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Consejo de madre, clave en desarrollo de Cervelli

El venezolano Francisco Cervelli insistió en que estaba bien, que los numeritos de los juegos que mostraban errores y ponches no eran razón para preocuparse, y que definitivamente no necesitaba ayuda para navegar una temporada de pesadilla en la Liga Internacional.

Cervelli le pidió a sus padres que no viajaran, pero la Sra. Damelis Cervelli siempre ha sabido detectar cuando su hijo no está bien. Ella, junto al padre de Cervelli, Manuel, hicieron el largo viaje desde Valencia, Venezuela, hasta Buffalo, N.Y., y cuando abrazaron a su hijo, confirmaron sus presentimientos.

"Estaba muy feliz, debido a todas las frustraciones y todas esas cosas locas que estaban sucediendo en ese momento - todo se arregló", recuerda Cervelli. "Ellos se quedaron conmigo y me hablaron como tenían que hacerlo. No me dijeron lo que yo quería escuchar".

"Al principio es difícil porque no quieres escuchar esa clase de cosas, pero luego te sientas y comienzas a pensar detenidamente en todo y es la mera verdad".

Fue en la mesa de la cocina en su natal Venezuela que Cervelli, en ese entonces de 15 años de edad, le dijo a su madre que quería ser un receptor de Grandes Ligas, y ese sueño parecía hacerse realidad mientras los Yankees se preparaban para la temporada del 2012, y el venezolano arrancaba los entrenamientos primaverales con la esperanza de ser el reserva detrás del catcher titular Russell Martin.

Ese sueño se vino abajo la tarde del 4 de abril, el último día de los entrenamientos primaverales en la Florida, cuando los Yankees adquirieron al receptor Chris Stewart de los Gigantes. Dicha maniobra envió a Cervelli a un equipo de Triple-A Scranton/Wilkes-Barre que en ese entonces se vio forzado a jugar todos sus partidos fuera de casa debido a que su estadio se encontraba en plena remodelación.

"En ese momento me odiaba a mí mismo, la forma en que estaba jugando", relató Cervelli, quien tenía promedio de .200 y encabezaba la liga en passed balls después de dos meses el año pasado. "Ella siempre me dijo, 'Pase lo que pase, tú sólo juega. El béisbol es un deporte tan bello'.

"'Si tienes un mal juego hoy, mañana tienes la oportunidad de hacer algo diferente y a la gente se le olvidará. Haz lo que te gusta. Es tu pasión, y te pagan por ello. Muchacho, eres afortunado'".

Damelis y Manuel permanecieron junto a su hijo por tres semanas la temporada pasada, viajando de sede en sede, visitando lugares como Buffalo, Rochester y Toledo. Su carro seguía al camión de los Yankees por cientos de millas en la carretera, y cuando las llantas finalmente dejaron de rodar, Cervelli recibió el cálido amor de su madre.

"Recuerdo que me dijo, 'Despierta. Juega de la forma en que tú sabes hacerlo. Si no lo haces, entonces regresarás a casa con nosotros. Estoy cansada de ver a un muchacho jugar al béisbol como una persona diferente'", narró el venezolano.