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Lesiones y misterio abochornaron a Gigantes

SAN FRANCISCO - Para los Gigantes la temporada 2015 fue literalmente dolorosa, incómoda y desconcertante. La parte dolorosa, al menos, podría ser explicada. El resto, pertenece a la categoría de "misterios sin resolver".

Las lesiones de peloteros de alto rendimiento representaron gran parte en el estretiposo descenso de San Francisco: De campeones de la Serie Mundial a observar la postemporada de lejos. Numerosos jugadores de posición perdieron tramos importantes de la temporada, una extensa lista que incluye a los jardineros Hunter Pence, Nori Aoki, Ángel Pagán y Gregor Blanco, al paracorto Brandon Crawford, al primera base Brandon Belt, al segunda base Joe Panik y a los receptores suplentes Andrew Susac y Héctor Sánchez.

Por otra parte, la rotación de abridores fue sacudida en abril cuando una distensión en un tendón impidió iniciar la temporada a tiempo a Matt Cain y problemas en la espalda marginaron Jake Peavy después de sólo dos aperturas a principios de abril. No regresaron hasta julio.

Las lesiones golpean a todos los clubes en cada temporada, pero hasta cierto punto. Lo que más dolió a los Gigantes tanto como sus dolencias físicas, sin embargo, era algo menos tangible, pero fácil de valorar: Sus batallas perdidas en juegos decididos por una carrera. En este rubro presentan un récord de 19-28, suficiente para causar más estragos que las lesiones.

Si esta deficiencia podría atribuirse a una causa sencilla o dos, los Gigantes tuvieron la capacidad para hacerlas a un lado y seguir adelante. Pero ese no fue el caso. Batearon con soltura a la hora de producir carreras gran parte del año. Los lanzadores abridores, aunque menos espectaculares de lo que fueron en temporadas anteriores, se mantuvieron en la línea de fuego en los juegos cerrados. El bullpen fue mayormente sólido. Y, habiendo ganado tres de las últimas cinco Series Mundiales, ellos sacaron a relucir su casta y astucia para sobrevivir a esos partidos apretados.

Una derrota de 5-4, en 14 innings el 31 de agosto en el primer partido de una serie decisiva de tres en el Dodger Stadium constituyó una excepción en esos encuentros de una carrera y llegó en el peor momento. Después de empatar el marcador en el octavo, los Gigantes tuvieron la potencial carrera de la ventaja en posición de anotar tres veces en los últimos seis innings. Pero el batazo decisivo no llegó. Mientras tanto, el bullpen fue estelar, permitiendo tres hits y cero carreras en 7 innings un tercio. Más tarde, el lanzador novato Mike Broadway dio base por bolas al primer bateeador del inning #14, que precedió a sencillos consecutivos de Jimmy Rollins, Chase Utley y Adrián González para generar en última instancia, la carrera de la victoria.

A pesar de sus problemas, los Gigantes no fueron matemáticamente eliminados en la contienda por el banderín Oeste de la Liga Nacional hasta el juego No. 157. Durante breves períodos en los que disponían del equipo completo, parecían a punto de volver a la postemporada. A fin de cuentas, terminaron la temporada sobre la marca de .500 por sexta ocasión en siete años.

"Hemos pasado por mucho este año", dijo el as zurdo, Madison Bumgarner. "Hemos luchado a través de una gran cantidad de lesiones y un montón de adversidades. Me siento muy bien con el grupo de chicos que tenemos aquí".

Momentos decisivos: Si usted está buscando una dosis de optimismo, consulte el juego del 10 de mayo contra Miami. Esto ejemplifica el beisbol típico de los Gigantes: pitcheo hermético, defensa sólida y bateo oportuno. Perdiendo 2-1, San Francisco mantuvo el déficit de una carrera ejecutando a un corredor de los Marlins en la novena entrada, y luego en la segunda parte del inning montaron una emboscada. Anotaron una cuando Aoki recibió boleto con las bases llenas y un sencillo de Matt Duffy estableció la diferencia.

