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Trabajo brillante desde la cueva

Bob Melvin llevó a Oakland de la nada a un título divisional

Lo que hizo Bob Melvin con los Atléticos del 2012 debe ameritarle no sólo el premio al Manager del Año de la Liga Americana, sino Manager del Año en todo el béisbol.

No hay dudas de que Buck Showalter hizo un trabajo admirable con los Orioles de Baltimore. Probablemente reciba muchos votos. Pero lo que hizo Melvin en Oakland estuvo por encima de todo.

Hay que recordar que en todos los pronósticos del 2012, los Atléticos fueron señalados como sotaneros del Oeste de la Liga Americana. Los Rangers venían que ir a dos Series Mundiales. Los Angelinos acababan de agegar al dominicano Albert Pujols y a C.J. Wilson.

Del otro lado, Oakland cambió a tres pitchers que habían ido a Juegos de Estrellas-dos abridores y un cerrador-en un intento de reducir nómina y reforzar su sistema de liga menor. No hay dudas de que dichos movimientos, criticados como una forma de rendirse, se convirtieron en otra prueba de la habilidad del gerente general Billy Beane de tomar decisiones astutas. Pero claro, esta columna no se trata del premio al Ejecutivo del Año.

Melvin, uno de los finalistas en las votaciones de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica, ya ha sido Manager del Año en la Liga Nacional con los Diamondbacks en el 2007. Aquella edición de Arizona, a pesar de ser sobre-anotada durante la temporada, ganó 90 juegos rumbo al título de la División Oeste. Fue un gran trabajo de Melvin, pero éste posiblemente haya sido mejor.

Los Atléticos del 2012 fueron mayormente un grupo de lanzadores jóvenes y peloteros rechazados por otras organizaciones. Llegando a la temporada regular, aun si uno pensaba que el pitcheo era suficiente, no parecía realista que sus bates pudieran apoyar a los brazos. Pero desde junio la ofensiva de Oakland empezó a combinarse con una rotación en desarrollo para producir victoria tras victoria.

Melvin les depositó confianza a sus pupilos, una confianza que probablemente no haya sido compartida por mucha gente fuera de la familia de los Atléticos de Oakland. Pero además de eso, hubo más adversidades en la segunda mitad de la campaña.

La rotación del equipo contaba con dos abridores veteranos, el dominicano Bartolo Colón y Brandon McCarthy. Colón fue suspendido por 50 juegos al arrojar positivo en una prueba antidopaje. McCarthy recibió el impacto de un pelotazo. Ambos se perdieron la recta final de la temporada.

Por un tiempo, los Atléticos tuvieron una rotación de cinco novatos, pero siguieron ganando. Guardaron lo mejor para lo último al ganar sus últimos seis partidos de la campaña regular. Culminaron todo con una barrida propinada a los Rangers en la última serie, algo que le valió a Oakland el título del Oeste de la Liga Americana.

El equipo, proyectado por muchos para perder más de 100 partidos, terminó con récord de 94-68, el segundo mejor del Joven Circuito.

Los Orioles de Showalter también dispararon muchos pronósticos. Nadie puede decir nada que disminuya el trabajo del manager de Baltimore. Los que proponen a Showalter señalan que lo logrado por los Orioles fue en la división más difícil de Grandes Ligas.

Sin embargo, esa versión necesita revisarse. Si se basa en los números, la división más competitiva fue el Oeste de la Americana-y por bastante. Melvin llevó un club proyectado para hacer muy poco hasta un título en la división más dura. Es difícil imaginar un mejor trabajo de un manager, en éste o cualquier otro año.

A Melvin se le conoce por estar bien preparado todo el tiempo, por atender los detalles y por estar enterado de todos los datos relevantes acerca de sus jugadores y los de la oposición. Al mismo tiempo, sabe hablarle a una variedad de peloteros, ganándose su respeto y apoyo y, a fin de cuentas, sacándole lo mejor.

Lo que brinda Melvin es una combinación de inteligencia, dedicación, conocimiento del béisbol y calidad humana. No son muchos los dirigentes que pudieron haber llevado a los Atléticos del 2012 de la nada a un título divisional. Lo hecho por Melvin le hace merecedor del premio al Manager del Año en la Liga Americana.