada al fracturarse una muñeca. Rodríguez, que para entonces tenía 18 años, no había jugado más allá de Clase-A, pero le fue muy bien en Arizona, ligando para .288 en 15 juegos.

Rodríguez continuó su desarrollo en el 2020 en la sede alterna de los Marineros luego de que la pandemia no permitió jugar la temporada de ligas menores. Compensó parte del tiempo perdido jugando para los Leones del Escogido en LIDOM.

Esta temporada, Rodríguez comenzó el año en Clase-A Alta Everett y fue ascendido a Doble-A Arkansas en julio. En un lapso de pocas semanas, fue escogido para jugar en el Juego de Futuras Estrellas y la selección de República Dominicana clasificó para los Juegos Olímpicos.

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Rodríguez se fue de 34-12 con nueve carreras anotadas y siete empujadas en dos torneos clasificatorios para Tokio 2020. En Japón, bateó .417 con un OPS de 1.069 y fue uno de cuatro jugadores en el torneo en dar al menos 10 hits, incluyendo un jonrón en el juego por la medalla de bronce.

“Esas son experiencias que no puedes replicar en ninguna otra parte en el béisbol porque es diferente a los playoffs de las menores y son diferentes a un juego de temporada regular de Grandes Ligas”, indicó Dipoto. “Estoy muy emocionado por él, y eso significa mucho para el futuro de Julio Rodríguez y, francamente, para los Marineros”.

Fuera del terreno, Rodríguez se mantiene ocupado con videos juegos y las redes sociales. Creó “Vibin’ with JROD,” un show en YouTube donde hace entrevistas y juega juegos con otros prospectos de los Marineros. Ha desarrollado una buena relación con Ichiro, admira a Alex Rodríguez y respondió con un gracioso tweet a los ofensivos e inapropiados comentarios sobre su inglés hechos por el ex presidente de los Marineros, Kevin Mather.

“Yo he pasado por situaciones duras antes, pero siempre le he buscado el lado positivo a las cosas”, reveló Rodríguez. “Simplemente trato de seguir adelante. Así que yo veo la vida. No hay lugar para las cosas negativas”.

Rodríguez todavía tiene trabajo por hacer. Ha jugado menos de 200 juegos de ligas menores y necesita compensar por los turnos perdidos durante su travesía olímpica. Pero sigue siendo posible que se estrene en las Mayores en el 2022 con apenas 21 años.

“Yo no le pondría límites a lo próximo que hará Julio”, dijo Dipoto. “Tiene el tipo de talento que podría causar un impacto en las Mayores antes de que parpadees. Qué tan rápido llega es un derivado de su actuación. También confiamos en la persona”.

Los mensajes de texto entre padre e hijo que llegarán luego del llamado a las Grandes Ligas seguramente quedarán para el recuerdo.

“Ese es el sueño y no sé cuándo va a pasar, pero lo que puedo decir es que voy a aprovechar esa oportunidad”, dijo Rodríguez. “Voy a mantenerme listo y seguir trabajando duro todos los días”.

credits: Jesse Sánchez, quien ha estado con MLB.com desde el 2001, es un reportero nacional con base en Phoenix.