Si usted está buscando una de las razones negativas. Ahí tiene la barrida de cuatro juegos que los Cachorros le propinaron a los Gigantes del 6 al 9 de agosto como una ilustración. La energía juvenil de Chicago llegó a su altura, y los Gigantes no encontraron respuesta para ello. Esto marcó la primera vez en toda la temporada en la que los Gigantes no fueron ni la sombra de aquél equipo con calibre de postemporada.

Lo rescatable: Los logros individuales se fusionaron con los colectivos. Bumgarner, Panik, Crawford y Buster Posey fueron convocados al Juego de Estrellas. Bumgarner consolidado como uno de los abridores de élite del beisbol, desafió y se impuso a los escépticos que creían que iba a ser presa de la fatiga o lesión después de su récord de postemporada y la carga de trabajo en octubre pasado. Duffy no sólo fue capaz de reemplazar a Pablo Sandoval, sino también al hombre que se suponía iba a heredar la tercera base, Case,p> McGehee. Santiago Casilla estableció un récord personal en juegos salvados. Belt logró su mejor marca personal con 18 jonrones, Blanco y el derecho George Kontos disfrutaron de sus temporadas más consistentes y Aoki iba rumbo a otro gran año en su carrera antes de que las lesiones se le atravesaran en un camino progresivo.

Puntos negativos: McGehee lucía increíblemente impotente en el plato y hubiese dejado un vacío considerable en la alineación, pero Duffy respondió a las expectativas. El lanzador derecho Mike Leake, una adquisición en la fecha límite de cambios, que se suponía iba a reforzar la rotación, entró a la lista de lesionados por primera vez en su carrera con una lesión en el muslo y necesitó seis aperturas para ganar su primer juego como vestido de gigante. La erosión de Tim Lincecum y Caín continuó, ya que los otrora ases derechos se combinaron para realizar 25 aperturas. Eran sólo dos de las víctimas de la erupción de las lesiones que limitaron todos los aspectos de la actuación del equipo.

La mayor sorpresa: El diestro Chris Heston salvó la rotación al ganar más partidos que cualquier abridor a un lado de Bumgarner. Parecía difícil creer que los Gigantes en realidad decidieron colocarlo en asignación en 2013, dejándolo disponible para que lo obtuviera cualquier club. Cuando Heston puso en orden su recta mortífera, los resultados a menudo eran impresionantes, sobre todo, el 9 de junio, cuando dejó sin hit ni carrera a los Mets de Nueva York.

Bateador del año: Posey reavivó los recuerdos de su impactante 2012 cuanfo fue nombrado el Jugador Más Valioso con un esfuerzo equilibrado y productivo. Acumuló más carreras impulsadas y obtuvo un promedio superior al que tenía en cualquier época del año incluso de la del 2012. Exhibiendo un excelente manejo de su bate, se convirtió en uno de los jugadores más difíciles de ponchar en las Grandes Ligas a la huelga y continuó conectando con soltura al sector contrario. Tuvo un récord personal al recibir 10 bases por bolas intencionales, lo que refleja lo complicado que resultó lanzarle en situaciones críticas. Mención de honor para Bumgarner, quien logró sacudir cinco jonrones.

Lanzador del año: Además de batear ferozmente, Bumgarner manejó muy bien su responsabilidad principal. Sacó a relucir su indiscutible calidad el 12 de septiembre contra San Diego cuando se mantuvo perfecto durante 7 innings dos tercios. Juan Marichal, miembro del Salón de la Fama y considerado universalmente el mejor lanzador derecho en historia de los Gigantes, se ha convertido en el mayor fanático de Bumgarner. "Me encanta su estilo", dijo Marichal. "Él puede lanzar la bola donde él quiere y lo hace la mayor parte del tiempo. Eso es lo que se necesita para ser un ganador", agregó el legendario pitcher dominicano.

Novato del año: Duffy jugó tan bien que es difícil determinar la más impresionante faceta de su juego. No sólo bateó con consistencia comprobada, sino que también se convirtió en un defensor confiable en la tercera base, a pesar de haber defendido la posición rara vez al principio de su carrera. Duffy posee inteligencia considerable, pero evita la "parálisis por análisis" (pensar demasiado). Él es lo suficientemente inteligente para saber cómo debe mantener un enfoque simple. Por lo general, lo consigue.