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Yasiel Puig ha tenido un debut para el recuerdo

LOS ANGELES -- La nueva sensación de Los Angeles es un pelotero al que uno no puede quitarle los ojos de encima. Buen físico, sonrisa ganadora, personalidad afable. No habla mucho. Prefiere que su bate lo haga.

Yasiel Puig es la sensación del momento tras una primera semana memorable con los Dodgers: promedio 464, porcentaje de slugging 964, 13 hits en 28 turnos, cuatro jonrones y 10 empujadas en siete juegos.

El cubano electrizó el estadio con dos jonrones en un juego y un grand slam en otro, que ayudaron a que los Dodgers, que marchan últimos en su división pese a una nómina de 215 millones de dólares, ganasen cuatro de siete juegos.

"Si el equipo tira para el mismo lado, me alegro de ser parte de eso", declaró Puig.

Al piloto Don Mattingly le encantan la personalidad y el entusiasmo de Puig, que se hace evidente cuando corre detrás de una bola, se ubica en el jardín derecho o en la forma en que circula las bases.

"Tiene una forma de jugar contagiosa", dijo Mattingly. "Disfruta el juego. Como debe ser".

El impacto que está teniendo el caribeño ha hecho que se lo compare con el que tuvo Manny Ramírez cuando vino a Los Angeles en julio del 2008.

En su primer mes, Ramírez bateó de 415 con 25 empujadas, nueve jonrones y 21 anotadas. Pronto a un sector de la tribuna se le empezó a decir "Mannywood", haciendo un juego de palabras con Hollywood. El dominicano terminó cuarto en la votación para elegir al Jugador Más Valioso esa temporada.

"Había visto jugar a Manny y sabía lo que podía hacer", declaró Mattingly, quien por entonces era coach con los Dodgers. "Pero este muchacho es distinto. Cuanto más lo observas, más fe le tienes".

Con el jardinero central Matt Kemp y el guardabosque izquierdo lesionados, los Dodgers subieron a Puig del Chattanooga de la Doble A. Mattingly lo puso en el jardín derecho y primero en el orden al bate.

Puig llamó la atención con un tiro sorprendente en el noveno inning de su primer partido. Atrapó la pelota cerca del muro y sacó un riflazo a primera que dio lugar a una doble matanza que terminó el juego, que los Dodgers ganaron 2-1.

La noche siguiente bateó dos jonrones en un triunfo 9-7. El miércoles pasado bajó a tierra y se fue en blanco en cuatro turnos, incluidos dos ponches. Pero en su siguiente partido bateó un jonrón con la casa llena que hizo que el renombrado relator Vin Scully gritase, "¡No lo puedo creer!".

Puig es apenas el tercer jugador desde 1900 con tres jonrones en sus primeros cuatro juegos, según le dijo a los Dodgers la empresa Elias Sports Bureau.

A propósito, el viernes disparó otro batazo de cuatro esquinas.

Puig habla poco inglés y cuando se le preguntó a Mattingly cómo hace para comunicarse con él, el piloto respondió: "No tengo que decirle nada. Solo `haga lo que sabe'".

Puig es la comidilla del ambiente en Los Angeles. Le piden que salga del dogout a saludar. El actor Andy García, otro cubano, fue a conocerlo y los Dodgers ordenaron una cantidad de casacas con su número 66 que pusieron a la venta a fines de la semana pasada.

"Estoy contento porque los aficionados usan mi camiseta y dicen mi nombre", expresó Puig.

"El cubano proyecta otro tipo de energía", comentó el segunda base Skip Schumaker. "Es sorprendente. Cada vez que sale a batear te da la sensación de que algo va a suceder".

Puig deslumbró a la afición con su velocidad, su potencia y la fuerza de su brazo. Sus turnos al bate son algo que nadie se puede perder, sin importar el resultado.

Es uno de esos jugadores que le tiran a todo.

"Sale con la intención de hacer daño", dijo el pitcher Ted Lilly.

Cada vez que sale a batear, Puig se para donde empieza el césped y con su bate hace una cruz en la tierra.

"Le agradezco a Dios por todas las cosas buenas que está haciendo por mí", explicó.

Una semana es poco tiempo para decir si tendrá un impacto duradero.

"Habrá que ver qué pasa después de seis u ocho semanas, cómo se adaptan los rivales a él y cómo se ajusta él a ellos", manifestó el pitcher de Atlanta Tom Hudson.

Los novatos generalmente batean menos cuando enfrentan a los pitchers por segunda o tercera vez en la temporada.

"Es muy pronto para saber si esto sigue", advirtió el pitcher de los Dodgers Zack Greinke. "No hay que darle demasiado crédito a la gente muy rápido".

Los Dodgers le dieron mucho dinero a Puig a pesar de que solo dos de sus scouts lo habían visto jugar.

El corpulento toletero firmó por siete años y 42 millones de dólares en junio del año pasado. Fue una cifra récord para un desertor cubano. Recibió una bonificación de 12 millones de dólares por firmar y está ganando 2 millones esta temporada.

Puig vive en Miami, donde compró una casa para sus padres y su hermana de 17 años, todos los cuales asistieron a su debut en las mayores la semana pasada.

Sus proezas pueden haber tomado por sorpresa a la afición, pero los Dodgers sabían de lo que era capaz. Si bien lo mandaron a las menores, durante la pretemporada se entrenó con el equipo y vieron su talento.

En abril Puig fue arrestado por manejar a 97 millas (156 kilómetros) por hora en una zona donde la velocidad máxima permitida era de 50 millas en Chattanooga, Tenesí.

Puig aparentemente se adaptó bien al clubhouse, donde su armario está entre los de dos peloteros que hablan español, Luis Cruz y Adrián González, quien le recomendó que "sea él mismo".

"Es un tipo vital, que desea salir al terreno. Le encanta el béisbol y siempre tiene una sonrisa en la boca", dijo González. "Esto no es algo para lo que no estaba preparado".

Cuando sale a la calle en Los Angeles en busca de la comida mexicana que tanto le gusta, lo reconocen y le piden autógrafos.

"Estoy muy contento de poder estar viviendo mi sueño", comentó el pelotero.